
















Adele & Fred Astaire: Dos Hermanos Nacidos para el Baile
Fred Astaire fue bailarín, actor, cantante, coreógrafo y presentador. Se mantuvo al pie del cañón durante 76 años. Mucha tela que cortar. Pero como todo, tiene un principio.
Fred Astaire nació como Frederick Austerlitz el 10 de mayo de 1899 en la ciudad de Omaha en el estado de Nebraska. La familia judía de los Austerlitz provenía de Austria y tenía fijada su residencia en Viena. Su padre Fritz se movía entre los ambientes bohemios de la ciudad. Su sueño era trabajar como pianista en una orquesta de opereta. Sus raíces judías no las pudo borrar ni siquiera convirtiéndose al catolicismo y cuando emergió un fuerte movimiento antijudío en su país decidió cambiar de aires y emigrar a los EE. UU. Se sabe que llegó a Nueva York el 26 de octubre de 1892 a bordo del transatlántico «SS Western-Land». Tenía 24 años.
Lo primero que hizo Fritz al llegar a la gran ciudad fue dirigirse a Manhattan para tratar de convertirse en un cantante y pianista de éxito. Todos sus intentos estuvieron avocados al fracaso.
Visto lo visto, aceptó un trabajo de fotógrafo para la International Publishing and Portrait Company con sede en Omaha. La economía del país colapsó y su medio de subsistencia también. Consiguió seguidamente un puesto de cocinero en el saloon, The Mountain Liquor House sito en Broadway. Fritz, con su carácter abierto y con la natural simpatía de que hacía gala, supo congeniar muy pronto con la comunidad austríaca/alemana de la ciudad.
La mayoría de los acontecimientos sociales estaban organizados por la Iglesia Luterana y en uno de esos eventos, Fritz (con una edad de 25 años) conoció a Anna Geilus una bella e inteligente joven de 15. Sus padres, Wilhelmina y David, habían dejado atrás su Prusia natal y emigrado a los EE. UU. asentándose en Omaha en 1878.
Anna, una muchacha con inquietudes artísticas que iban desde la literatura a la música pasando por el diseño de moda, vivía en un entorno familiar represivo que no le permitía dedicarse a aquello que ella deseaba. Desde el primer momento en que conoció a Fritz, este se convirtió en una figura romántica, desenvuelta, cosmopolita y amante de la música. El amor prendió entre ellos, pero los padres de ella desaprobaron enérgicamente la relación hasta que se quedó embarazada y las tornas cambiaron drásticamente.
La boda se celebró el 17 de noviembre de 1894 en la First Lutheran Church de Omaha. Fritz y Anna se desplazaron a la ciudad de Council Bluffs, Iowa, donde el estado de ella no causaría un escándalo. Desgraciadamente perdieron el bebé que esperaban.
Anna decidió volver a Omaha, donde Fritz encontró un empleo con Walter Moise, un vendedor de cerveza, vino, cristalería y cigarros. La mayor preocupación de ella era quedarse nuevamente embarazada algo que consiguió, dando a luz una niña el 10 de septiembre de 1896 y a la que le pusieron el nombre de Adele.
Tanto Fritz como Anna se ocuparon de que Adele aprendiera a bailar antes que andar, ya que ambos le daban lecciones de danza tocando al piano valses de Strauss y de Franz Lehár desde su más tierna infancia.
Lo único que le faltaba a Adele era una pareja y bien que sus padres la buscaron con ahínco. Sus deseos se vieron cumplidos el 10 de mayo de 1899. Ese día vino al mundo Frederic Austerlitz II y con bastantes problemas. Adele relató más adelante: “Mi hermano nació medio muerto. … Fred nació siendo un bebé demasiado grande y se desinfló como un globo. Mi abuelo, el padre de mi madre, dijo: «Annie, ese niño nunca vivirá». Sin embargo, Anna estaba decidida a que el niño frágil viviera y se dedicó a fortalecer su fuerza e inmunidad.
Anna muy pronto se dio perfecta cuenta de que había engendrado a dos precoces bailarines. En cuanto pudo los matriculó en la Chamber’s Academies of Dancing de Omaha cuyo propietario era el instructor de baile, Billiard Chambers. A Fred por un doble motivo: la danza y para que aumentara su fuerza y desarrollase su frágil físico.
