Miles Davis: Sus Inicios como Persona y como Músico
Miles Dewey Davis III nació el 26 de mayo de 1926 en la ciudad de Alton, Illinois. Un año después los Davis se mudaron a East St. Louis, una población al este del río Mississippi. Desde el punto de vista socioeconómico era una próspera familia de clase media que había alcanzado ese estatus durante las dos generaciones que transcurrieron desde la abolición de la esclavitud.
Davis I, nacido seis años después de la Emancipación, fue el contable más eficiente de Arkansas y los blancos iban a hurtadillas durante la noche para que les pusiera en orden sus asuntos financieros. Gracias a su trabajo pudo adquirir mil acres de terreno en Arkansas que le reportaron el dinero suficiente como para poder enviar a su hijo (Davis II) a estudiar odontología al Northwestern College. En un principio, Davis II quiso ser músico, pero su padre le quitó la idea de la cabeza diciéndole: “El único sitio en donde puede tocar un músico negro es en las tabernas”.
En East St. Louis, Davis II se convirtió en un reconocido dentista y fruto de su buen hacer se compró una hacienda de ochenta hectáreas para la cría de cerdos de raza y caballos.
Los Davis estaban formados por Davis II, su esposa Cleota Henry (que tocaba el violín), la hija mayor Dorothy nacida en 1924 y los hijos Davis III en 1926 y Vernon en 1929.
La música que Miles Davis escuchaba en su casa era la clásica europea interpretada por su hermana mayor al piano y por su madre al violín. Los diversos estilos de la música afroamericana entraron en su mundo de diversas maneras: el gospel lo conoció en los oficios religiosos a los que asistía junto a su familia. El jazz del momento escuchando un programa de radio llamado Harlem Rhythm. Y el blues cuando visitaba la granja de su abuelo paterno en Arkansas.
Cuando Miles contaría con diez años, el mejor amigo de su padre, un doctor en medicina de nombre Eubank, le regaló su primera trompeta y empezó a recibir clases con un profesor particular.
A Miles le dio la vida el primer revés cuando, contando con trece años, fue testigo del divorcio de sus padres. Hasta entonces, su existencia había trascurrido como una valsa de aceite sin contratiempos y sin que le faltara de nada ni a nivel afectivo ni económico. Además, no le quedó más remedio que elegir entre el violín que le había regalado su madre o la nueva trompeta que le había comprado su padre. Se decantó por este segundo instrumento, pero siendo consciente del mal rato que le iba hacer pasar a su madre, a la que adoraba.
Miles contó lo siguiente en 1958 (tenía 32 años): “No tenía ni idea de que mi madre supiera tocar el piano hasta hace unos años cuando la visité en su casa. Pero se sentó y tocó unos blues muy bonitos. Me enteré además de que mi abuela daba clases de órgano”. No hay duda de que a la madre de Miles se le “olvidó” que sabía tocar el piano para no desviarle a su hijo de la música clásica.
Miles al cumplir los 15 años se matriculó en la Lincoln High School de East St. Louis y formó parte de la banda de la institución. La dirigía el trompetista Elwood Buchanan, un buen amigo y paciente de su padre, por lo que Miles recibió un trato especial, traducido en clases particulares.
Cuando Miles llevaba alrededor de un año estudiando en la Lincoln High conoció a Irene Birth y se quedó prendado de ella. Ambos estudiaban en la misma escuela, aunque Irene era tres años mayor. En 1944, Miles terminó sus estudios y él e Irene tuvieron su primer hijo. Una niña a la que pusieron el nombre de Cherly. La pareja mantuvo una relación, sin llegar a casarse, durante unos quince años y trajeron a este mundo a dos niños más. Gregory (1946) y Miles IV (1950).
Al mismo tiempo que Miles conoció a Irene, otra persona importante entró a formar parte de su vida: el trompetista Clark Terry, que con el paso de los años sería un activo importante en las bandas de Duke Ellington y de Count Basie.
