














Los Músicos de Duke Ellington (IV): El Baterista Sonny Greer
William Alexander “Sonny” Greer nació en la ciudad de Long Branch del estado de New Jersey, el 13 de diciembre de 1895. Su padre trabajaba de electricista para el Pennsylvania Railroad y su madre era modista. Su primera batería la construyó con los “cacharros” que tenía su madre en la cocina: cazos, tapaderas, sartenes… a los que golpeaba sin compasión con las baquetas. En su etapa escolar formó parte de la banda de la institución compaginándola con pequeños trabajos como caddy, repartidor de periódicos y vendedor de pescado. Su hobby favorito era el juego del billar en el que consiguió convertirse en todo un especialista.
El primer baterista en el que se fijó el joven Sonny fue en Eugene “Peggy” Holland al que tuvo la oportunidad de verle en acción en el Long Branch Keith Theatre cuando lo visitó el grupo de vodevil dirigido por el compositor y cantante, J. Rosmond Johnson. Sonny tuvo la inmensa suerte de que a Holland le encantara el billar: “La compañía permaneció dos semanas en la ciudad y cada vez que el baterista venía a los billares yo siempre le ganaba. Le comenté que me gustaba mucho su forma de tocar y él me dijo: “Enséñame a jugar al billar como tú lo haces y yo haré lo mismo para ti” … Hay algunas cosas que él me enseñó que hoy en día las sigo utilizando”.
Esas lecciones que recibió Sonny fueron suficientes para que él pudiera continuar desarrollando el aprendizaje de la batería motu proprio.
Sonny se apuntó a la agencia de colocación del Clef Club de Nueva York y consiguió trabajar en varios grupos. Uno de los más importantes fue el trio que formó junto al pianista y cantante Fats Waller y al violinista Shrimp Jones que fueron contratados para actuar en un lujoso complejo hotelero en Asbury Park, New Jersey. El baterista contaba con 19 años.
En 1918, Sonny Greer (con 23 años) recibió una oferta para tocar en el Howard Theatre de Washington. La orquesta estaba liderada por la trombonista Marie Lucas: “Me invitaron a tocar tres días con ellos y permanecí durante tres años”.
Duke Ellington escuchó por primera vez el sonido de la batería de Sonny mientras actuaba en el citado teatro. Seguidamente contactó con él proponiéndole que se convirtiera en su baterista. Es evidente que, desde un primer momento, surgió un singular feeling entre ambos músicos. Sonny aceptó el ofrecimiento de Duke, pero no en exclusividad ya que le ataba un contrato con Marie Lucas.
La pequeña banda que formó Ellington estaba integrada por él, como pianista, junto al banjoista, Sterling Conaway y Sonny Greer a la batería. Algunas veces se les unía la cantante, Bertha Ricks. El nombre del grupo era el de The Duke’s Serenaders que en muy poco tiempo logró alcanzar el suficiente status en Washington para poder actuar, aparte de en clubs y cabarets, en fiestas privadas y en embajadas, tanto ante audiencias blancas como negras, lo que no era nada habitual en aquellos años.
Aunque a The Duke’s Serenaders (que habían contratado al saxofonista Otto Hardwick) no les faltaba el trabajo en Washington, la mente de todos ellos estaba puesta en Nueva York, en Harlem. Cuando se enteraron de que el clarinetista y compositor Wilbur Sweatman estaba preparando una banda para actuar en el Lafayette Theatre de Harlem consiguieron formar parte de la misma. Una vez que la orquesta terminó su contrato en el teatro, programó una gira por diferentes capitales del país. Sin embargo, Ellington, Greer y Hardwick permanecieron en Nueva York.
La estancia de los tres músicos en la ciudad que nunca duerme se convirtió en un fracaso total. Subsistir solo con la música en una ciudad como Nueva York era un tarea dura y difícil y ninguno de los tres estaba preparado. Con las orejas gachas volvieron a Washington.