Al cabo de unos meses, Chambers se percató de todo el potencial artístico que atesoraban ambos niños y persuadió a Fritz y Anna para que se desplazaran a Nueva York donde ellos recibirían la formación adecuada. Además, en ella se encontraban los mejores agentes en busca de nuevos talentos infantiles.
Adele tenía ocho años y Fred cinco cuando, en enero de 1905, dejaron Omaha con sus padres y se dirigieron por tren a Nueva York. Fritz eligió la Alviene Master School of the Theatre and Academy of Cultural Arts. Este centro había sido fundado en 1894 por Claude M. Alvine y su esposa, la exbailarina, Neva C. Irvin. Además, en aquel tiempo era la única de los Estados Unidos que ofrecía cursos especializados en todos los aspectos de las artes teatrales. Su personal docente estaba integrado por profesionales del vodevil, la ópera y el ballet. Los jóvenes que se graduaban en el centro poseían la formación necesaria para cubrir todos los aspectos necesarios para ejercer una carrera en el mundo del espectáculo.
Una vez que la familia se asentó en Nueva York, Fritz regresó a Omaha para continuar con su trabajo.
Además de preparar y supervisar las lecciones cotidianas de los niños, Anna se hizo cargo de su educación cultural y se dio cuenta de que una de las mejores maneras de aprender sobre teatro, técnica escénica y estilo era ver en escena a lo mejor de la profesión. Adele con trece años y Fred con diez ya habían asistido a las mejores performances que se podía ver en la ciudad. De Ethel Barrymore a Anna Pavlova, de George M. Cohan a Hazel Dawn.
La artista preferida de Adele y Fred en esos tiempos preadolescentes fue la estrella del ballet danesa, Adeline Genée. A principios de 1908 apareció por primera vez en Estados Unidos en un espectáculo musical producido por Florenz Ziegfeld, «The Soul Kiss», en el New York Theatre, donde fue catalogada como «La bailarina más grande del mundo». De las 122 representaciones del espectáculo, Fred y Adele vieron al menos una cuarta parte, casi siempre desde el final de la tercera fila del balcón, desde donde pudieron estudiar atentamente la grácil agilidad de Genée y la discreción de sus movimientos. Adele recuerda: “Ella nunca utilizaba el clásico tutú de balé, sino que iba ataviada con vestidos largos y en su cabeza lucía tres rubios bucles”
Por esa época, Anna comenzó a pensar en un adecuado apellido artístico para los niños. Quería uno con marchamo de estrella, eufónico y que no sonase a “extranjero” y más fácil de pronunciar que Austerlitz, «que parecía el nombre de una marquesina de teatro». Parece ser que en la escuela de Alviene a Adele y a Fred les llamaban “The Austers” “The Astiers” “The Astares” y “The Astaires”. Al final eligió esta última denominación: Adele Astaire y Fred Astaire.
En otoño de 1905, Alviene decidió que los chicos ya estaban preparados para su primera aparición profesional. Ideó una actuación para ellos y consiguió que se representara en el Pavilion Beach de New Jersey, un parque de diversiones que había abierto dos años antes. Llamó a esa performance «The Wedding Cake Act». El decorado consistía en dos grandes pasteles de boda de dos metros de diámetro y medio metro de altura equipados con campañas musicales y luces eléctricas intermitentes. El sketch, de doce minutos, empezaba con Adele vestida de blanco y Fred con chistera y frac. Bailaron sobre los pasteles y subieron y bajaron por unas escaleras que aparecían mágicamente mientras sonaba Dreamland Waltz. Tras una salida y un rápido cambio, regresaron al escenario fantásticamente disfrazados, Fred como una langosta y Adele como una copa de champán, para realizar un excéntrico dúo final sobre las tartas musicales.
Otra persona importante en el devenir de la carrera artística de Adele y Fred fue el coreógrafo Ned Wayburn (1874 – 1941). Se dice de él que fue el primero que oficializó el uso del término «tap» (claqué) en referencia al percusivo baile norteamericano. Por su academia pasaron importantes iconos del show business como Adele y Fred. Él fue el que le enseñó a este último los fundamentos del claqué y de las síncopas. Su influencia sobrepasó a las técnicas de baile. Wayburn fue el primero que les dio a los hermanos clases de canto y les insufló un factor indeterminado que él llamaba «personalidad». Cuando los Astaire estaban en el punto más álgido de su carrera en 1925, escribió un libro que tituló “The Art of Stage Dancing” que decía, entre otras cosas los siguiente:
“Nunca me cansaré de enfatizar demasiado la importancia de la personalidad en una carrera teatral exitosa. Junto con el dominio de los pasos de baile y de estar provisto de un cuerpo hermoso y sano, también hay que desarrollar la personalidad. Y como cada individuo la tiene diferente, es recomendable seleccionar el tipo de baile que mejor se adapta a ella. Es por esta cualidad que la actuación de estrellas como… Fred y Adele Astaire deja una impresión duradera. Cada paso, cada movimiento está diseñado para resaltar las características de su individualidad. Lo más importante no son los pasos de baile en sí sino cómo se ejecutan: esa individualidad es la que da expresión a todo lo que hacen”.
