Una Perspectiva del Jazz Femenino (II): Las Trompetistas, Billie Rogers y Valaida Snow

Valaida Snow y Billie Rogers
Billie Rogers
Woody Herman y la sección de trompetas. En primer plano, Billie Rogers
La orquesta de Woody Herman. Billie Rogers al fondo en la sección de trompetas. La primera por la izq.
Woody Herman
Portada del 9 de septiembre de 1944
Valaida Snow
Earl Hines
Valaida Snow
Josephine Baker
Valaida Snow
Valaida Snow
Valaida Snow
Una Perspectiva Del Jazz Femenino (II): Las Trompetistas, Billie Rogers y Valaida Snow

En el anterior artículo escribí: “Una trompetista, saxofonista, trombonista podía llegar hasta la frontera que representaban las big bands femeninas, dar el salto y convertirse en un miembro más de una orquesta de hombres era prácticamente un imposible”.
Sin embargo, algunas lo consiguieron y dos de ellas van a ser las protagonistas de este artículo: Billie Rogers y Valaida Snow.

Billie Rogers nació como Zelda Louise Smith el 31 de mayo de 1917 en la ciudad de North Plains, Oregon. Su padre tocaba el violín y el banjo, su madre el piano, sus dos hermanos el saxofón. Tenían una banda formada a la que denominaban “Smith’s Rainer Entertainers”. Billie entró en ella a la edad de 8 años tocando la trompeta.
En el año 1934, se desplazó a Missoula, Montana donde estudió en su universidad formando parte de la big band de la facultad y de un pequeño combo que dirigía su hermano mayor Les. En 1936, Les dejó este mundo por una ruptura del apéndice y Billie decidió quedarse en Missoula actuando junto a bandas locales.
En 1941, Billie se desplazó a los Ángeles y cuando fue al sindicato de músicos para trasferir su carnet de Montana a California le comunicaron que no podría tener un trabajo estable hasta que pasasen seis meses. Al día siguiente rectificaron y le dijeron que si formaba parte de un grupo de chicas podía empezar inmediatamente.
Billie consiguió entrar en un cuarteto que actuaba en un bar de la ciudad de Culver City. Se dio la casualidad de que Jack Archer, el manager de Woody Herman, pasó por allí y se quedó encantado de las maneras de tocar Billie la trompeta, al punto que le convenció a Herman para que fuese a verla. Eso es lo que hizo y Billie lo contó así al cabo de los años:

“Woody me abordó en un intermedio y me dijo si me gustaría formar parte de la sección de trompetas de su banda. Estaba claro que yo no podía rechazar una oferta como esa. Bien, el líder de la sección de trompetas quiso acabar conmigo rápido. Empezó con un riff, tocando con el sombrero “derby” a modo de sordina. Lo movía hacia abajo, hacia arriba, por los costados y hacía cualquier cosa que se le ocurriera. Bien, sorpresa, sorpresa, yo le seguí en todo momento. Desde ese día en adelante yo me senté donde se ubicaba la sección de trompetas. Todas nosotras siempre tendremos una deuda pendiente con Herman ya que él fue quien abrió la puerta del jazz a las mujeres”.

La revista Down Beat cuando se enteró del nuevo miembro de la banda de Herman dijo: “Billie Rogers es la única interprete femenina que toca un instrumento de viento en una de las grandes bandas americanas de hombres.

Billie Rodgers salía responder de esta forma a este tipo de comentarios: «Aún en el supuesto caso de que las mujeres tocásemos peor que los hombres tenemos ahora una excelente oportunidad para unirnos a cualquier tipo de banda. Si la guerra continúa habrá más mujeres tocando en las bandas de jazz especialmente si contamos a las vocalistas».

Billie permaneció en las filas de la banda de Woody Herman de 1941 a 1943. En ese tiempo su trompeta y algunas veces su voz quedó recogida en una treintena de canciones.
El 13 de noviembre de 1941, la banda de Herman grabó el tema de Paul Wetstein y Paul Herrick titulado “Even Steven”. En él, la voz y el “solo” de trompeta son de Billie Rogers.