Una vez en la capital, el trío se unió a la banda Elmer Snowden’s Washington Black Sox Orchestra dirigida por el banjoista Elmer Snowden. En septiembre de 1923 la orquesta partió a Nueva York para actuar en el Hollywood Club de Manhattan. A las pocas semanas de estancia en el club la banda cambió su nombre por el de The Washingtonians. Y estaba compuesta por los siguientes músicos: Elmer Snowden, banjo; Duke Ellington, piano; Bubber Miley, corneta; Sonny Greer, batería; Charlie Irvis, trombón; Otto Harwick, saxofón. A los cinco meses y por desavenencias entre ellos Elmer Snowden abandonó la formación y fue sustituido por Fred Guy. Duke Ellington se convirtió en el nuevo líder, sin cambiar el nombre de la orquesta. Esta continuó ofreciendo su música en el club hasta enero de 1925 que cerró por reformas.
Tres meses antes de que el Hollywood Club se clausurara temporalmente, Duke Ellington y Sonny Greer entraron por primera vez en un estudio de grabación. Su cometido era acompañar a la cantante Alberta Hunter, que utilizó el pseudónimo de Alberta Prime. Duke con su piano y Sonny con su voz, su batería se quedó en casa. La canción que grabaron se titula Parlor Social De Luxe y es una composición de Duke Ellington con letra de Irving Mills y Jo Trent.
Un par de semanas más tarde, la banda The Washingtonians grababa su primer sencillo con los músicos que he citado anteriormente. Uno de los temas se titula Choo Choo, Gotta Hurry Home composición de Duke Ellington, Bob Schafer y Dave Ringle.
A mediados de 1925, un renovado Hollywood Club abrió de nuevo sus puertas y cambió su nombre por el de Kentucky Club. Sus dueños le pidieron a la banda The Washingtonians que ocupara nuevamente su lustroso, brillante y renovado escenario. La orquesta permaneció en el club hasta finales de 1927. Durante ese período de tiempo la formación pasó a seis a diez miembros y se cambió el nombre por el de Duke Ellington & His Kentucky Club Orchestra. Los shows nocturnos del Kentucky pronto se convirtieron en uno de los espectáculos más atractivos de la música neoyorquina: “Nosotros empezábamos a las once de la noche y continuábamos hasta las siete de la mañana. A partir de las tres el local estaba abarrotado … Todos los músicos venían y se pasaban allí un buen rato. Paul Whiteman llevaba allí a sus amigos y a toda su banda”. (Sonny Greer).
En diciembre de 1927, la banda de Ellington fue contratada para actuar en el Cotton Club y eso supuso un cambio cualitativo para Duke, para sus músicos y para su música. Gracias a que sus performances en el Cotton fueran trasmitidas a todo el país la orquesta ganó un gran prestigio y esa situación privilegiada se mantuvo mientras Duke Ellington fue el director de la misma.
Los músicos en 1927 eran los siguientes: Duke Ellington, piano; Wellman Braud, contrabajo; Sonny Greer, batería; Fred Guy, banjo; Bubber Miley, trompeta; Joe Nanton, trombón; Rudy Jackson, saxo tenor y soprano; Harry Carney, clarinete, saxo alto y barítono; Nelson Kincaid, clarinete, saxo tenor; Ellsworth Reynolds, violín.
Sonny Greer fue miembro de la banda del Duque desde 1924 hasta 1951. En su autobiografía «La Música es mi Amante» dedica dos páginas al baterista y, entre otras cosas, dice: “Todos los jóvenes bateristas que vieron a Sonny Green en su mejor momento se quedaban alucinados con su equipo, sobre el que los profesionales siguen hablando hasta el día de hoy: campanillas, gongs, timbales, platillos a go-gó, tam-tamps, cajas, bombos… Lo suficiente para equipar a toda la sección percusiva de una orquesta sinfónica. Y todo aquello no estaba allí por simple ostentación, sino porque a Sonny le encantaba crear excéntricos efectos de sonido. Greer no solo era el mejor lector de partituras del mundo, sino también el percusionista más rápido de reflejos. En su acompañamiento de la melodía hacía gala de una ornamentación rítmica que a veces resultaba increíble. Y su aspecto era el de un sumo sacerdote o el de un rey en su trono, situado por encima de todos y rodeado de relucientes objetos dorados, tantos como pudieran caber en el escenario”.
Sonny Greer permaneció durante veintisiete años junto a Ellington y en ese período de tiempo sucedieron un buen número de “historias” que han sido contadas por los propios músicos o por amigos que estuvieron presentes. El baterista fue protagonista de una curiosa anécdota que tuvo lugar durante la primera gira que la orquesta realizó por el Viejo Continente.
