











«Jump for Joy»: El Musical de Duke Ellington (adelantado a su tiempo)
En el verano de 1941, mientras los estadounidenses observaban con recelo una guerra mundial que parecía acercarse cada vez más a sus costas, un grupo de prominentes guionistas de Hollywood se planteó combatir las injusticias raciales de Estados Unidos por medio del teatro. El proyecto culminó en una serie de reuniones en las que se decidió producir el musical «Jump for Joy», un espectáculo destinado a sacar al Tío Tom del teatro eliminando la imagen estereotipada que tanto Broadway como Hollywood aplicaba a los afroamericanos. La producción la llevó a cabo Henry Blankfort. La dirección estuvo a cargo de Nick Castle y los sketches fueron escritos por Sid Kuller y Hal Borne. La música estuvo presente con la Orquesta de Duke Ellington. De la treintena de canciones que se interpretaron en el musical estas fueron compuestas por Duke Ellington y/o Hal Borne más alguna aportación puntual. El letrista fue Paul Webster. El musical fue financiado en su mayor parte por el actor John Garfield.
«Jump for Joy» se estrenó en el Teatro Mayan de Los Ángeles el 10 de julio de 1941 y se mantuvo en cartel durante 122 representaciones. La orquesta de Ellington tocaba en el foso cada noche, mientras los artistas afroamericanos hablaban, cantaban, bailaban y bromeaban sobre los papeles que tradicionalmente les adjudicaban en los musicales del cine y del teatro.
«Jump for Joy» recibió críticas mayoritariamente positivas, al punto de que tanto Charlie Chaplin como Orson Wells quisieron hacerse con los derechos de la obra. Este último para convertir el espectáculo en una producción del Mercury Theater. En ambos casos Ellington no lo permitió. También las hubo en sentido contrario y la razón hay que buscarla en las letras de algunas canciones que fueron consideradas por un sector del público como racistas a la inversa.
La actriz, Avennelle Lewis Harris trasladó al papel sus recuerdos de «Jump for Joy»:
“La experiencia más arrebatadora de mi vida en el teatro fue la oportunidad de formar parte del elenco del musical «Jump for Joy». Hasta que leí el guion no me percaté de lo tan adelantada a su tiempo que estaba aquella obra. Fue el primer espectáculo de envergadura enteramente creado y producido en la Costa Oeste. La importancia de su mensaje generó entusiasmo en los actores, que eran muy conscientes de su polémico impacto. Todo, cada escena, cada nota musical, cada letra tenía su significado. Todos los números cómicos tenían un mensaje para el mundo. Lo trágico fue que el mundo no estaba preparado para «Jump for Joy»”.
Duke Ellington comentó que «Jump for Joy» fue el primer show con un verdadero significado social y que además su música fue la más “hippiest” que había compuesto hasta entonces. Como señala Patricia Willard del Smithsonian: “cumplía con los criterios de toda obra de éxito: «hacer lo correcto, en el momento correcto, en el lugar correcto, con la gente correcta«. En una época en la que las industrias cinematográficas y teatrales presentaban a los afroamericanos principalmente como sirvientes, porteadores y payasos, Duke Ellington se atrevió a producir y embellecer un musical con la misma inquebrantable dignidad, ingenio, belleza y modernidad que siempre aportó a su banda. «Jump for Joy» es un hito cultural y otro ejemplo de cómo este gran compositor estadounidense trascendió las barreras raciales y estéticas de su época”.
Existen cinco canciones, entre las que se compusieron expresamente para el musical, que se han convertido en standards de jazz:
«Jump for Joy», lleva por título el nombre del musical y está compuesta por Duke Ellington con letra de Sid Kuller y Paul Webster y dice así:
“Adiós, tierra de algodón / el algodón ya no está de moda / dulce niña, salta de alegría / no te atormentes pequeña Eva / todos los malvados han muerto / ¿no estás emocionada? Salta de alegría / ¿vistes esos pastos maravillosos? / esos pastos verdes eran solo de una película en color / cuando subas al cielo y te encuentres con el viejo San Pedro dile, salta de alegría / entra y grítale a Pedro, salta de alegría”.
«Jump for Joy» se grabó el 2 de julio de 1941 siendo el cantante, Herb Jeffries, el mismo que la presentaría una semana más tarde en el Teatro Mayan el día del estreno del musical.
«Bli-Blip», compuesta por Duke Ellington con letra de Sid Kuller. Os dejo un “soundie” (un video musical) protagonizado por la orquesta de Duke Ellington junto a Marie Bryand y Paul White los mismos artistas que la estrenaron en el musical.
«Rocks in my Bed» escrita por Duke Ellington. El músico de blues, Big Joe Turner fue quien la presentó en la première. La orquesta de Duke Ellington la grabó el 26 de septiembre de 1941, siendo la cantante de la banda, Ivie Anderson.
«I Got It Bad (And That Ain’t Good)» compuesta por Duke Ellington con letra de Paul Webster. En el musical la interpretaron Ivie Anderson junto a Alice Key. La banda de Duke la grabó el 26 de septiembre de 1941 siendo la cantante la primera de ellas.
«Chocolate Shake» compuesta por Duke Ellington con letra de Paul Webster. En la obra fue cantada por Ivie Anderson, Marie Bryant, Paul White y Al Gusler. La orquesta de Ellington la grabó el mismo día que la canción anterior con Ivie Anderson como cantante.
Pasaron cincuenta años para que alguien se interesara por el musical de Ellington. «Jump for Joy» andaba medio perdido sin encontrar su acomodo entre las páginas que recogen la historia de los musicales norteamericanos.
