La Historia Detrás de la Foto (III): Migrant Mother

Migrant Mother – D. Lange
John Steinbeck – 1935
Dorothea Lange
Camapamento de emigrantes
Dorothea Lange
Florence Owens Thompson con 76 años
Florence Owens Thompson
Woody Guthrie
La Historia Detrás de la Foto (III): Migrant Mother
Migrant Mother – Dorothea Lange

Entre 1931 y 1939, unas tormentas de polvo barrieron los estados del Medio Oeste americano. En Oklahoma, un periodista definió, a ese territorio que estaba siendo devastado por las tormentas, con la expresión «Dust Bowl» «Cuenca de Polvo» y ese término acabó haciéndose muy popular. Esos vendavales trajeron consigo sequía, tornados, ráfagas interminables de lluvia de polvo y nieve que decapitaron a todo aquello que crecía en la tierra.  
El crash económico de 1929 había provocado una caída vertiginosa de los precios. En estados como Oklahoma, Texas, Kansas y Nebraska los granjeros subsistían con unos racionamientos propios de una guerra y eso que les quedaba fue arrasado por el «Dust Bowl» que destruyó completamente las cosechas de trigo y de maíz. Los granjeros más empecinados sembraron cardos, pero la rebelión de la naturaleza también los aniquiló. No les quedó más remedio que hipotecar sus granjas que finalmente se las quedaron los bancos. Y ese se convirtió en el triste momento en que los malvendieron sus escasas pertenencias, amontonaron sus fogones junto a sus bolsas de ropa en los descacharrados automóviles Ford y pusieron rumbo a California, que era como la Tierra Prometida, con sus prósperas explotaciones agrícolas. 
Entre 1935 y 1938, alrededor de cuatrocientos mil granjeros del Medio Oeste – conocidos popularmente como como «okies» – se aposentaron en California a la espera de una vida mejor, pero la primera bofetada que recibieron se la dieron los propios ciudadanos de California, ya que según llegaban los miraban con odio y los menospreciaban tachándoles de ignorantes, sucios y portadores de enfermedades. 

El periodista y escritor John Steinbeck relató en una serie de artículos, que aparecieron en The San Francisco News durante 1936, toda la odisea que supuso para los agricultores emigrantes lograr adecuarse al nuevo territorio y comenzar con una nueva vida. 
Estos artículos dieron su fruto en su libro titulado Los Vagabundos de la Cosecha editado en 1936. Esta pequeña obra fue la semilla que germinó dando como resultado su gran novela titulada Las Uvas de la Ira de 1939 que recibió el Premio Pulitzer en 1940. Así mismo, el director de cine John Ford rodó en 1940 una película basada en la novela de Steinbeck. La tituló de igual manera y le dio el papel de protagonista a Henry Fonda. El film estuvo nominado a siete premios Oscar ganando dos: Al mejor director (John Ford) y al mejor papel secundario (Jane Darwell). 
John Steinbeck recibió el Premio Nobel de Literatura en 1962. 

En un desapacible atardecer del mes de marzo de 1936, Dorothea Lange dio por finiquitado un reportaje fotográfico que le había costado un mes de trabajo. En él había reflejado las duras condiciones de vida en las que estaban inmersos los granjeros que habían emigrado desde los estados del medio oeste norteamericano hasta aposentarse cerca de Los Ángeles 
Conduciendo su coche por la autopista 101 su deseo era llegar a su residencia en Berkeley en siete horas. Al pasar por el pueblo de Nicomo vio un tosco cartel de madera en el que se leía «Pea Pickers Camp». Lange, que pertenecía al staff de fotógrafos de la «Franklin Delano Roosevelt’s Resettlement Administration» no pudo resistir la tentación de tomar más fotografías. Se metió con su coche por un camino lleno barro y descubrió un extenso y sórdido campamento de casi 2.500 granjeros cuya principal preocupación era conseguir comida y luchar contra los elementos. Por pura casualidad, Lange concentró su mirada en una mujer junto a un puñado de críos acurrucados en una tienda de campaña hecha jirones: 
 
«La vi y, como si me atrajera un imán, me acerqué a la madre hambrienta y desesperada. No recuerdo cómo le expliqué mi presencia ni por qué llevaba una cámara, pero sí recuerdo que no me preguntó nada. Hice cinco tomas, fotografiando cada vez más cerca desde la misma posición. Me dijo que había sobrevivido comiendo verduras congeladas de los campos de alrededor y de pájaros que los niños cazaban. Acababa de vender los neumáticos de su coche para comprar comida. Se sentó en aquella especie de tienda de campaña con sus hijos apiñados alrededor; parecía que sabía que mis fotografías la ayudarían, así que ella misma me ayudó. Una especie de igualdad se apoderó de aquella situación”   

Una vez que la fotógrafa hubo partido, la mujer continuó con su mirada perdida en el horizonte. Nadie se percató de que la profunda angustia que esa tarde expresaba el rostro de la mujer sin nombre quedaría congelada en la historia por toda la eternidad. 

