





















King Oliver: La Cara y la Cruz de un Rey
Joe Oliver, un hombre negro, criado en el Sur de los EE. UU. a principios del siglo pasado lleva consigo que la documentación escrita sobre su infancia sea casi inexistente. Puede ser que naciera el 11 de mayo de 1885, en la Plantación Saulsburg, cerca de Abend, Luisiana. Sin embargo, hay quien asegura que vino a este mundo en Nueva Orleans, cuatro o cinco años antes.
Lo que parece que no deja lugar a dudas es que Joe se encontraba en Nueva Orleans siendo un niño trabajando como jardinero en casa de los Levy sita en Second Street. Vivía junto a esta familia entre semana y el sábado y domingo residía en el hogar de una tía suya en la ciudad de Mandeville a 50 kilómetros de Nueva Orleans.
En su temprana adolescencia, comenzó a recibir clases de música primeramente de trombón para pasarse finalmente a la corneta. Al cumplir los veinte, ya ganaba dinero tocando en Storyville, además de en cabarets, saloons, eventos publicitarios, funerales y en diversos desfiles en la ciudad.
La primera referencia de Joe Oliver como miembro de una banda se la debemos a su amigo, el trombonista Bernard Raphael, que nos indica que Joe se incorporó en 1907, con 23 años, a la Melrose Brass Band de Nueva Orleans. En 1912, cuando el trompetista Freddie Keppard se marchó para unirse a Bill Johnson en Los Ángeles, Oliver le sustituyó en la Olympic Orchestra formando parte de sus filas hasta finales de 1914.
Casi cuatro años más tarde, el trombonista, Kid Ory – que fue el músico que le puso el apelativo de “King” – le contrató para su banda permaneciendo en ella hasta que, a principios de 1918, el contrabajista, Bill Johnson contactara con él para un trabajo en Chicago. Oliver aceptó.
El día antes de partir, King Oliver se encontró con su viejo amigo el clarinetista Paul Beaullieu, de la época de la Melrose Brass Band, y le dijo: «Bueno, Paul, me despido. No sé si podré triunfar en Chicago, pero si no, volveré…».
King Oliver llegó a Chicago en 1918 y durante un par de años estuvo tocando junto a bandas de Nueva Orleans.
Cerca del año 1921, «The New Orleans Creole Jazz Band», liderada por el clarinetista Lawrence Duhé fue contratada para actuar en el Dreamland Café uno de los clubs de jazz y salón de baile – con capacidad para 800 personas – más prestigiosos y con mayor solera de Chicago. Para reforzar su orquesta de cara a este importante contrato, el clarinetista contrató a King Oliver. Una vez que la banda terminó su compromiso en el Dreamland, Oliver no quiso continuar en la formación que se disolvió poco tiempo después por unos nada claros problemas internos.
Unos meses más tarde, Oliver formó una banda con parte de los músicos de «The New Orleans Creole Jazz Band» convirtiéndose en el embrión de su afamada banda «King Oliver’s Creole Jazz Band».
A principios de la década de 1920, King Oliver sabía que sus dientes y encías le fallaban. Durante toda su vida fue un hombre corpulento y se le conocía no solo por su brillante forma de tocar la corneta, sino también por su descomunal apetito. Las historias sobre las enormes cantidades de comida que podía consumir de una sola sentada se convirtieron en leyenda entre sus colegas músicos. Pero su perdición fue el azúcar.
Armstrong tuvo la oportunidad de observar cómo Oliver preparaba lo que él llamaba su «agua dulce»: “Una lata grande y vieja, como de melocotones, la llenaba de agua y le añadía como media libra de azúcar. Así la llamaba, “sweet water”. Eso era lo que le gustaba beber…”.
Los problemas dentales de Oliver habían pasado de los dientes a las encías. La piorrea había hecho acto de presencia. Los ligamentos y los huesos bajo las encías estaban inflamados e infectados y esa dolencia afectaba la capacidad de los dientes para mantenerse fijos. Y todo ello repercutía negativamente en el sonido y en las notas que salían de su corneta.
Para compensar ese trastorno dental, King Oliver se rodeó, durante el resto de su carrera, de jóvenes cornetistas y trompetistas para que le ayudaran a llevar su carga musical. Por esa razón, en el año 1922, contactó con su protegido, Louis Armstrong, con la intención de que el músico abandonara Nueva Orleans y se uniera a su banda en Chicago. La existencia de dos cornetas, o trompetas tocando juntas en una banda tradicional negra al estilo de Nueva Orleans era toda una novedad. Oliver se olvidó de la tradición por pura necesidad.