Pegasus Theatre Chicago (anteriormente Pegasus Players) se fundó en junio de 1978, para llevar a los escenarios obras originales escritas por los estudiantes e interpretadas tanto por profesores como por los alumnos de los City Colleges. Sus giras cubrían la demanda de su zona de influencia y una de sus metas era llegar a un público que no tenía acceso al teatro en vivo.
En 1979, el grupo se ubicó en un local alquilado a la Iglesia Presbiteriana de Edgewater, lo que le permitió continuar con sus actividades. En 1984, se trasladó a un teatro ubicado en el Centro O’Rourke para las Artes Escénicas, en el campus del Truman College, ubicado en el corazón de la comunidad.
A lo largo de su historia, Pegasus Theatre Chicago ha recibido diversos galardones por su compromiso en brindar una experiencia artística de calidad a quienes normalmente no la tendrían, como estudiantes de escuelas de barrios marginales o personas mayores de bajos recursos.
El rotativo «Los Ángeles Times» publicó un artículo, el 4 de enero de 1992, con el siguiente encabezado: “«Jump for Joy» de Ellington ha regresado después de 50 años: Una compañía de Chicago está reviviendo un musical sobre la vida de los negros que se estrenó en Los Ángeles en 1941 y luego se perdió durante la Segunda Guerra Mundial”.
El periódico se hizo eco de las palabras de, Richard Wang, un experto en Ellington de la Universidad de Illinois de Chicago al que Pegasus le pidió ayuda para reconstruir el musical a partir de partituras dispersas, algunas grabaciones y las crípticas notas del propio Ellington: “Es el sueño de cualquier historiador del jazz hecho realidad. Esto es lo más gratificante que he realizado. Es una obra maestra, y debería haber terminado en Broadway en la década de 1940”.
A otra de las personas que Arlene Crewdson, directora artística de Pegasus, pidió ayuda y asesoramiento fue a, Sid Kuller, uno de los guionistas y letrista de la obra original de «Jump for Joy», que comentó historias interesantes:
“La producción original de «Jump for Joy» se estrenó en julio de 1941 en el Teatro Mayan de Los Ángeles con un elenco íntegramente negro. Cada una de sus 30 canciones y sketches trataba de algún aspecto de la cultura afroamericana, desde la dulce canción de amor «The Brown Skin Gal in the Calico Gown» hasta la engañosamente animada «Passport From Georgia», con sus referencias a los linchamientos y al Ku Klux Klan.
Esta última canción fue retirada temporalmente del espectáculo después de que el joven que la cantaba recibiera mensajes amenazantes”.
Kuller también afirmó que él y otras personas relacionadas con el musical fueron objeto de llamadas intimidatorias.
Estas reacciones racistas no disuadieron a Ellington, a Kuller ni a los otros responsables del espectáculo. Dos días después de retirar «Passport From Georgia» de la obra la canción volvió a los escenarios y allí continuó hasta que el musical se clausuró en Los Ángeles a finales de septiembre.
Duke Ellington y compañía tenían en mente realizar una gira por todo el país que terminaría llevando al musical a los escenarios de Broadway, pero todo saltó por los aires después del bombardeo japonés de Pearl Harbor acaecido el 7 de diciembre de 1941, ya que trajo consigo que muchos miembros del elenco fueron reclutados. (Aunque no creo que Broadway hubiera recibido con los brazos abiertos al musical).
Sid Kuller tenía en muy alta estima su participación en «Jump for Joy»:
“La pongo en primer lugar porque alguien tenía que dejar una huella, y la dejamos, y en ese momento era peligroso. Al terminar la guerra, los creadores del programa se habían dedicado a otros proyectos y se habían llevado consigo el material de «Jump for Joy». Muchas de las canciones se perdieron y otras solo sobrevivieron entre los papeles de Ellington o como «partituras principales» (partituras para piano sin arreglos orquestales).
Arlene Crewdson contactó con Sid Kuller para hablar de un posible restreno del musical por parte de Pegasus Theatre Chicago. Cuando el proyecto se puso en marcha, Kuller escribió nuevas letras para actualizar el espectáculo. Así mismo, un grupo de especialistas en Ellington de Chicago y Canadá recrearon algunos arreglos orquestales a partir de partituras y papeles de Ellington propiedad del Smithsonian.
Pegasus Players asumió un enorme reto al montar «Jump for Joy». La producción contenía una gran parte (20 canciones y sketches) del musical original, y una orquesta de 15 músicos en escena. Su montaje duró un año y costó 150.000 dólares, lo que la convirtió en la producción más costosa (y exitosa) que Pegasus había montado hasta entonces.
Se estrenó el 1 de octubre de 1991 en el Pegasus Theatre Chicago, en principio para representarse durante dos meses, pero dada la gran afluencia de público decidieron prorrogarla hasta el 5 de enero de 1992.
Algunos medios (en Internet) manifiestan la posibilidad de la existencia de una grabación (en cinta) de la versión del musical realizada por Pegasus. Si ello fuera cierto, ese material permanece, hasta el momento, dentro de un cajón cerrado con llave. Ello significa que solamente las cinco canciones arriba referenciadas son las únicas que se encuentran en un formato accesible al público. Quizás haya que esperar a que se cumpla el centenario del estreno de «Jump for Joy» (2041) para que un avispado productor la monte sobre un escenario o la produzca en cualquier medio audiovisual y se grabe como es debido.
Este es el programa original de «Jump for Joy» en su estreno de 1941.