Según los estudiosos, ninguna otra imagen del archivo estadounidense concentra la emoción acuciante y la trágica intensidad de la fotografía conocida como «Migrant Mother» (Madre Emigrante), la quinta exposición realizada por Lange durante ese fortuito encuentro en Nipomo. De hecho, ese sombrío retrato alcanza un estatus casi mítico, simbolizando, si no definiendo, toda una era en la historia de la nación norteamericana. 

Sin embargo, a pesar de todos sus elogios, la historia detrás de la instantánea «Migrant Mother» ha permanecido oculta durante mucho tiempo rodeada de misterio y controversia. Tal vez lo que Lange sintió aquella tarde brumosa en Nipomo fue el motivo por el que estuvo extrañamente negligente en obtener más información sobre «la mujer sin nombre». Lo poco que transcendió fue en gran medida engañoso y objetivamente incorrecto, incluida la fecha de las fotos, que en sus notas se reflejaba alternativamente como tomada en febrero o marzo de 1936. 

Unas pocas semanas después, las fotos de «la mujer sin nombre» junto a sus hijos se publicaron en el San Francisco News. El gobierno anunció entonces que enviaría 10.000 kilos de alimentos al campo de refugiados «Pea Pickers Camp». Cuando la ayuda llegó «la mujer sin nombre» y su familia habían seguido carretera adelante. Incluso cuando su imagen fue ampliamente reimpresa y reproducida en portadas de revistas y hasta sellos postales, la «Madre Emigrante» parecía haber desaparecido. 

En 1978, una mujer llamada Florence Owens Thompson escribió una carta al editor del Modesto Bee – un periódico californiano fundado en 1884 – comunicándole que ella era la mujer de la foto conocida como «Migrant Mother» y quería dejar bastantes cosas claras. 

Florence Owens Thompson (Florence Leona Christie) nació el 1 de septiembre de 1903 en la reserva india de la Nación Cherokee de padres también nativos americanos. Con 17 años se casó con Cleo Owens (de 23) un granjero de Stone County y trajeron a este mundo a siete hijos. En la primavera de 1931, Cleo falleció de tuberculosis. Florence trabajó en el campo y en un restaurante para mantener a su familia. Conoció a otros hombres con los que también tuvo descendencia. El último de ellos fue Jim Hill un granjero que cultivaba la remolacha en el Imperial Valley situado en la frontera entre California y México. En marzo de 1936, Jim Hill, Florence y seis de sus hijos se montaron en el sedán Hudson y se dirigieron al norte hacia Watsonville, donde tenían la esperanza de encontrar trabajo en los campos de lechuga de Pájaro Valley. Viajaban por la autopista 101 cuando cerca de Nipomo se les estropeó el radiador del coche y consiguieron llegar hasta «Pea Pickers Camp». Se quedaron asombrados de la cantidad de gente que, como ellos, permanecía en él. 
Florence mandó a sus dos hijos mayores, Leroy y Troy, que desmontaran el radiador agujereado y se desplazaran hasta el pueblo de Nipomo para encontrar a alguna persona que se lo pudiera arreglar. Esa tarde fue cuando apareció la fotógrafa Dorothea Lange. 

Florence Owens Thompson le recalcó al editor del Modesto Bee que se sentía explotada por el retrato de Lange: Yo desearía que nunca me hubiera tomado esa foto. No recibí ni un penique por ella. La fotógrafa ni siquiera me preguntó cómo me llamaba. Me dijo que no vendería las fotos y que me enviaría una para mí. Jamás lo hizo. La foto se convirtió en una nueva cruz para mí, en un mundo lleno de dificultades. 

La tumultuosa relación entre Dorothea Lange y Florence Owens Thompson, a raíz de la famosa foto, dio una irónica vuelta de tuerca en los meses finales que le quedaban de vida a esta última. Y lo más probable es que ella no fuera consciente de ello. 

En la primavera de 1983, Florence de 79 años, vivía sola en una modesta caravana que le habían comprado sus hijos. Enfermó de cáncer y antes de que los médicos la pudieran operar la sometieron a una limpieza de arterias que le produjo un ictus. A mediados del verano su salud se deterioró notablemente necesitando la atención de una enfermera día y noche y eso suponía asumir un coste de $1.400,00 semanales. Cifra impensable para la familia. 
Su hijo, Troy, decidió realizar una especie de campaña para intentar recabar los fondos que su madre necesitaba. Se puso en contacto con el editor del San José Mercury News, Jack Foley, que entendió rápidamente las implicaciones históricas que poseía Florence Thompson. La historia que relató Foley en su periódico obtuvo un eco a nivel nacional y se recaudaron $35.000,00 a través del Migrant Mother Fund administrado por el Hospice Caring Project of Santa Cruz County. Las donaciones, grandes o pequeñas, llegaron de todo el país con testimonios como estos: “La famosa foto de tu madre me dio durante años mucha fuerza, orgullo y dignidad, sólo porque ella irradiaba como nadie esas cualidades”. “Adjunto se encuentra un cheque por $10 para ayudar a la mujer cuyo rostro expresa elocuentemente esos atributos que nuestro país aún no los ha encontrado”. “Le he prometido a Dios que si gano dinero en Reno os lo enviaré. Deseo poder enviaros más, pero esto es lo que tengo ahora”. 
 