Billie abandonó la banda de Woody Herman para crear la suya propia llena de buenos músicos de jazz: Billie Rogers, trompeta, vocal; pianista desconocido; Harry Babasin, contrabajo; Roy S. Harte, batería; Dick Getz, Johnny Mandel, Bobby Guyer, trompetas; Jim Feak, Page Palmer, Paul R. O’Connor, trombonistas; John Stonebreaker, Charles Chadwick, saxos altos, Gene Prieser, Jim Ligons, saxos tenores; Bill Wyman, saxo barítono.

Estos músicos grabaron el 20 de agosto en Nueva York diez canciones que conformaron el álbum titulado “One Night Stand With Billie Rogers”. Entre ellos el titulado “Perdido” uno de los temas estrella de la banda de Ellington compuesto por el trombonista Juan Tizol perteneciente a la misma.

El 9 de septiembre de 1944, la revista “Billboard” le dedicó la portada a Billie y en un artículo interior titulado “Billie Rogers: the Girl With the Horn Now Fronts Her Own” se podía leer lo siguiente:

“… Billie Rogers, su trompeta y su orquesta nos han dejado dos señales en su camino por el mundo del jazz. El primero nos remite a cuando tocaba con Woody convirtiéndose en la primera instrumentista de viento que estuvo en las filas de una banda de renombre. La segunda nos muestra que canta tan bien como toca la trompeta y que la banda cabalga gracias a ella. Sí, Billie Rogers tiene en su mano demostrar que una banda top puede estar con una mujer al frente de ella”.

En el año 1944, Billie y Jack Archer (el manager de Woody Herman) se casaron y en 1949 tuvieron su primera hija a la que pusieron el nombre de Denise. Este acontecimiento le supuso a Billie un enfoque diferente de su vida y prácticamente se retiró del mundo del show business para dedicarse a su familia. En una entrevista que concedió a la revista Down Beat dijo lo siguiente: “En los años cuarenta la mayoría de las mujeres de aquel tiempo pensaban que su carrera como músico profesional era un estado premarital. Ciertamente yo nunca pensé que ese tipo de vida iba a acaparar todo mi tiempo y la mayoría de las otras chicas pensaban lo mismo. Claramente, para una mujer en aquellos días, la carrera (o el arte) y la vida familiar eran considerados mutuamente excluyentes y eso te presionaba. Era incuestionable que terminarías sacrificando una por la otra, al menos por aquel entonces”.

Billie Rogers continuó ocasionalmente formando pequeños grupos durante los cincuenta. Es duro imaginar, si has dedicado mucho tiempo y energía para conseguir dominar un oficio, dejarlo totalmente de un día para otro. Dicen las crónicas de las personas que compartieron su vida junto a Billie que ella estuvo concediendo entrevistas y manteniendo correspondencia con sus fans hasta su fallecimiento en 2014 a una edad de 97 años.

Valaida Snow nació el 2 de junio de 1905 en la ciudad de Chattanooga, Tennessee en el seno de una familia musical. Su padre lideraba una formación de muchachos llamados “Pickninny Troubadours” donde actuaban sus tres hermanas. Valaida con cinco años se unió al grupo y una década después su madre le había enseñado a tocar la trompeta, el saxofón, el clarinete y casi todos los instrumentos de cuerda que por aquellos momentos estaban de moda.
Parece ser que a los quince años abandonó el grupo y se unió a bandas que realizaban giras por todo el país. Su aportación consistía en cantar, bailar y tocar la trompeta. Su rastro se pierde durante un par de años y se recupera en el año 1924 en Nueva York.
En 1 de septiembre de 1924 se estrenó en Broadway el musical “all black” “The Chocolate Dandies” y Valaida fue una de las protagonistas junto a Josephine Baker y Elisabeth Welsh. La música la compuso Eubie Blake y la letra Noble Sissle. Valaida ya había entrado y con un buen pie en el “show business”.

En 1926, Valaida se enroló en la banda liderada por el baterista afroamericano Jack Carter denominada “Jack Carter’s Serenaders”, como trompetista y cantante, y durante algo más de dos años recorrieron medio mundo, siendo las principales ciudades: Hong Kong, Rangoon, El Cairo, Bombay y Tokyo.
A mediados de 1928, Valaida estaba de vuelta en su país, más concretamente en Chicago. Allí le vio actuar el pianista y líder de band Earl Hines, que estaba ofreciendo su show en el Club “Sunset Café”, y la contrató en el momento. La performance de Valaida consistía en tocar la trompeta, cantar y para terminar ofrecía unos bailes muy personales. Hines lo contaba así: “Para terminar su show ella tenía siete diferentes pares de zapatos y realizaba una danza con cada uno: unas zapatillas, zapatos de claqué, zuecos holandeses, botas rusas y qué se yo cuantos más. Con cada par bailaba un “chorus” y cuando bailaba claqué parecía que fuera Bojangles. Louis Arsmtrong la vio una vez y me dijo: “Tío, nunca he visto algo tan grande”. Algunas veces dirigía a la orquesta. Tenía un gran talento y lograba que la sala estallará en aplausos”.

