John Hammond: Productor, Cazatalentos y Activista

John Hammond
Count Basie & John Hammond
Monette Moore
Billie Holiday con 19 años con los saxo tenores Ben Webster y Johnny Russell en Harlem
Teddy Wilson
Billie Holiday
Benny Carter
Benny Goodman, Teddy Wilson y Gene Krupa
Lionel Hampton, Teddy Wilson, Benny Goodman y Gene Krupa
Charlie Christian y Benny Goodman
Count Basie y Billie Holiday
Billie Holiday y la orquesta de Count Basie
Billie Holiday y Lester Young
Billie Holiday
Billie Holiday
John Hammond: Productor, Cazatalentos y Activista

John Hammond resumió de esta manera sus primeros años en este nuestro mundo:

“Hasta que terminé mis estudios viví la vida de un joven mimado y rico, tolerante como mi madre con las flaquezas y pecados de los demás, e intolerante con los propios, ignorante como mi madre del mundo que existía fuera de nuestra isla habitada por personas de un nivel socio económico similar al nuestro, salvo que nos dábamos cuenta de que había ahí fuera personas que no eran como nosotros. Yo heredé de ella el fervor religioso, sus prejuicios, el ser un ejemplo para los demás, y olvidarme de ellos si no nos valoraban debidamente”.

Su aproximación al jazz y al blues se produjo en esos mismos años cuando se sentaba en una silla en una esquina del cuarto de los sirvientes y escuchaba las canciones de los discos que ellos ponían en un viejo gramófono, mientras llevaban el ritmo, de tempranos blues o de temas de jazz, golpeando el suelo con su calzado o sus rodillas con las palmas de las manos. Su memoria siempre conservó esas fascinantes imágenes que reproducían la respuesta emocional de sus criados ante la música que llenaba la estancia. Desde risas hasta lágrimas.  

A los veinte años John Hammond dejó atrás todos sus estudios y se propuso dedicar su vida al jazz y a la lucha por los derechos civiles de los afroamericanos. Con respecto al jazz se convirtió en productor, escritor y en un extraordinario cazatalentos. Nunca compuso una melodía, nunca tocó ningún instrumento, ni siquiera cantó una canción. Pero estuvo dotado de un misterioso radar que detectaba a aquellos que sí lo hacían y además muy bien, por lo que se convirtió en una persona de un valor incalculable de cara a las compañías de discos. Quizás la mayoría de los ejecutivos de las discográficas lo eran por el dinero a ganar. Él lo hizo porque le gustaba y le daba un sentido a su vida. No había diferencia entre adentrarse en ambientes lujosos o en antros rodeados de una obscura niebla si el objetivo era encontrar una nueva e interesante voz. Él fue en el fondo un rebelde que consiguió entrar en los más inaccesibles lugares donde otros rebeldes no lo habían logrado.
Según el currículum normalmente aceptado por los estudiosos, John Hammond fue quién descubrió y promocionó a los siguientes músicos: Billie Holiday, Teddy Wilson, Count Basie, Charlie Christian, Pete Seeger, Aretha Franklin, Bob Dylan, George Benson, Leonard Cohen, Bruce Springsteen y Stevie Ray Vaughan.

Las referencias que existen sobre cuáles fueron los primeros clubs de Harlem que escucharon la voz de Billie Holiday se las debemos al saxo tenor Kennett Hollon que actuó junto a ella en un pequeño club de jazz de nombre “Gray Down” y situado en Jamaica Avenue en Queens (N.Y.) a principios de 1931. Ella tenía entonces 16 años.   
Billie pasó los próximos dos años saltando de club en club por todo Harlem hasta que la contrataron en el “Monette’s Super Club” sito en la 133rd Street. Este local estaba regentado por la cantante de blues y de jazz, Monette Moore. John Hammond solía pasarse regularmente por el citado local ya que era amigo de la vocalista y le gustaba su manera de cantar.
Una noche cualquiera de 1933, Hammond decidió acudir al “Monette’s” y se encontró con que el escenario estaba habitado por una joven alta, bien formada y voluptuosa. Y su cara también era llamativa. Su piel tenía el color de un café recién hecho, ligero y con nata y azúcar. Pesaría unos 90 kilos, era increíblemente bella y cantaba de una manera diferente a todos los vocalistas que hasta entonces él había escuchado a lo largo de su vida.
“Ella tendría 17 cuando la vi por primera vez, casi 18 años. Era increíble, fraseaba como lo hacían los instrumentistas. Ella fue la primera vocalista a la que vi hacerlo. No sabía leer música y no le hacía ninguna falta. Para mí era algo que no se podía creer. En ella todo era improvisado. Su modo de comunicarse con el público cambiaba de acuerdo con el carácter de la gente que se sentaba a las mesas”.
John Hammond era el corresponsal en los EE.UU. de la reconocida revista musical inglesa “Melody Maker”. En ella aparecieron las primeras palabras que John le dedicó a Billie: “Este mes he encontrado realmente a una extraordinaria cantante, hijastra del guitarrista de la orquesta de Fletcher Henderson”.
Hammond se pasó los siguientes meses siguiendo a Billie por todo Harlem acompañado del contrabajista Artie Bernstein. Se encontraron, muy a su pesar, con que no todo el mundo estaba convencido de su talento. “Me costó meses persuadir a alguien que quisiera grabarla”.