Con la llegada de Armstrong, la «King Oliver’s Creole Jazz Band» se completó: el clarinetista, Johnny Dodds, el trombonista, Honoré Dutrey y la pianista Lil Hardin habían sido miembros de «The New Orleans Creole Jazz Band». A ellos se les unieron, el baterista, Baby Dodds y el banjoista y contrabajista, Bill Johnson. Y evidentemente, los dos cornetistas.
La «King Oliver’s Creole Jazz Band» fue contratada por el Chicago’s Lincoln Garden y se convirtió en su banda residente desde 1922 hasta 1924.
El Lincoln Garden abrió sus puertas en 1920 con el nombre de Royal Garden para pasar a denominarse Lincoln Garden a mediados de 1921. Tenía una capacidad para mil danzantes y estaba situado en la 459 East 31st Street.
El ascenso a la fama de Oliver y su «Creole Jazz Band» se consolidó en este salón de baile convirtiéndose en la banda que reinaba en la ciudad de Chicago. Además, el año 1923 está considerado por los estudiosos como el más importante e influente en la carrera de King. Este grupo fue uno de los pioneros en sacar una amplia colección de discos grabados en un corto período de tiempo, aunque probablemente esa música enlatada no captase toda la energía y el impacto de sus conciertos en directo.
Del 5 de abril al 24 de diciembre de 1923, «The King’s Oliver Jazz Band» dejó grabadas 37 canciones repartidas en cuatro sellos discográficos: Gennett (13), Okeh (15), Columbia (4) y Paramount (5).
En la primera sesión dejaron listos cinco temas. Entre ellos el titulado «Canal Street Blues» composición de King Oliver y Louis Armstrong y que se ha convertido en uno de los standards más famosos de la música de Nueva Orleans. Por cierto, el gobernador español Francisco Luis Héctor de Carondelet fue quien mandó construir un canal que uniera a Nueva Orleans con el lago Pontchartrain, situado a 5 millas al norte de la misma. A raíz de esta obra nació una de las calles más emblemáticas de la ciudad: Canal Street, a la cual le rindieron su particular homenaje Oliver y Armstrong.
Una de las últimas sesiones de 1923, se realizó el 26 de octubre dejando grabadas cuatro canciones. Una de ellas fue la composición de Thomas A. Dorsey y Richard M. Jones titulada «Riverside Blues». En esta canción el clarinetista Barney Bigard sustituyó a Johnny Dodds.
En septiembre de 1924, Fletcher Henderson llamó a Louis Armstrong para que se convirtiera en su principal solista para las actuaciones que tenía concertadas en Nueva York. Al trompetista le pareció que esa era una buena oportunidad para desarrollar sus ideas musicales y tomó un tren en Chicago que le llevó a Nueva York, y este fue el comienzo del final de la «King’s Oliver Creole Jazz Band». Lil Hardin y Johnny Dodds siguieron la senda del trompetista, además con la idea de formar un grupo liderado por él. A finales de 1925, le convencieron para que dejara a la banda de Henderson y así nacieron los famosos «Hot Five» de Armstrong, si añadimos al trombonista Kid Ory y al banjoísta Johnny St. Cyr.
Prácticamente en las mismas fechas, King Oliver fundó su segunda gran banda: «The Dixie Syncopators»: King Oliver, corneta; Luis Russell, piano; Paul Barbarin, batería; Bud Scott, banjo; Bob Shoffner, trompeta; Barney Bigard, saxo tenor; George Fihle, trombón; Darnell Howard, clarinete; Albert Nicholas, clarinete; Bert Cobb, tuba.
Plantation Café fue un night club que abrió sus puertas el 29 de octubre de 1924 controlado por el sindicato de la mafia (Al Capone). Pronto se convirtió en uno de los más afamados “Black and Tan” (interracial) de Chicago. «King Oliver and His Dixie Syncopators» fueron la banda residente desde febrero de 1925 a la primavera de 1927.
Oliver continuó durante ese período conservando el cetro de las bandas de Chicago. La revista «Variety» hizo una reseña del Plantation Cafe: “El gigantesco King Oliver y sus 10 músicos son los encargados de entretener. Si no has escuchado a Oliver y a sus muchachos, no has escuchado jazz de verdad. Es estridente, quejumbroso y vibrante. Bailas con calma un rato, intentando resistirlo, y luego sucumbes por completo, mientras King hace que su trompeta (corneta) te hable personalmente, y la trompeta (corneta) no suele decir cosas agradables. El “hip dance” está totalmente introducido en la mayor parte de sus clientes”.