Lew Leslie, uno de los más notorios productores de Broadway, le ofreció a Valaida el papel de coprotagonista en el musical “Rhapsody in black” con música de Albert Nichols y letra de Mann Holiner. Se estrenó el 4 de mayo de 1931 en el Sam H. Harris Theatre. La protagonista principal fue Ethel Waters mucho más famosa que Valaida, pero las crónicas periodísticas nos cuentan que la que triunfó de verdad en la revista fue esta última y los celos artísticos aparecieron. Valaida consiguió, por hacer las cosas bien, una enemiga.

El 25 de agosto de 1934, Valaida estrenó en el London Colliseum el musical “Blackbirds”. Esta obra había tenido su premiere en Broadway el 2 de diciembre de 1933. No fue un gran éxito ya que se mantuvo en cartel únicamente durante 25 representaciones.
Cuando Valaida se presentó ante los espectadores aquel 25 de marzo era una artista prácticamente desconocida y con sus performances en el musical supo conectar con el público asistente y este le devolvió el cumplido. Los periódicos londinenses emplearon la palabra “storm” (tormenta) para describir lo que Valaida provocaba en cada función en el patio de butacas. Gran Bretaña acogió a la trompetista mejor que en su propio país y lo visitó en múltiples ocasiones. Fue la prensa británica la que acuñó expresiones como “Little Louis” o “The Female Louis Armstrong”. Aunque ella volaba por su cuenta nunca dejó de expresar su admiración por el trompetista de Nueva Orleans.

Terminada esta su primera estancia en Gran Bretaña, Valadia regresó a su país y grabó el primer disco a su nombre los días 18, 19 y 20 de febrero de 1935 acompañada de la orquesta dirigida por Billy Mason: Valaida Snow, voz, trompeta; Billy Mason, piano; contrabajo; George Elrick, batería; Alan Ferguson, guitarra; Duncan Whyte, trompeta; Harry Hayes, saxo alto; Buddy Featherstonaugh, saxo tenor.
De las ocho canciones que interpretaron se encuentra “Singing in the rain”. Música de Nacio Herb Brown con letra de Arthur Freed. Este tema se hizo mundialmente famoso cantado por Gene Kelly en la película del mismo título de 1952.

A partir de mediados de los treinta, realizó giras por varios países europeos, Francia, Holanda, Suecia, Gran Bretaña. Eran tiempos felices para Valaida que consiguió las más altas cuotas de popularidad. Sirva como ejemplo el regalo de una trompeta bañada en oro por parte de la reina de Holanda.  Por esos días, la trompetista compuso una canción titulada “Hit hat, trumpet and rhythm” que caló profundamente entre sus seguidores lo que produjo que su nombre permaneciera ahí arriba, junto a las estrellas.
Valaida, grabó su composición el 26 de abril de 1935 junto a la Orquesta de Billy Mason. Los músicos fueron las mismos que en febrero, salvo el contrabajista Bill Busby que sustituyó a Sam Molyneux.

En el año 1941, Valaida estaba realizando una gira que le llevó a Copenhagen. Allí estuvo actuando en los principales clubs de la ciudad. En la villa danesa también se encontraba su amiga Josephine Baker que le conminó a dejar Europa urgentemente ya que se hablaba de que los alemanes iban a invadir el país. Si eso ocurría nadie podía garantizar su seguridad. Valaida hizo caso omiso.
Las predicciones de Baker se cumplieron al pie de la letra y Valaida acabó entre barrotes.

No hay demasiada información de los 18 meses que pasó en un campo de concentración. En la primavera de 1942, Valaida pudo dejar Dinamarca. Su salida está llena de puntos obscuros, ya que no está claro cómo consiguió subir a un barco que trasportaba refugiados americanos y diplomáticos de varios países.
Parece ser que ella había conocido en el campo de concentración a un abogado belga que movió algunos hilos y consiguió meterla en el barco.