 John Hammond, como productor, convenció a Benny Goodman para grabar un par de temas junto a Billie Holiday. Él no estaba especialmente entusiasmado, pero accedió. Billie desde luego no era su cantante favorita y además pensaba que no era nada comercial.
El 27 de noviembre de 1933, Goodman preparó una sesión con los siguientes músicos: Charlie Teagarden (tp), Shirley Clay (tp), Jack Teagarden (tb), Art Karle (ts), Buck Washington (p), Dick McDonough (g), Artie Bernstein (b), Gene Krupa (d) y Goodman al clarinete.
El tema que grabó Billie se titula “Your Mother Son-In-Law” escrito por Alberta Nichols (M) y Mann Holiner (L).
Los comentarios a esta grabación por parte de Hammond fueron que no estaba muy impresionado. Hay que tener en cuenta que Billie tenía 18 años, que era su primera experiencia en un estudio, que estaba asustada al verse rodeada por unos músicos que eran auténticas figuras del jazz y que además que no le quitaban ojo, que tuvo que gritar al micrófono (un artilugio al que no estaba acostumbrada) para hacerse oír.
Hammond no se desanimó a pesar de que la primera grabación de Billie no fue lo que él esperaba. El 18 de diciembre reunió de nuevo a los mismos músicos con la probable excepción del pianista Joe Sullivan por Buck Washington. El tema elegido fue el titulado “Riffin’ the Scotch” compuesto por Benny Goodman y Dick McDonough con letra de Fred Buck. Esta segunda intentona por parte de Billie ante el micrófono de un estudio no resultó tampoco nada extraordinaria, empezando por la propia canción, que era bastante mediocre. Tanto “Your Mother Son-In-Law” como “Riffin’ the Scotch” jamás pertenecieron al repertorio de Billie durante toda su carrera. Es de suponer que ambos temas no le traían muy buenos recuerdos.

Tenemos que esperar 19 meses para que John Hammond produjera otra sesión para Billie Holiday y esta tuvo lugar en Nueva York el 2 de julio de 1935. Todos los estudiosos del jazz están de acuerdo en que esa fecha es histórica dentro del mundo del jazz. En primer lugar, porqué Billie Holiday interpretó unas canciones donde pudo demostrar su valía que, rápidamente, fue reconocida por los disc-jockeis y su voz empezó a escucharse de costa a costa. Y la segunda razón se debe a que fue el primer encuentro entre ella y el pianista Teddy Wilson. Billie y Teddy grabaron 94 canciones juntos y él se convirtió en un músico decisivo en la trayectoria de la vocalista.
Ese 2 de julio de 1935, Teddy Wilson lideró una formación que estaba compuesta por él al piano, John Kirby al bajo, Cozy Cole a la batería, John Truehart a la guitarra, Roy Eldridge a la trompeta, Benny Goodman al clarinete y Ben Webster al saxo tenor. Una gran banda.
En esta sesión se grabaron cuatro temas entre los que se encontraba “What a little moonlight can do” que se convertiría en uno de los buques insignia del repertorio de Lady Day a lo largo de todo su recorrido como vocalista.
A partir de esa fecha empezó realmente la carrera y la leyenda de la mejor cantante de jazz de todos los tiempos.

Teddy Wilson con 19 años fijó su sede en Chicago donde tocaba con diferentes bandas entre ellas la de Louis Armstrong o Jimmie Noone. La orquesta del pianista Earl Hines tenía un jugoso contrato en uno de los mejores clubs de Chicago conocido como “The Grand Terrace Café”. Por razones que no están muy claras el pianista tuvo que ausentarse por un período de tiempo y eligió a Teddy Wilson como su sustituto. En alguna de las transmisiones de radio que se efectuaban desde “El Café”, John Hammond debió escuchar a Teddy Wilson y se interesó por su manera de tocar. Una vez que se convenció de su valía le habló de él a Benny Carter, y este le contrató para una grabación que iba a realizar con “The Chocolate Dandies”.  “The Chocolate Dandies” tomó su nombre de la revista musical del mismo nombre y fue una banda que estuvo activa desde 1928 hasta mediados de los cuarenta exclusivamente para grabar discos. Cambiaban los músicos, pero no el nombre.
Benny Carter lideró en cinco ocasiones a los integrantes que formaban “The Chocolate Dandies”, en 1929, 1930 (3) y en 1933. En esta última participó Teddy Wilson y entre los temas que grabaron está “Krazy Kapers”, composición del propio Carter.