Adele y Fred terminaron su aprendizaje con Ned Wayburn y se enrolaron en el Orpheum Circuit de vodevil con el que realizaron giras desde 1907 a 1909. En los siguientes dos años y medio volvieron con Wayburn y no realizaron ninguna performance profesional, participando únicamente en los recitales que ofrecía la escuela.
En el verano de 1911, Adele y Fred ya estaban ansiosos por volver al vodevil y su madre Anna le pagó a Wayburn $1.000 para que escribiera una nueva performance que reflejara la madurez de los niños mostrando sus progresos sobre el escenario tanto en situaciones dramáticas como cómicas. Wayburn produjo un sketch titulado «A Rainy Saturday» que según sus propias palabras “era una historia cotidiana con la que los niños mantendrían la atención de los espectadores además de provocarles alguna que otra sonrisa”.
Cuando el número estuvo totalmente ensayado, Anna se percató de que sus hijos carecían de un agente teatral. Wayburn salió en su rescate proponiéndole que intentaría que Adele y Fred fueran admitidos en un evento benéfico que se iba a celebrar en el Proctor’s Fifth Avenue Theatre de Broadway durante la semana del 19 de febrero de 1912. Allí los verían actuar importantes personajes del show business. Anna aceptó la propuesta y los niños fueron admitidos en el programa. Esta se iba a convertir en la primera aparición de los Astaire en la importante ciudad de Nueva York.
Cuando Adele y Fred llegaron el lunes por la mañana al teatro para la función matinal se dieron cuenta de que eran los primeros en salir al escenario, pero por una mala planificación antes de su aparición una persona comenzó con un diálogo que se mantuvo durante varios minutos consiguiendo que medio teatro se quedara vacío. Salieron los Astaire, pero sus bromas se la llevó el viento y sus bailes recibieron escasos aplausos. Terminaron su número hicieron una reverencia y salieron en medio de un silencio atronador. Quedaba la esperanza de que su actuación, en la función de tarde, resultara satisfactoria en todos los sentidos. Cuando llegaron al teatro se encontraron con que su número había sido eliminado de la programación.
Después de este desastroso regreso al vodevil y además en Nueva York, a los Astaire no les quedó otro remedio que volver a los poco glamurosos escenarios que ofrecían los circuitos de poca monta. Eso también significaba salarios más bajos con más trabajo (tres pases por día y cuatro los sábados) y muchas veces en reconvertidos teatros de poblaciones pequeñas que dejaban mucho que desear.
Adele fue la primera que dijo: “El vodevil ya no es esa señorita fascinante como lo fue en antaño”. Ambos sabían, que por difícil que fuera, su mirada la tenían que dirigir a Broadway. Sus días en el vodevil habían terminado.
Ned Wayburn fue, otra vez indirectamente, el que propició que a Adele y a Fred los llamaran de Broadway. En 1908, cuando ambos tenían 12 y 9 años respectivamente, el coreógrafo logró que se interesaran por ellos los productores de Broadway, Lee y J. J. Shubert, aunque dada su corta edad no encontraron papeles para ellos. Ahora, tenían 21 y 18, una edad correcta para pisar los escenarios del centro mundial del show-business.
Los hermanos Shubert contrataron a Adele y Fred para un musical llamado «Over the Top». Se estrenó el 28 de noviembre de 1917 en el Lew Fields’ 44the Street Theatre y se mantuvo en cartel durante 78 representaciones. La música fue compuesta por Sigmund Romberg con letra de Matthew C. Woodward y Charles Manning. Ninguna de sus canciones ha sobrevivido con el paso de los años. A los Astaire les asignaron dos números de baile.
