Cakewalk: De las Plantaciones a Broadway.

Plantación de Algodón, Cerca de 1880
Perham’s Black Minstrel
Edward Harrigan & Tony Hart
El Paso del Canguro. Ilustración de George Scott. 1903
Concursantes de «The Grand Negro Jubilee And Cakewalk» del año 1897
Will Marion Cook
George Walker & Bert Williams
Parangone Ragtime Orchestra
Ramona Baker
Cakewalk: De las Plantaciones a Broadway.

A principios del siglo XIX los esclavos que vivián y trabajaban en las plantaciones sureñas de los Estados Unidos encontraron una forma de divertirse imitando los modales aristocráticos de la sociedad elitista blanca vistiéndose y bailando como ellos. Y ellos, lejos de encontrar esta moda atentatoria contra sus usos y costumbres, la consideraron entretenida y graciosa, por lo que la institucionalizaron. Al menos una vez al año se celebraba una fiesta en “la casa grande” en la que los negros se vestían como los elegantes blancos (en algunos casos con ropa prestada por estos) y bailaban su música tratando de imitarles, resultando, todo ello, una parodia de las modas y maneras de sus amos. La pareja que mejor representaba la pantomima recibía de los dueños de la plantación un premio que consistía en una tarta (cake). Es por ello, que a ese extravagante y contoneante baile que interpretaron los esclavos en esas atípicas “reuniones sociales”, se le acabara denominado “cakewalk” (El baile de la tarta).
Los esclavos se basaron para la creación del “cakewalk” en los ritmos de los “jigs” y “reels” irlandeses a los que les añadieron síncopas típicamente africanas, creando además una original coreografía con nuevos y más agresivos pasos. Los instrumentos musicales que acompañaban a esta danza, al menos al principio, fueron flautas y banjos junto con el palmeo de las manos.
Una de las descripciones de lo que significó el “cakewalk” en las plantaciones la proporcionó la exesclava Estella Jones a la Work Projects Administration (agencia federal norteamericana que se ocupa de contratar a trabajadores en paro):
“Practicar el “cakewalk” durante el período de la esclavitud fue algo muy divertido. Ellos (los esclavos) dejaban el suelo realmente limpio y colocaban sillas para la fiesta. Las mujeres iban de largo, con vestidos de volantes y collares; los hombres con sombreros de copa y largos fracs y algunos portaban bastones de paseo. La pareja que bailaba mejor recibía un premio. Algunas veces los amos de los esclavos asistían a esas fiestas, ya que se lo pasaban bien viéndoles bailar y ellos decidían cuál era la pareja vencedora. La mayoría de estos bailes se hacían los sábados a la noche durante la temporada de trabajo, pero en el invierno había fiesta casi todas las noches”.

Cabía pensar que con la abolición de la esclavitud el “cakewalk” tendería a desaparecer sin embargo, la historia nos muestra que fue cuando comemnzó a ser popular en todo el país y lo consiguió instalándose en los “minstrels”
A partir de la segunda década del siglo XIX empezaron a proliferar en los Estados Unidos un género teatral itinerante conocido como “minstrel” donde todos los actores eran blancos que se pintaban la cara de negro e interpretaban canciones, bailes y pequeños sketches cuya finalidad era ridiculizar la vida y costumbres de los negros. La popularidad de estos espectáculos fue apabullante y tuvieron su época dorada de 1840 a 1900. Cuando los negros consiguieron la libertad crearon sus propios “minstrels” (aunque se pintaron la cara de negro para mantener el estereotipo) y en ellos introdujeron el “cakewalk” que obtuvo una gran acogida por parte del público. Los “minstrels” blancos lo incluyeron en su repertorio y resulta al menos curioso que los blancos copiaran a los negros un baile que estos lo idearon para satirizarlos.
El hecho verdaderamente importante que debemos reseñar radica en que esa música sincopada con tintes africanos fue conocida, bien por unos o por otros, en todos los rincones de los EE.UU.

En el año 1877, la pareja de comediantes (Edward) Harrigan y (Tony) Hart llevó a los escenarios de los teatros neoyorquinos la canción titulada “Walking for dat cake” compuesta por David Braham con letra de Ed Harrigan. Los periódicos le dedicaron titulares como este: “Exquisito retrato de la vida y costumbre de los negros, realizado con una maestría hasta ahora nunca vista sobre un escenario”

La letra de la canción nos sitúa perfectamente dentro del mundo del “cakewalk”.