Durante sus días en el Plantation, la banda de Oliver no se olvidó de grabar discos para Vocalion y Brunswick Recordings. Cerca de una veintena de canciones dan testimonio de ello. Temas como el titulado «Dead Man Blues» compuesto por Jelly Roll Morton (1926) y grabado el 17 de septiembre de 1926. O «Sugar Foot Stomp» escrito por King Oliver y grabado el 29 de mayo de ese mismo año.
También, durante sus días en el Plantation, King Oliver – sentado cómodamente en su trono de rey – no se percató de que su ciudad, Chicago, ya no era el centro musical del jazz negro. La ciudad de Nueva York era su nuevo foco y Harlem, su epicentro. Este se había convertido en la cuna – y lo seguiría siendo durante muchos años – de los aspirantes a músicos de jazz negros. También fue donde las bandas de jazz afroamericanas consolidadas lucharon por el éxito y el reconocimiento nacional.
Harlem estaba ubicado en la ciudad de Nueva York, pero no era «de» la ciudad de Nueva York. Formaba parte de Upper Manhattan, antaño había sido un distrito blanco, pero ahora era predominantemente negro. Era negro en población, negro en cultura y arte, y negro en música y entretenimiento.
Cuando Oliver estaba en su apogeo en 1924 y 1925, como el rey del jazz en Chicago, los clubes y salones de baile de Nueva York estaban deseosos de poder contar con él. Tuvo en sus manos una oportunidad de oro para entrar en el mercado musical más grande del mundo. El momento era perfecto. Pero se negó a irse. ¿Para qué marcharse de Chicago cuando todo iba tan bien? ¿Para qué arriesgarse? Oliver podía ser obstinado ante los cambios.
Oliver finalmente decidió llevar a sus «Dixie Syncopators» a Nueva York, o más concretamente a Harlem, en 1927. Llegaba a la big city precedido de la fama que había adquirido en Chicago y el Savoy Ballroom, la catedral del jazz neoyorquina le contrató junto a sus «Dixie Syncopators» durante dos semanas publicando los siguientes anuncios en los periódicos:
¡SALVE EL REY!
Gente de todo el Este está reservando para asistir al sensacional estreno de KING OLIVER y su orquesta, directamente desde el Plantation Cafe de Chicago. Posiblemente la primera y única aparición en Nueva York del Rey del Jazz más famoso del mundo, con la banda más popular del Oeste. SOLO POR DOS SEMANAS. Comienza el martes 10 de mayo por la noche en el SAVOY, el mejor salón de baile del mundo, en Lenox Avenue, 140-141 Street. Sin aumento de precio.
¡LA GUERRA ESTÁ DECLARADA!
Chicago vs. Nueva York. El Rey Oliver, Rey del Jazz, avanza sobre Nueva York con su vasto Ejército de Syncopators. La banda de Fess Williams, la más baja de los bajos fondos, se prepara para defender su tierra natal, «SAVOY», con una ráfaga de munición al rojo vivo. Refuerzos, encabezados por Chick Webb, están disponibles para reforzar la defensa. La Batalla de la Música de Jazz comienza la noche del martes 10 de mayo y continúa durante dos semanas.
Las actuaciones y “batallas entre bandas” de Oliver en el Savoy Ballroom fueron recibidas con gran entusiasmo tanto dentro como fuera del local, hasta el punto de que su manager intentó seguir contratándole. Pero Oliver quería más dinero. El Savoy se negó. Oliver se mantuvo firme. El Savoy siguió negándose. Así que se separaron.
Evidentemente, le llegaron ofertas para otros conciertos en Nueva York. Había muchos locales de música en Harlem que querían contratar a los «Dixie Syncopators», pero Oliver también les dijo que no, convencido de nuevo de que su banda merecía un mejor salario.
Una de las normas que regían en el Cotton Club consistía en contratar para cualquier puesto a gente de Chicago, ya que venían normalmente con el visto bueno del sindicato (de la mafia). La primera orquesta que contrataron fue «The Missourians» de Chicago dirigidos por Andy Preer que, una vez en Harlem, se convirtió en «Andy Preer’s Cotton Club Syncopators». En 1927, Andy Preer falleció y la banda se disolvió. La primera opción que barajaron los mandamases del club fue contratar a la banda de King Oliver ya que ello significaba no solo conseguir a una orquesta de renombre, sino al mismo tiempo, a una banda «segura», que tenía una gran experiencia en actuar en clubs en manos del sindicato en Chicago.
