Los Músicos de Duke Ellington (III): Ivie Anderson, Herb Jeffries, Al Hibbler

Ivie Anderson, Herb Jeffries, Al Hibbler
Adelaide Hall
Bubber Miley
Ivie Anderson
Earl Hines
Ivie Anderson y la orquesta de Duke Ellington
Herb Jeffries
Herb Jeffries
Herb Jeffries
Al Hibber
Duke Ellington & Al Hibbler
Los Músicos de Duke Ellington (III): Ivie Anderson, Herb Jeffries, Al Hibbler

Una de las preguntas recurrentes en la que inciden los estudiosos de la música de Duke Ellington, ahora y siempre, está relacionada con la desconcertante elección de los vocalistas durante su extensa carrera. Una prestigiosa orquesta como la suya ¿por qué no contrató a los mejores cantantes de jazz?  Por sus filas desfilaron docenas de vocalistas. Algunos por unos días o en una sola sesión de grabación. Convirtió, y no dé vez en cuando, a instrumentistas de su orquesta en cantantes: Sonny Greer (batería), George Thomas (clarinete, saxo alto), Jimmy Harrison (trombón), Cootie Williams (trompeta), Ray Nance (trompeta, violín), Taft Jordan (trompeta) e incluso a su manager, Irving Mills o con el apodo de Sunny Smith).
Solamente tres vocalistas permanecieron por un largo período de tiempo en la banda de Ellington: Ivie Anderson (1931 – 1942), Herb Jeffries (1940 – 1942), Al Hibbler (1944 – 1952).

Antes de comenzar a escribir sobre estos tres cantantes, voy a pararme brevemente en la vocalista Adelaide Hall que consiguió que, por primera vez, una canción de Ellington cantada entrara en la lista de los discos más vendidos.

Adelaide Hall estaba actuando junto a la orquesta de Duke en el Lafayette Theatre de Harlem en octubre de 1927:
“Estábamos entre bastidores ensayando cuando Duke tocó por primera vez Creole Love Call. Empecé a tararear junto con la banda. Detuvo el número, se acercó a mí y me dijo: «Eso es justo lo que estaba buscando. ¿Puedes hacerlo de nuevo?». Le dije: «No puedo, porque no sé lo que estaba haciendo». Me rogó que lo intentara. De todos modos, lo hice y canté esta contra melodía, él estaba encantado y dijo: «Addie, vas a grabar esto con la banda». Un par de días después lo hice”.
Adelaide Hall grabó, junto a la orquesta de Ellington, Creole Love Call el 26 de octubre de 1927. Alcanzó el puesto 29 de las canciones más vendidas.

Se atribute al trompetista de EllingtonBubber Miley ser el primero que utilizó la ventosa de goma de un desatascador a modo de sordina para su instrumento. Él cuenta que estando en una tienda de “todo a cien” buscando un artilugio que le sirviera para sus propósitos se fijó en el desatascador de goma y se puso a practicar con él para regocijo de sus compañeros. Miley logró sacar a su instrumento un sonido sucio, rasposo y gutural al que en jazz se le llama “growl”. Su utilización consigue que los bronces de la orquesta se queden más roncos y agresivos pretendiendo parecerse a una voz humana rota o quizás, en algunos momentos, tratando de evocar el grito o quejido de los animales de una jungla.
Lo que estaba buscando Duke era que la voz de Adelaide tratara de imitar el sonido que salía de la trompeta de Bubber Miley.
Para escuchar de nuevo juntas (y por última vez en un disco) a la voz de Adelaide y a la orquesta de Ellington debemos esperar al 7 de enero de 1933. Ese día grabaron dos canciones. Una de ellas fue la titulada I must have that man que la compuso Jimmy McHugh con letra de Dorothy Fields para el musical de Broadway, Blackbirds of 1928 que se estrenó el 9 de mayo de 1928 y la interpretó precisamente Adelaide Hall.