Elwood Buchanan y Clark Terry eran buenos amigos y el primero no se cansaba de repetirle al segundo: “¡Tío, tengo un crío increíble! ¡Tienes que venir a escucharlo! ¡Toca de puta madre!” Finalmente, Terry fue a escuchar a Miles y se sorprendió agradablemente. Ambos se hicieron grandes amigos y Terry se convirtió en una especie de figura paternal para el joven Miles (se llevaban seis años):
“La influencia principal que recibí debe haber sido Clark Terry. Mi profesor Buchanan tocaba como él… Terry y yo íbamos a una jam y el lugar se llenaba en diez minutos. Venía a mi casa y le pedía a mi padre permiso para que me dejara ir con él, sabes, y me llevaba a una session. Tocábamos desde las seis en punto hasta las seis de la mañana siguiente”.
Con Clark Terry como guardián y mentor, en poco tiempo Miles pudo ampliar y profundizar su experiencia en la actividad musical en la zona de St. Louis:
“Siempre tocábamos blues en St. Louis. Venían bandas en los barcos de Nueva Orleans, Kansas City y Oklahoma. Tenía fascinación por los músicos, en especial por los tipos que venían de Nueva Orleans que improvisaban toda la noche… Los escuchaba a todos y tomaba las partes que me gustaban. Miraba cómo cogían el instrumento, cómo caminaban… ¡Tenía quince años!”
El 7 de diciembre de 1941, los japoneses destruyeron la mayor parte de la flota estadounidense en Pearl Harbor. En 1942, la mayoría de los músicos que tenían la edad adecuada, incluyendo a Clark Terry, fueron convocados para alistarse. Miles Davis con 16 años era demasiado joven para el servicio militar, así que se convirtió en un músico importante dentro de una competencia más reducida. Su reputación comenzó a crecer a buen ritmo entre los músicos locales.
Como muestra de esa notoriedad, y aunque Miles seguía estudiando en la Lincoln High, fue contratado por la Eddie Randle’s Rhumboogie Orchestra – conocida también como The Blue Devils – dirigida por el trompetista Eddie Randle. Esta banda era de las más reputadas de St. Louis actuando en los mejores clubs y salas de baile de la ciudad y su área de influencia. La experiencia que adquirió el joven trompetista tocando con músicos profesionales fue muy valiosa al punto de que Miles comentó que su estancia en las filas de la banda de Eddie Randle “fue uno de los pasos más importantes de mi carrera”.
A principios de 1944, la Billy Eckstine Band fue contratada para tocar en el Club Rivera de St. Louis. Por entonces la formación contaba con la presencia de Dizzy Gillespie y Charlie Parker, dos músicos que estaban en boca de todo el entramado del jazz y Miles Davis fue a escucharlos tocar. Acababa de terminar de ensayar con un grupo local y trompeta en mano fue la primera persona que entró en la sala. Y se cumplió el sueño de todo joven músico: le pidieron que subiera a tocar:
“Un tipo viene corriendo hacia mí y me pregunta: «Chico, ¿tienes carnet del sindicato»? Era Dizzy. Ni siquiera lo reconocí. Le comenté: «Claro» «Necesitamos un trompetista. Ven» Yo quería oírlo a él; siempre podía leer, así que subí al estrado y empecé a tocar. No podía leer nada de la partitura porque me distraje escuchando a Diz y Bird”.
Esta corta pero intensa experiencia que Miles vivió con la orquesta de Eckstine le dejó meridianamente claro que ninguna academia le podía dar los conocimientos que él buscaba y que estaban presentes en la banda de la que había sido participe durante unos apasionantes minutos. Tendría que desplazarse a la fuente y ese crisol musical se encontraba en Nueva York.
Miles, con 18 años, habló con sus padres acerca de sus planes. Su madre quería que fuese a estudiar a la Fisk University que tenía un excelente departamento de música, pero estaba ubicada en Nashville, Tennessee. Miles convenció a su padre que la mejor opción era la Juilliard School situada en Nueva York. Él estuvo de acuerdo y además se ocuparía de pagarle las cuotas de estudio más un dinero para gastos.