En total, llegaron casi 2.000 cartas y esta abrumadora respuesta consiguió que los hijos Owens-Hill contemplaran bajo una nueva luz el retrato que Lange había tomado de su madre: “Ninguno de nosotros nunca comprendió realmente cuan profundamente había afectado la foto de mama a las personas. Nosotros solo la mirábamos bajo nuestra perspectiva. Para mamá y para nosotros esa foto siempre había sido un poco como una maldición. Después de que llegaran todas esas cartas, creo que nos sentimientos orgullosos de ella (de la foto)”. 

Por un corto tiempo, la salud de su madre parecía que mejoraba, pero nunca se recuperó por completo. Podía abrir los ojos, pero no podía hablar. El 16 de septiembre de 1983, pocas semanas después de cumplir los 80 años, Florence Thompson falleció en la casa de su hijo, Troy. 

Si John Steinbeck con su pluma describió con destreza todas las penalidades que sufrieron los miles de agricultores por el llamado «Dust Bowl», el músico de country Woody Guthrie se valió de su garganta y de su guitarra. 

En 1937, Guthrie, junto a su inseparable guitarra, se subió al techo de un tren de mercancías y viajó hacia el oeste en compañía de vagabundos y jornaleros sin trabajo. Cuando llegó a California buscó y encontró un trabajo de granjero. Allí comenzó a escuchar las dramáticas historias que le relataron los granjeros sobre cómo habían luchado hasta alcanzar su preciado destino: California. 
Guthrie, inspirándose en esas narraciones comenzó a componer y a escribir la letra de unas canciones a las que él denominó «Dust Bowl Ballads». El 26 de abril y el 3 de mayo de 1940, y para el sello Victor Records, grabó dos álbumes, que contenían once canciones, a los que denominó Dust Bowl Ballads Vol.1 y Vol.2 
Este trabajo fue el primero que Woody Guthrie grabó y se convirtió en el más vendido y apreciado de toda su carrera. 

En el año 1950, la sección discográfica del Smithsonian Institution, Folkways Records, editó un L.P. titulado Ballads from the Dust Bowl de Woody Guthrie que contenía ocho de los temas. En el librito que acompañaba al disco se encuentran todas las letras de las canciones y una especie de carta que Guthrie escribió a finales de mayo de 1950 en Coney Island. Entre otras cosas dice: 
“En esas tormentas de polvo he vivido casi toda mi vida (quiero decir, traté de vivir). Conocí a millones de buenas personas que intentaban aguantar y seguir con vida mientras el polvo acababa con toda esperanza. Estoy hecho de ese polvo y de ese viento veloz y sé que voy a vencer a ambos si tan solo mi gobierno me ayudara. Escribí estas ocho canciones allí para tratar de mostrarte cómo es vivir bajo las condiciones salvajes y ventosas de esas grandes tormentas de polvo que salen y entran, suben y bajan. 
Ese viejo cubo de basura todavía sigue ahí y esa gran suciedad que causa el viento sigue ahí. El gobierno no ha arreglado eso y el Congreso no le ha puesto fin. Para eso hay que trabajar muy duro.  
Y eso es por lo que Folkways saca Ballads from the Dust Bowl, para que puedas escuchar estas canciones y preguntarle a tu propio corazón qué tipo de acción puedes tomar para ayudar a todos los refugiados que escucharás en este álbum”. Woody Guthrie. 

Uno de los temas de Dust Bowl Ballads es el titulado I’m blowing down  cuya letra dice:

Estoy volando por esa vieja y polvorienta carretera (x3) 
Y nunca más van a tratarme de este modo 
Voy a ir donde el sabor del agua sepa a vino (x3) 
Y nunca más… 
Voy a ir donde no soplen las tormentas de polvo (x3) 
Y nunca más… 
Dicen que yo soy un refugiado “dust bowl” (x3) 
Y nunca más… 
Busco un trabajo con un salario decente (x3) 
Y nunca más… 
Mis hijos necesitan tres comidas al día (x3) 
Y nunca más… 
Necesito un zapato de 10 dólares que encaje en mi pie (x3) 
Y nunca más… 
Los zapatos de dos dólares que me das hieren mi piel (x3) 
Y nunca más… 
Voy por esa vieja polvorienta carretera (x3)
Y nunca más… 

En el año 1964, Smithsonian Folkways Recordings, sacó un c.d. que contiene las once canciones que Woody Guthrie grabó en 1940 bajo el título de Dust Bowl Ballads. 

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