La cantante de jazz que está más relacionada con la orquesta de Duke Ellington será sin género de duda, Ivie Anderson la cual permaneció entre sus filas durante once años.
Ivie nació el 10 de julio de 1904 en la ciudad de Bossier Parish, Louisiana y siendo una niña, ella junto a su familia, se asentó en la población de Gilroy, California. Estudió en la escuela del convento St. Mary’s hasta los trece años. Seguidamente partió a Washington D.C. donde pasó dos años en la National Training School for Women and Girls, donde recibió clases de canto y formó parte del coro de la escuela. De vuelta a California comenzó a cantar en clubs de Los Ángeles junto a bandas locales entre la que podemos destacar a la dirigida por Les Hite.
En 1925, Ivie Anderson, se unió como cantante y bailarina, a la compañía de vodevil regentada por los hermanos Fanchon and Marco (Fanchon Lucille Wolff y Marco Wolff) en una gira por todo el país y cuya estrella era la cantante Mamie Smith.
En 1928, Fanchon and Marco prepararon una nueva revista para realizar una tournée por Australia y contrataron de nuevo a Evie. Cinco meses duró la aventura australiana y de vuelta a casa la cantante decidió probar suerte en Chicago, ciudad que en aquellos momentos copaba muchas de las primeras páginas de los periódicos a nivel nacional.
En 1930, Ivie Anderson fue contratada por una importante banda, la liderada por el pianista Earl Hines, que actuaba en Grand Terrace de Chicago.

En 1931, la orquesta de Ellington fue contratada para tocar por primera vez en el Oriental Theatre de Chicago. Sus propietarios pensaron que el espectáculo resultaría mejor con la inclusión de una cantante. Prepararon una audición al respecto que llegó a oídos de Earl Hines que convenció a una indecisa Ivie Anderson para que se presentara a la misma. Al terminar quedaron dos finalistas, Mary Alix e Ivie Anderson. Ellington lo cuenta así en su autobiografía La Música es mi Amante: “Por aquel entonces, a finales de los años veinte y principios de los treinta, Mary Alix era una vocalista muy famosa y cotizada. Había aparecido en discos de mucho éxito con gigantes como Louis Armstrong o Jimmy Noone. Teníamos la oportunidad de escoger entre Mary o Ivie Anderson, tras debatirlo un poco se acordó seleccionar a Ivie en lugar de a la chica de los discos. Yo me preguntaba por qué, sin cuestionar la decisión (pues ellos eran los que iban a pagar) y pronto supe que habían escogido a Ivie porqué esta era de piel más oscura. La verdad, yo soy de las personas que nunca han dado importancia al color de la piel. En ese caso, lo importante era el sonido y la capacidad de la cantante.
Aunque Ivie no era muy conocida, pronto descubrí que se trataba de una artista extraordinaria y también de una extraordinaria persona. Tenía una gran dignidad y despertaba la admiración de todos allí donde fuera, en nuestro país o en el extranjero. Se convirtió en una de las estrellas y uno de los pilares del grupo y realizó algunas interpretaciones inolvidables”.

Duke Ellington compuso en el año 1932 el tema, It don’t mean a thing if it ain’t got that swing, que fue el primero en el que, en su título, apareció la palabra swing relacionada directamente con la música de jazz. A partir de ahí se popularizó y el jazz adquirió un término que intentaba definir una de sus características más importantes: el swing.

El 2 de febrero de 1932, Ivie Anderson entraba por primera vez en unos estudios junto a la banda de Ellington y en la primera grabación nos envió el mensaje claro y nítido del compositor: Todo carece de importancia si no tiene swing.

Bajo la dirección de Ellington, Anderson pronto se ganó la reputación de ser una de las mejores cantantes del país, aunque nunca alcanzó el mismo nivel de reconocimiento que vocalistas contemporáneas como Billie Holiday o Ella Fitzgerald. Esto en parte fue debido a que Anderson no contrató a ningún un agente de prensa. Ella estaba más que satisfecha de ser parte de la banda de Ellington y su nombre rara vez aparecía en los titulares a menos que cantara alguno de sus grandes éxitos junto a Ellington: Solitude (1939); Mood Indigo (1939); I Got It Bad (And That Ain’t Good) (1941) por nombrar tres de ellos.

Muy a su pesar, a Ivie Anderson no le quedó más remedio que abandonar la orquesta del Duque en agosto de 1942 debido a padecer asma crónica. Abrió un restaurante Chicken Shack en Los Ángeles y continuó durante los 40 cantando regularmente en los clubs del West Coast. Incluso organizó una banda a la que llamó Ivie Anderson and Her All-Stars con la que actuó y grabó algunas canciones como la titulada On the sunny side of the street en enero de 1946 (en sus filas estaba Charles Mingus).
Precisamente, un grave ataque de asma apartó definitivamente de los escenarios a esa gran cantante que fue Ivie Anderson, el 28 de diciembre de 1949.