Durante el período de 1918 a 1923, Adele y Fred actuaron en cinco musicales de Broadway: «The Passing Show» (1918), «Apple Blossoms» (1920), «The Love Letter» (1921), «For Goodness Sake» (1922), «The Bunch and Judy» (1923). Cada vez adquiriendo más protagonismo.
Y llegamos a 1924. Ese año y el 1 de diciembre se estrenó el musical «Lady, Be Good», producido por Alex. A. Aarons y Vinton Freedley. La música fue escrita por George Gershwin con letra de su hermano Ira. El telón subió y bajo durante 330 representaciones. A Adele Astaire y a Fred Astaire les dieron los papeles de protagonistas.
La mejor y mayor colaboración entre los Gershwin y los Astaire fue el musical «Lady, Be Good». Howard Pollack, biógrafo de Gershwin escribió: “«Lady, Be Good» fue una de las obras teatrales estadounidenses por excelencia de la década de 1920” y además la que finalmente diferenció la comedia musical de la opereta”.
En el New York Times el crítico Stark Young comentó en un artículo: “Lo que queda y deleita a la gente son los Astaire, y nuevamente los Astaire. Y de los Astaire lo que conquista a todos los corazones es la calidad de la danza, la pureza del baile. Es inútil intentar, forzando nuestras experiencias en todo tipo de arte, encontrar una explicación que tenga un sentido lógico o definido. Ese baile sigue siendo inexplicable. Es abstracto como lo es la música, apenas imitativo, bastante libre y completo en sí mismo. Es ágil, inteligente, complicado, lo que se quiera decir al respecto. Pero es más esquivo y vital que todo eso. El arte de las palabras no puede expresarlo. Así como Sullivan escribió la comedia de la música, este arte de los Astaire es la comedia de la danza. Sólo ella puede expresarse”.
“Cuando Fred Astaire asume esa expresión expectante y pide, con un ligero tono de voz: «Oh, dulce y encantadora dama / sé buena, oh, señora / sé buena conmigo», el oyente tiene la sensación de que es testigo de una de esas raras ocasiones en las que la forma y el contenido, el creador y el intérprete, se han fusionado para producir algo que no se encuentra a menudo en el arte popular, o incluso en cualquier otra cosa: la perfección”. (Benny Green, saxofonista y escritor británico).
Adele y Fred estrenaron como protagonistas cuatro nuevos musicales en Broadway: «Sunny» (1925), «Smiles» (1930), «The Band Wagon» (1931) y sobre todo el titulado «Funny Face» de 1927, con música y letra de los hermanos Gershwin, que obtuvo un éxito casi comparable con el de «Oh Lady, Be Good».
Hacia finales de 1925, los Astaire se desplazaron a Londres para representar el musical «Funny Face» La última función fue el 30 de junio de 1926, después de haber estado en cartel durante 262 días. En ese evento estuvieron presentes el príncipe Aly Khan y Lord Charles Cavendish, el hijo más joven del noveno Duke of Devonshire.
Adele y Fred regresaron a Nueva York y como he comentado actuaron en el musical «Sunny» y en «The Band Wagon». Cuando estaba recién estrenado este último se presentó en Nueva York, Lord Charles Cavendish. Adele y el aristócrata ingles comenzaron una relación y al cabo de unos meses se comprometieron formalmente. De hecho, Adele se retiró del mundo del show businnes el último día de la representación del musical «The Band Wagon»: el 16 de enero de 1932.
La hasta entonces actriz y bailarina se convirtió en Lady Charles Cavendish el 9 de mayo de 1932 y nunca más volvió a subirse a un escenario como profesional.
Fred Astaire protagonizó en solitario un único musical en Broadway, el titulado «Gay Divorce» con música y letra de Cole Porter que se estrenó el 29 de noviembre de 1932, logrando representarse 248 veces.
Fred dirigió sus miradas a Hollywood que le recibió con los brazos abiertos rodando cerca de 40 películas de las cuales una treintena fueron musicales y de estos últimos los más famosos y recordados son las diez películas en las que su pareja fue Ginger Rodgers.
En el año 1926, el sello English Columbia Records grabó la canción Fascinating Rhythm, perteneciente al musical «Lady, Be Good», interpretada por Adele y Fred Astaire que tuvieron el privilegio de ser acompañados al piano por el compositor de la misma, George Gershwin. Con esta pequeña joya me despido de esa entrañable y memorable paraje de hermanos, Adele Astaire y Fred Astaire.