Ello sucedió en casa de tía Jackson / organizó una gran fiesta / con gente de tronío y aristócrata / llena de alegría y buen humor / ¡Qué música y baile aquel! / El propio techo temblaba / pero, señores, la crema / la guinda de la velada / era el “baile de la tarta”.
Ligeros y de puntillas / los de piel oscura / nos desplazábamos / todo gracia y con soltura
/ a lo largo del salón / Cautivadoras las chicas / gente de color de alto copete / Todos deambulábamos / como auténticos sonámbulos / en el “baile de la tarta” / juntos adelante / en alegre formación / ¡Señor! / Qué manera de sudar / No importa. Aquí no se puede parar / Ay por amor de Dios / que cese un instante la música / Soy tan tímido / que el baile en busca de la tarta / acabará conmigo.
Miss Clementina Brown / allí también estaba / abrazada a su pareja / como una lapa
/ Calzaba babuchas / de piel de caimán / grandes como media ciudad / Nos tenía a todos bobos / viéndola deslizarse / aquella morena elegante / en el “baile de la tarta”.
También estaba allí / Miss Priscila Perkins / con el reverendo Wing / bailando como una pava /O un cacique Hawaiano / Se balanceaban / hasta marearse / Y contoneándose como serpientes / cayeron en la bañera / en busca de aquella tarta.
Estaba allí igualmente / el general Slocuni / el predilecto de las damas / Tenía unos pies tan grandes / que no podía calzar nada / Con su marcha militar / con sus enormes zancadas / dijo que la tarta él pillaría / Casi hace añicos el techo / en el “baile de la tarta”.

En el año 1892 se organizó el primer concurso de “cakewalk” a nivel nacional. Lo denominaron “The Grand Negro Jubilee and Cakewalk” y el sitio elegido para celebrarlo fue el Madison Square Garden cuando este estaba situado entre las Calles 25 y 27 de Nueva York.
Durante tres días, del 26 al 28 de abril, el público, compuesto por más de 5.000 personas (la mayoría blancas), tuvo la ocasión de ver a los mejores artistas negros bailando claqué, cantando los éxitos del momento, actuando en un buen número de actos de variedades, para finalmente, y como punto culminante, ser testigos de la competición de “cakewalk” entre las cincuenta parejas concursante que previamente habían quedado finalistas en diferentes competiciones estatales. Un buen número de ellas actuaba en los mejores “minstrels” negros y los organizadores del concurso fueron flexibles en cuanto a la inventiva coreográfica de los concursantes. Este evento tuvo tan buena acogida que se repitió en los años 1897 y 1899.

En unos años el “cakewalk” pasó de bailarse en las plantaciones sobre un suelo adecentado por los propios esclavos, a bailarse en ciudades como Nueva York, sobre los lustrosos y brillantes entarimados de sus escenarios más importantes, como los de los teatros de Broadway.