Herb Jeffries nació el 24 de septiembre de 1913 en Detroit, Michigan. Su madre regentaba una casa de huéspedes por lo que decidió que sus padres se ocuparan de la educación de su nieto. Estos poseían una pequeña granja en la ciudad de Port Huron, Michigan, donde Herb, sobre todo, aprendió a montar a caballo.

Hacia la mitad de los años treinta las películas de vaqueros estaban presentes en la mayoría de las casas de los norteamericanos a través de la televisión los domingos por la tarde. Figuras como Gene Autry o Roy Rodgers, cowboys y cantantes, hacían las delicias de grandes y pequeños. Sin embargo, los afroamericanos apenas aparecían en estos films. Para atrapar a esa audiencia invisible, el productor independiente Jed Buell comenzó a rodar películas de vaqueros con un casting totalmente negro. Para ello contrató a Herb Jeffries que podía cantar, actuar y montar a caballo. El problema surgió cuando el productor se dio cuenta de que el vaquero podía pasar totalmente por blanco, al tener un padre mulato y una madre de origen irlandés. El contratiempo se solucionó con un maquillaje que oscureciera su tez.
Herb Jeffries protagonizó cinco películas entre 1937 y 1939. La primera se tituló Harlem on the Prairie y estuvo acompañado por el grupo vocal The Four Tones. La puntuación que obtienen estos films en sitios como IMDB es más bien escasa, pero eso no quita para que Jeffries acompañado de The Four Tones realizara giras por todo el país montados en un gran cadillac con unos hermosos cuernos colocados en la parte delantera.

Duke Ellington era amigo de Jeffries y de su familia y un día acordaron que fuera con ellos por el puro placer de hacerlo y alguna pequeña gratificación. Durante esa gira Jeffries les mostró a los miembros de la banda de lo que era capaz de lograr con su voz. Ellington lo contó así en su autobiografía: “Mientras estuvo con nosotros tocamos en numerosos teatros y cines. Entre uno y otro concierto, mientras los demás jugaban al póker, Herb se dedicaba a improvisar y hacer imitaciones sin parar. Sabía imitar a todos los cantantes del momento, así como a los comediantes Amos & Andy, y un día que estaba emulando a Bing Crosby, Billy Strayhorn y yo dijimos al unísono: «¡eso es! ¡olvídate de todo lo demás! Limítate a copiar a Crosby».
Eso hizo y la imitación que Herb conseguía de Bing se convirtió en la base de su estilo, hasta que su propio registro vocal terminó por imponerse. Yo diría que Herb simplemente se olvidó de que estaba imitando a Bing y desde entonces no ha variado su estilo”.

Ellington incorporó a Jeffries a su orquesta y en ella participó de 1940 a 1942.

Jeffries le relató en 1993 al periodista del San Diego Union-Tribune, Don Ferguson, cómo una noche de mediados del año 1928, mientras estaba actuando junto a Ellington en el Pearl Theater en Philadelphia, un tipo extraño se le acercó: Estaba saliendo del teatro para ir a cenar cuando un tipo pequeño me paró en la puerta de la salida de artistas y me dijo, con un fuerte acento francés «Monsieur Jeffries, yo soy Ted Grouya. El portero no me deja entrar, por lo que le pido por favor que muestre mi canción a Monsieur Ellington» Yo le dije «De acuerdo» y metí la partitura en mi bolsillo. Más tarde, la dejé en la mesa en la que estábamos cenando»
Después de cenar, Billy Strayhorn recogió la partitura y tocó la melodía al piano. Ellington la escuchó y le dijo «sea lo que sea lo que estás tocando merece estar en las listas»
El 28 de diciembre de 1928, Jeffries junto a la banda de Ellington grabó la canción de Ted Grouya con el título de Flamingo (letra de Edmund Anderson). Este tema se convirtió en el mayor éxito del cantante y llegó a alcanzar el puesto 11 de los discos más vendidos.