El verdadero motivo que tuvo John Hammond para traerse a Teddy Wilson de Chicago a Nueva York, no fue presentarle a Benny Carter. Desde el momento en que el productor escuchó al pianista le adjudicó un importante papel en un proyecto que él llevaba madurando desde hacía tiempo. Este consistía en grabar a pequeños grupos interraciales ya que pensaba que de ellos saldría un buen jazz y también, todo hay que decirlo, como activista desafiaba a una de las “leyes Jim Crow” que no permitía que músicos blancos y negros tocaran juntos.
John Hammond también tenía muy claro que Benny Goodman sería el músico que lideraría a estos grupos. Es por ello, que llevaba meses tratando de convencerle de que esa experiencia sería fructífera para todos y en todos los sentidos. Al final lo logró.
El 13 de julio de 1935 y en un estudio de Nueva York, Benny Goodman, Teddy Wilson junto al baterista Gene Krupa grabaron cuatro standards entre los que estaba “After you’ve gone” escrito por Turner Layton (M) y Harry Creamer (L) en 1918.
Trece meses más tarde el trío se convirtió en cuarteto con la incorporación del vibrafonista Lionel Hampton y en el año 1939 en quinteto con la entrada del guitarrista Charlie Christian.
John Hammond tenía razón ya que el experimento que le propuso a Goodman dio excelentes resultados en todos los sentidos: ventas de discos, popularidad, buenas críticas, buen jazz…
Un resumen de la historia de Benny Goodman con sus “small groups” la podéis leer en mi artículo titulado “Sketches del rey Benny”.
De todas formas, quiero dejar escrito en este artículo un comentario que Benny Goodman realizó pasados los años:

 Alrededor de finales de 1933 y principios de 1934 fue cuando yo empecé a grabar con músicos de color. Toda la responsabilidad de esto hay que dársela a John Hammond, que fue quién me puso en contacto con ellos para conocer qué tipo de música tocaban. Nadie debía convencerme de su habilidad, después de mi experiencia en Chicago. Lo que puedo decir es que yo llevaba siete u ocho años sin un contacto directo con ellos, si exceptuamos verles tocar en un club de jazz o escucharles en discos. Pero la idea de trabajar junto a ellos no se me había pasado nunca por la cabeza, por lo tanto, no tenía ninguna razón especial para fijarme particularmente en alguno de ellos”.

Podemos leer en el libro autobiográfico de Billie Holiday, “The Lady Sings The Blues”: “Bien, John Hammond había sacado a la banda de Count Basie de Kansas City y estaba respaldando su primera gira. Cuando actuaron en Pittsburgh, en el hotel más grande de la ciudad, fue un fracaso rotundo. Hammond resolvió que lo que necesitaban era una vocalista, aumentó un poco la financiación y me pidió que me sumara a la banda por $14 la jornada”.
Billie Holiday y Count Basie permanecieron juntos por un espacio de dos años. Es un tanto inaudito que en ese tiempo no grabaran juntos ni un solo disco (Existen grabaciones en directo realizadas en radio, Tv, clubs y salas de baile). Lo único que hicieron fue recorrer en un autobús Norteamérica de costa a costa y de norte a sur. Tampoco está muy documentada cómo transcurrió esa larguísima turné. Da la sensación de que no ocurrió nada digno de reseñar.

El 1 de noviembre de 1939 la revista Downbeat le realizó una entrevista a Billie Holiday y entre otras cosas le preguntó por qué abandonó a la big band de Count Basie y a la de Artie Shaw:

“Yo nunca más volveré a cantar con una orquesta de baile, ya que ellas no me tienen en cuenta debidamente. Te diré una cosa que nunca he contado a nadie. Basie tenía muchos managers, muchos tipos que entre bambalinas le decían a todo el mundo lo que tenían que hacer. Count y yo nos llevábamos bien. Los muchachos de la banda fueron maravillosos todo el tiempo. Pero había esto y aquello todo el rato y yo ya estaba harta. Basie no me despidió, yo le dije que me iba”.

Quizás la idea que tuvo Hammond de reunir a la orquesta de Basie con Billie Holiday no fue de las más acertadas. Al fin y al cabo, era un ser humano. Yo pienso – guardando todas las distancias – que Billie simplemente no fue una vocalista de big bands. En estas formaciones tienes que adaptarte al arreglo. Cuando entrar, cuando salir… Tienes tu papel claramente delimitado.
Billie fue la mejor porque nadie pudo, ni puede, sentir y hacernos sentir toda la sensualidad, tristeza, pasión, dolor… de una melodía como ella fue capaz de hacerlo. Para eso necesitaba intimidad y eso se la proporcionaba un grupo pequeño de músicos que estaba pendiente de ella y de las indicaciones que les pudiera dar sobre la marcha. También, ella se manejaba mejor en clubs no demasiado grandes con un público no muy numeroso y que estaba atento a las emociones que les trasmitía con su voz y con su gestualidad corporal.
No me acuerdo quién fue el músico que comentó lo siguiente: Si estás escuchando a Ella Fitzgerald cantar y en un momento la letra de la canción dice: “…y él dando un fuerte portazo se fue de casa”. Tú  sabes que el tipo bajará al bar, le contará sus penas al barman, le intentará convencer de que es el ser más desgraciado del mundo mientras se toma un motón de copas. Al final el propio camarero le acompañará a su casa totalmente bebido. Si tú le escuchas la misma frase a Billie Holiday sabes que el tipo no volverá a casa nunca.

 Pues sí, quizás no estuvo muy atinado Hammond con Lady Day y el Conde.

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