Miles Davis llegó a Nueva York en septiembre de 1944 y desde el primer momento empezó a llevar una existencia propia del «Doctor Jekyll y Mr. Hide». Por las mañanas asistía a clase en la Juillard donde se empapaba de teoría musical desde una perspectiva clásica y las noches estaban reservadas a recorrer los clubs de la Calle 52 donde se estaba gestando el revolucionario «Be Bop». Esta música dividía a los músicos y al público en dos grandes grupos: los que estaban «en la onda» y la entendían (o eso decían) y los «tradicionalistas» que la atacaban. Este era el ambiente musical con el que se encontró Miles cuando llegó a Nueva York.
Miles Davis comentó que en la primera semana que pasó en la ciudad se gastó todo el dinero de la paga de un mes ($50) tratando de encontrar a Charlie Parker. Al final dio con él en una jam-session que se había formado en el Heatwave, un club de jazz de Harlem.
Miles le recordó a Parker la actuación de Billy Eckstine en St. Louis en la que tocaron juntos. También se enteró de que el saxofonista no tenía donde dormir esa noche y el trompetista le invitó a su casa. En ella estuvo viviendo hasta el mes de diciembre que fue cuando Irene y su hija Cherly llegaron a la ciudad.
Parker le presentó a Miles a importantes músicos como Thelonious Monk, Dizzy Gillespie y Tadd Dameron que le ayudaron a convertirse en un músico del «Be Bop».
A principios de 1945, Miles Davis formaba parte de la banda del clarinetista y saxo alto, Herbie Fields que además contaba con los siguientes músicos: Teddy Brannon, piano; Al Casey, guitarra; Leonard Gaskin, contrabajo; Eddie Nicholson, batería. La discográfica Savoy contrató al músico de blues Williams “Rubberlegs” para incluirlo en su catálogo y puso a su disposición a la orquesta Herbie Field. El 24 de abril de 1945, el sello preparó una sesión en la que se grabaron cuatro temas. Uno de los cuales fue una composición de “Rubberlegs” titulada Deep sea blues.
Ese 24 de abril fue la primera vez que Miles entraba en un estudio de grabación y tocaba su trompeta. Él recuerda de esta manera la citada sesión en su biografía: “Yo tenía 19 años y estaba tan nervioso que apenas podía tocar. Al final elegí acompañarle solamente sin tocar ningún “solo”.
Williams “Rubberlegs” permaneció por más de veinte años cantando y bailando en revistas y en todo tipo de shows. Sus logros más importantes en esos campos fueron sus frecuentes apariciones en el Cotton Club; su participación en el musical de Broadway “Blackbirds of 1933” y en ser el responsable de poner nuevamente de moda un baile denominado “Truckin’ on down” en la Harlem Opera House en el año 1935. Por todo ello posee su parcela la historia del show business. En cuanto al jazz y al blues se refiere su nombre aparece gracias exclusivamente a los músicos que le acompañaron, sobre todo Miles Davis.
Además, se dio la circunstancia de que después de esas grabaciones desapareció del mundo de la música. Falleció de un ataque al corazón en el Hotel Braddock de Nueva York en 1962, con 54 años.
A principios del otoño de 1945, Charlie Parker fue contratado para actuar el Three Deuces, un club de jazz de la Calle 52, y le pidió a Miles Davis que se uniera a la banda. El resto del quinteto era el pianista Al Haig, el contrabajista Curley Russell y el baterista Stan Levey. El trompetista con esta petición vio cumplido uno de sus más anhelados sueños, pero seguía sin poder controlar sus nervios al verse tocando con el gran saxofonista:
“Bird me hacía tocar. Él me marcaba la pauta en el escenario. Los tiempos eran demasiado veloces, el desafío demasiado grande. Le preguntaba «¿para qué me necesitas?». Me subordinaba a Bird todo el tiempo”.