El 2 de julio de 1941, Duke Ellington estrenó un musical, con un claro contenido social, titulado Jump for Joy en el Mayan Theater de Los Ángeles que se mantuvo en cartel durante 122 representaciones. No llegó a Broadway, pero tiene su sitio en la historia del musical. En el casting figuraron Ivie Anderson y Herb Jeffries. El 2 de julio de 1941, este último grabó la canción que dio título al musical: Jump for Joy, que se convirtió en otro de sus éxitos.

Una vez que Jeffries dejó a Ellington – y después de terminar la II Guerra Mundial donde participó en conciertos por Europa para entretener a las tropas – recibió la llamada de Hollywood y el resto de su vida profesional transcurrió rodando películas para la pantalla grande y series para la pantalla pequeña. Consiguió su estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood y dejó este mundo a la edad de 100 años por problemas de corazón.

A Herb Jeffries le sustituyó en la orquesta de Ellington, Al Hibbler que permaneció en ella durante ocho años.

Al Hibbler nació ciego el 16 de agosto de 1915 en la ciudad de Tyro, Mississippi. Entró por primera vez en una escuela cuando tenía catorce años, en la Arkansas School for the Blind. En ella participó en el coro como soprano, pero a los cuatro años le cambió el tono de voz convirtiéndole en un barítono. El sueño de Hibbler era interpretar dulces baladas con una big band al estilo de Bing Crosby.
En el año 1942, Duke Ellington preparó una audición para escuchar cantantes en Arkansas y Hibbler se presentó, pero con un buen montón de copas de más. No consiguió el puesto. Sin embargo, el pianista y director de orquesta Jay McShann se fijó en él y le contrató. Hibbler permaneció en la banda durante 18 meses. Durante ese tiempo realizó su primera grabación en un estudio. La fecha fue el 2 de julio de 1942 y uno de los temas que interpretaron fue el titulado Get me on your mind compuesto por el baterista Gus Johnson y el manager de la orquesta John B. Tumino, bajo el seudónimo de John Tums.

Cuando Hibbler terminó su aventura musical con McShann se aposentó en Nueva York y allí se enteró de que Ellington estaba preparando otra audición para elegir un cantante. Esta vez Al Hibbler fue totalmente preparado. Habían pasado dos años desde su desastroso comportamiento. Ellington le contrató: “A Hib le resultó más fácil de lo previsto aprender nuestras canciones y es que tiene oídos que ven, razón por la que los milagros se dan. Pronto se convirtió en nuestro principal activo. Era capaz de articular sonidos tan diversos, que incluso sin palabras se las arreglaba para narrar una fantasía tras otra. Sus grandes recursos dramáticos y la variedad de sus cambios tonales le aportan un registro casi ilimitado. Es obligado mencionar su enunciación clara y comprensible. Puede producir un sonido íntimo y susurrante como un estallido vocal limítrofe con el pánico”.

Durante los ocho años en los que permaneció Al Hibbler junto a Duke Ellington estrenó canciones memorables como I’m Just A Lucky So And So (1945) o Don’t Get Around Much Anymore (1947) y sobre todo Do Nothin’ Till You Hear From Me (letra de Bob Russell) considerada por muchos como uno de los puntos culminantes, tal vez incluso una obra maestra, de las composiciones de Duke Ellington. El tema alcanzó el puesto nº1 en las listas de R&B permaneciendo en él ocho semanas. La grabación fue en Nueva York el 18 de noviembre de 1947.

En el año 1952, Hibbler tras una discusión de tipo monetario con Ellington abandonó la banda, comenzando su carrera en solitario. El sello Decca le contrató y consiguió un éxito arrollador con la versión que realizó en 1955 del tema titulado Unchained Melody. La melodía la compuso Alex North y la letra la escribió Hy Zaret formando parte de la banda sonora de la película carcelaria titulada Unchained de 1955. Unchained Melody fue nominada al año siguiente a los premios Oscar a la mejor canción original de película.

La llegada de los años sesenta trajo consigo un resurgimiento del Movimiento por los Derechos Civiles, y el rock y el pop cambiaron el tablero de la música. Al Hibbler se convirtió en un prominente activista sin dejar completamente la música. El ritmo de sus apariciones disminuyó drásticamente en sus últimos años, aunque el considerara que su carrera todavía estaba muy viva hasta poco antes de su muerte en 2001, cuando tenía 85 años.

Subscribe