El 2 de junio de 1933, la banda de Duke Ellington se embarcó en el “Olimpic” para cruzar el Atlántico con destino a Gran Bretaña donde estaba programado que permanecieran durase 45 días. Su primera parada fue en la ciudad de Londres y en el London Palladium que les acogió durante dos semanas. Lord Beaverbrook, el propietario de los principales periódicos londinenses, aprovechó la ocasión y organizó una gran fiesta a la que invitó al príncipe de Gales, al duque de Kent y también a la banda de Ellington: “Llegamos a medianoche, junto a la hija de lord Beacerbrook y demás invitados jóvenes. Todo resultó tan pintoresco como espléndido. Los miembros de la nobleza, los parlamentarios y los delegados a los congresos imperiales, todos vestidos con atuendo formal se mezclaban con nosotros con naturalidad”.
Sonny Green tuvo un inesperado encuentro con el príncipe de Gales: “Tan pronto como terminamos de montar nuestros instrumentos el príncipe de Gales vino y se sentó estilo indio a mi lado. Me dijo que sabía tocar la batería y le respondí que ¡adelante! Tocó un ritmo sencillo de charlestón y luego se pasó gran parte de la noche sentado a mi lado. La gente no hacía más que venir y llamarle “alteza”, pero él ni se movía. Al final estábamos un poco achispados por efecto de las copas. Empezó a llamarme “Sonny” y yo le correspondí tratándolo de “galés”.
Duke Ellington nunca puso el menor impedimento a que los solistas de su orquesta sacaran discos a su nombre – que en muchos de los casos él mismo los acompañaba al piano – mientras eran miembros de la misma: Johnny Hodges, Rex Stewart, Cootie Williams, Barney Bigard… Este último realizó una sesión, el 19 de enero de 1938, con los siguientes músicos: Duke Ellington, piano; Billy Taylor, contrabajo; Sonny Greer, batería; Fred Guy, guitarra, Rex Stewart, corneta; Juan Tizol, trombón; Harry Carney, saxo barítono. Grabaron dos temas. Uno de ellos fue una composición de Ellington y Bigard titulada «Drummer’s Delight». En él, Sonny Greer adquiere un protagonismo que jamás pudo disfrutar mientras Duke dirigió la banda.
En 1950, Sonny Green tuvo muy serios problemas con el alcohol. En una gira que, ese mismo año, realizó Duke Ellington por los Países Escandinavos se llevó también al baterista, Butch Ballard, por si la situación que estaba viviendo Sonny se pudiera descontrolar totalmente. Esta decisión no fue asumida por el baterista lo que provocó que en unos meses abandonara la banda. También, Johnny Hodges dejó la formación, pero por motivos muy diferentes: quería experimentar qué se siente siendo el líder de una pequeña banda (de hecho, volvió con Ellington al cabo de cuatro años).
El primer grupo que formó Johnny Hodges estuvo compuesto por: Leroy Lovett, piano; Al McKibbon, contrabajo; Nelson Williams, trompeta; Lawrence Brown, trombón; Al Sears, saxo tenor; y Sonny Greer, batería. Este último permaneció durante seis meses en la banda, dejando grabados nueve temas. Entre ellos se encuentra el titulado Castle Rock escrito por Al Sears.
Sonny Greer se convirtió en un músico freelance, con sede en Nueva York, y participó en varios grupos y actuó en clubs importantes, incluso creó, (con una corta existencia) su propio grupo. Pero la página principal que habla sobre él en ese libro que contiene La Historia del Jazz, ya había sido escrita, treinta años antes.
“Greer era una persona sociable y encantadora. Según las entrevistas que se conservan de él, ciertamente poseía un cerebro agudo, una forma particular de expresarse y una vivaz imaginación. Al igual que su primera maestra, Peggy Holland, y su líder, Ellington, siempre vistió impecablemente, dando gran importancia a la elegancia y la delicadeza. Él era el miembro de la banda que cuidaba de Ellington si este se metía en algún problema (el apodo que Duke utilizaba cuando se refreía a él cariñosamente era el de “desagradable”. Sonny fue un veterano de las salas de billar y también un personaje callejero y mundano que podía manejarse solo ante cualquier eventualidad. Poseía un gran sentido del divertimento y su extravagante sentido del humor en escena fue una de sus mayores cualidades. Cuando finalmente falleció en 1982, con 87 años, el obituario del New York Times le definió como «un baterista elegante y espectacular»”. (Nicholas D. Ball)