El compositor afroamericano Will Marion Cook nació en Washington D.C. el 27 de enero de 1869. Con trece años su madre le envió al Conservatorio de Oberlin, el más antiguo de los EE.UU. y uno de los más prestigiosos del mundo, para que estudiara el arte del violín. Al cabo de dos años abandonó Oberlin para ingresar en la Universidad de Berlín y continuar allí con sus estudios de la mano de uno de los mejores violinistas del mundo en aquellos tiempos, Joseph Joachim. A su regreso a los EE.UU. estudió junto a Antonin Dvorak y realizó una gira por todo el país dirigiendo a una orquesta de cámara.
Su primera composición data del año 1893 y la tituló “Scenes from the Opera of Uncle Tom’s Cabin” con la intención de estrenarla ese mismo año en la Exposición Universal de Chicago en el Día de la América de Color, pero esa première no llegó a producirse. En el año 1895 dio un concierto en el sancta sanctorum de las salas de concierto estadounidenses, el Carnegie Hall, y recibió por parte de la crítica el título de “mejor violinista negro del mundo”. Lejos de agradecer al comentarista tal distinción, Will Marion Cook se personó en su despacho y le aseguró que él era, pura y simplemente: “El mejor violinista del mundo”, mientras le amenazaba con el instrumento. Cuenta la leyenda que a raíz de este episodio nunca más volvió a tocar el violín.
En el año 1898 el compositor Will Marion Cook junto al poeta Paul Lawrence Dunbar escribieron el musical titulado “Clorindy or The Origin of the Cakewalk”. Esta obra tuvo muchos problemas para poder estrenarse ya que los dueños de los teatros aducían que el público de Broadway no estaba preparado apara escuchar a negros cantando ópera negra. Finalmente, el manager del Casino Theatre’s Roof Garden, Edward E. Rice aceptó el reto. “Clorindy or The Origin of the Cakewalk” se estrenó el 5 julio de 1898. Veintiséis afroamericanos encabezados por el actor y cantante Ernest Hogan ofrecieron una opereta donde se mezclaba la comedia con la música y la danza. Este espectáculo posee un puesto importante en la historia de los musicales de Broadway ya que fue el primero que se representó con un casting totalmente negro y el primero, también, en el que los actores bailaron y cantaron a la vez.
El propio Hill Marion Cook relató que se quedó transpuesto al escuchar los aplausos y el griterío del público nada más terminar el primer número de la obra y al terminar comentó: “Mi coro cantó como los coros rusos, a la vez que se movían como negros y bailaron el “cakewalk” como los ángeles, ángeles negros”.
El éxito de “Clorindy” fue incuestionable, pero la madre de Marion Cook le espetó: “Te he enviado por todo el mundo para estudiar y convertirte en un gran músico y tú has vuelto hecho un negrata (nigger)”.
Will Marion Cook fue uno de los grandes compositores norteamericanos de finales del siglo XIX principios de XX. Escribió la música para seis musicales de Broadway y sus canciones sonaron en otros cinco.

En el año 1904 la pareja de afroamericanos más famosa de los EE.UU. formada por Bert Williams y George Walker (compositores, cantantes, bailarines y comediantes) llevaron a Londres la obra de Will Marion Cook, “In Dahomey” (1903). En un principio el público londinense no estuvo muy receptivo, pero se dio la circunstancia de que el rey Eduard VII les invitó a representarla en Buckingham Palace para celebrar el cumpleaños del Príncipe de Gales (más tarde Duque de Windsor). A raíz de este feliz acontecimiento “In Dahomey” permaneció durante siete meses en cartel al cabo de los cuales realizó una gira por todo el país y el “cakewalk” logró darse a conocer en la sociedad británica.

El “cakewalk” fue el padre del “ragtime”. Si a este le añadimos el “blues” y les cogemos a ambos de la mano y los situamos en Nueva Orleans, ya estamos cerca de esa música conocida como “jazz”.

Paragon Ragtime Orchestra es una formación creada por el pianista y tubista norteamericano Rick Benjamin que realizó su debut en 1988 en el Alice Tully Hall del Lincoln Center neoyorquino.
La música que interpreta recrea los sincopados sonidos de la temprana música teatral, la del cine mudo y la de las danzas antiguas y toda ella es, como dice su biografía, “Música Original Americana”.
Os propongo escuchar el “cakewalk” titulado “Big Foot Lou” compuesto por un músico norteamericano del que apenas se conoce nada sobre su vida y que lleva el nombre de Joseph Gearen. Paragon Ragtime Orchestra grabó esta canción para su álbum “More Candy” de 2001.

Ramona Baker es una joven pianista californiana que como la Paragon Ragtime Orchestra se ha especializado en la temprana música norteamericana como el “cakewalk” y los “rags”. Os invito a escucharle en directo durante el San Diego Jazz Fest & Swing de 2019. El tema que he elegido será el más popular del musical “Clorindy or The Origin of the Cakewalk” de Will Marion Cook titulado “Darktown is out Tonight”.

2 de comentarios
  • Luis: una belleza para disfrutar la historia ( un néctar inigualable). Gracias.

  • Un placer indiscutible esta historia disfrutada en este atardecer de pandemia en Buenos Aires. Buena temperatura, sol pleno y «los latidos del jazz». El combo es perfecto.

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