Para Oliver, convertirse en la banda del Cotton Club le traería grandes beneficios, como la seguridad de un trabajo estable, actuar en el club más elitista de Harlem y aumentar la visibilidad nacional de su banda.
Visto en retrospectiva, es inverosímil pensar que King Oliver rechazara la oferta del Cotton Club cuando era bien sabido que pagaba a sus artistas los mejores salarios de Harlem. Pero Oliver siguió argumentando que el dinero no era el suficiente.
El 4 de diciembre de 1927, la orquesta de Duke Ellington se aposentaba en el Cotton Club después de salvar in extremis el gran inconveniente de no ser una banda de Chicago. El resto es historia.
«King Oliver’s and His Dixie Syncopators» salieron de gira a principios de 1928. Para el mes de julio aparecieron las primeras deserciones en la orquesta. Para el otoño, Oliver disolvió lo que quedaba de los «Dixie Syncopators», dejando que cada músico se buscara un nuevo trabajo.
Oliver nunca volvería a tener una banda estable como los «Dixie Syncopators». En su lugar, para continuar con su carrera necesitó depender de bandas improvisadas y músicos de estudio.
En 1929, el sello Victor se interesó por Oliver y le contrató para que formara parte de su elenco de artistas. Del 1 de febrero de 1929 al 19 de septiembre de 1930, grabó 36 canciones acompañado de músicos de estudio de la propia discográfica. Uno de los temas fue el standard tradicional de Nueva Orleans, «St. James Infirmary». En este caso la orquesta estuvo dirigida por Carroll Dickerson y el cantante fue Frankie Marvin.
La Gran Depresión que comenzó con el desplome de la Bolsa de Valores de 1929 no sería benévola para ningún músico. Oliver perdió sus ahorros en quiebras bancarias en Chicago. Las ventas de sus discos se desplomaron, lo que provocó la cancelación de su contrato discográfico con Victor. A medida que la economía se tambaleaba, a Oliver le resultaba cada vez más difícil formar bandas. Los músicos que contrataba a menudo eran segundones.
Finalmente, a mediados de los años 30, a Oliver se le terminó el camino y se encontró varado en Savannah, Georgia, sin banda y sin dinero.
El trombonista, Preston Jackson que tocó con él en Chicago, comentó: “No entiendo cómo se desmoronó, como terminó tan abajo. Nunca supe qué pasó, porqué acabó en Georgia vendiendo verduras. Es un gran bajón con respecto a lo que fue. Daba la sensación de que no supo aprovechar su popularidad a su debido tiempo…”.
Louis Armstrong, recordando sus últimos años, lo resumió así: “Mira, nunca olvido lo que le pasó a Joe Oliver. Alguien tuvo que decirle que no tenía nada que ofrecer. Había envejecido, había perdido ese algo especial: los reflejos alrededor de los labios… No tenía un agente que lo cuidara. Nadie lo apoyó”.
La banda de Louis Armstrong llegó a Savannah en agosto de 1937. Y el trompetista se encontró a su mentor y amigo, Joe Oliver, sumido en la pobreza. No obstante, pasaron un buen rato recordando tiempos pasados. Al despedirse, Armstrong y los demás miembros de la banda le metieron dinero en el bolsillo al “viejo rey” y lo invitaron al concierto de esa noche. Oliver con esos dólares fue a la casa de empeños a rescatar sus mejores galas. En algún momento de la actuación de esa noche, Armstrong y sus compañeros vieron como King Oliver aparecía por la puerta como si estuviera listo, una vez más, para liderar a su banda. Elegante, como si el tiempo retrocediera a los años veinte. Llevaba su sombrero Stetson ladeado hacia abajo, zapatos de botones y su largo abrigo negro. Una vez acabada la actuación pasaron una agradable noche simplemente hablando entre ellos. Lo único que faltó fue su corneta. Todavía permanecía en la casa de empeños.
El 10 de abril de 1938, King Oliver falleció de una hemorragia cerebral en su pensión de Savannah. Pero Armstrong opinó que lo que realmente lo mató fue tener un corazón roto. Todo el mundo siempre se había referido a él, con respeto, como «el Viejo». Solo tenía 52 años, según su certificado de defunción.
La hermana de Oliver aportó el dinero para enviar su cuerpo a Nueva York para su entierro.
En su lápida se puede leer: «King Oliver, músico».
Llevó su corona hasta el final.