En esa misma época, Miles decidió abandonar la Julliard School definitivamente. Cada vez pasaba más tiempo en la Calle 52 que en la escuela y el hecho de que los principales músicos le aceptaran fue suficiente para seguir por ese camino:
“Al principio fui a la Julliard para ver qué pasaba, y cuando descubrí que no pasaba nada interesante le dije a mi padre que se guardara el dinero… Sabía que no iba a entrar en ninguna orquesta sinfónica. Yo quería ir todas las noches a tocar con Bird o con Coleman Hawkins, así que opté por seguir en esa senda… hasta el final”.
El 26 de noviembre de 1945, el sello Savoy le preparó una sesión a Charlie Parker. En ella grabaron seis temas siendo uno de ellos el titulado Now’s the Time, composición del saxofonista. Los estudiosos entienden que el “solo” de Miles Davis en esa canción es el primero que tocó dentro del movimiento del Be Bop y que, además, mostró el camino por donde él se iba a mover como músico de jazz. El resto de los músicos fueron: Dizzy Gillespie, piano; Curly Russell, contrabajo; Max Roach, batería.
Red Rodney, el que fuera trompetista del quinteto de Parker desde finales de 1949 hasta mediados de 1951, comentó lo siguiente: “La primera vez que oímos de verdad a Miles fue en aquel Now’s the Time. Era un sonido nuevo… Era un tipo joven que no tocaba muy bien la trompeta, pero que había descubierto una nueva manera de tratarla y de tocarla”.
Esa sesión del 26 de noviembre ha estado recubierta de cierto misterio desde el día que se llevó a cabo. Dizzy Gillespie se presentó de improviso en el estudio y le pidió a su amigo Charlie que le dejara tocar el piano, algo que este no pudo negarle. De hecho, el pianista que estaba contratado era Sadik Hakim (Argonne Thornton) que lo tocó solo en una canción. Dizzy Gillespie lo hizo en el resto de los temas y tocó la trompeta únicamente en el principio y el final del tema Ko Ko (la razón fue que eran unos pasajes muy rápidos y Miles se negó a tocarlos).
Un problema le surgió a la discográfica ya que Gillespie no podía aparecer en los créditos por problemas contractuales y la solución que encontró el sello Savoy fue la de inventarse a un pianista al que llamó Hen Gates.
Cuando salió a la venta el 78 rpm conteniendo Now’s the time y Billie’s bounce (otra de las canciones que se grabó en la sesión) aparece en las galletas el pianista Hen Gates (adjunto foto).
Yo no sé si el crítico de la revista Down Beat estaba al tanto de las artimañas que rodearon a la sesión de grabación, pero lo cierto es que cuando salió el single al mercado lo condenó con estas palabras:
“Estas dos grabaciones son ejemplos excelentes del otro aspecto de la manía Gillespie: el mal gusto y el inoportuno fanatismo del estilo desinhibido de Dizzy. Solo Charlie Parker, que es mejor músico y de todas maneras merece más crédito por ese estilo, las salva del desastre. Pero él tampoco está en buena forma: una lengüeta mala y unos desaciertos inexcusables no se traducen en buen jazz. El trompetista, un chico despistado, sea quien sea, toca a la manera de Gillespie de la misma forma en que lo hacen todos los niños que copian a su ídolo: con la mayoría de los errores, falta de orden y sentido y una adhesión completa a las acrobacias técnicas”.
Está claro que al crítico de Down Beat no le gustaba nada de nada el Be Bop, ni Gillespie, ni Parker y ni el Trompetista Despistado.
Aquí terminan los inicios de Miles Davis y como escribí en otro de mis artículos:
“Desde aquel 26 de noviembre de 1945, en el que Miles Davis grabó por primera vez junto a Charlie Parker y Dizzy Gillespie, el trompetista ha permanecido en esa primera página de ese libro que atesora los nombres de los grandes músicos del jazz que han conseguido ser intemporales, eternos, inmortales. Virtuoso del no virtuosismo, maestro de los sonidos del silencio, creador y vampiro de todas las modas por las que ha transcurrido el jazz. Miles Davis, un escapista del encasillamiento ya que su vida artística se convirtió en una continua búsqueda del grial del jazz. No lo encontró. Ningún músico lo encuentra. La “búsqueda” es lo que realmente importa, es lo que consigue que el artista se convierta en un grande.