Cuando llegó a los EE.UU., la prensa – sobre todo la afroamericana – la colocó en la primera página y ella relató su odisea. Los alemanes le hicieron pasar hambre, sufrió palizas y toda clase de castigos. El público quedó atrapado por su narración, pero según pasaba el tiempo había cuestiones sin resolver en el cuento de Valaida.
Su estancia en un campo de concentración parecía cada día un imposible y apareció otra versión.
Pudiera ser que Valiada se encontrarse en un calabozo por un pequeño robo y por consumo de pastillas. Los daneses decidieron llevarla a un hospital donde estuvo custodiada por su propia seguridad durante los 18 meses.
De lo único en lo que todo el mundo estuvo de acuerdo fue que, estuviera donde estuviera, llegó a los EE.UU. con cincuenta kilos menos y con secuelas mentales.

En 1943, Valaida se casó con el cantante y compositor de rhythm & blues, Earle Edwards que gracias a las atenciones que le prodigó pudo recuperarse tanto física como psíquicamente. Edwards se convirtió en su manager y en 1945 ambos partieron a California, fijando su sede en Los Ángeles.
En 1946, Valaida junto a “Ali Baba Trio” grabó un “soundie” en el que interpretó el tema “Patience and Fortitude” escrito por Blackie Warren y Billy Moore. Este video nos muestra una de las pocas ocasiones que existen de ver una “actuación” de Valaida si exceptuamos un pequeño cameo que realizó en la película francesa “Piége” de 1939 y en la norteamericana “Take it from me” de 1937.

A partir de los años cincuenta, Valaida no prodigó en demasía sus actuaciones en directo y se centró más que nada en enseñar los entresijos del jazz a jóvenes músicos que actuaban en los clubs ubicados en la Central Avenue de Los Ángeles.
El 30 de mayo de 1956, Valaida se presentó en el prestigioso “Palace Theater” neoyorquino para ofrecer un recital gracias a los buenos contactos de su marido. Mientras estaba tocando su trompeta sobre el escenario sufrió una mortal hemorragia cerebral. Contaba con 51 años.

En el obituario que escribió el New York Times podemos leer:

«Desde 1851, muchos hombres y mujeres extraordinarios negros no han recibido un obituario del New York Times. A partir de este mes no los ignoraremos, vamos a añadir sus historias a nuestros archivos. Ella fue una cantante, una bailarina, una arreglista, una maestra contando historias, una virtuosa trompetista que sabía adaptarse a otra media docena de instrumentos. Con todo ese bagaje podía haberse convertido en una estrella pop, Valaida Snow fue sensacional.
…Mark Miller escribió en su biografía de 2007: “Ella sobrevivió en su marido, su hija Lavada, su hermano Arvada y su hermanastro Arthur Bush – y también en una mitología que aceptó el desafío de poseer vida propia”.

Voy a dejar a Valaida Snow con la versión que realizó del tema de Juan Tizol y Duke Ellington “Caravan”. La orquesta que le acompañó en Stockholm el 28 de agosto de 1939 fue la liderada por Lulle Eliboj: Willard Ringstrand (p), Roland Bengtsson (b), Olle Sahin (d), Karl Lohy (g), Bengt Artander, Gunnar Green (tp), Sture Green (tb), Lulle Ellboj, Gunnar Wallberg (as) Bengt Artander Gunnar Green, Rudolf Erikson (ts).

El productor, actor y escritor norteamericano Tim Reid le dedicó un documental a Valaida Snow en el año 2004 de 19 minutos al que tituló “Valaida Snow: Queen of the Trumpet”. Habían pasado 48 años desde su fallecimiento, pero Reid se acordó de ella. Sería bueno que cundiera el ejemplo y empezaran a prodigarse, bien en formatos escritos o audiovisuales, las vidas musicales de aquellas mujeres que se dedicaron al jazz en los años 20, 30, 40, 50 y que fueron invisibles para los responsables de llenar de contenido TODA la historia de la música norteamericana.
No me puedo olvidar del documental dirigido por Judy Chaikin titulado “The Girls in the Band” que se presentó en el Festival de Cine de Vancouver de 2011 y ganó el premio que concede la audiencia además del “Mejor Documental” y “Mejor Documental de Música”. También le otorgaron premios similares en media docena de diferentes Festivales de Cine.

La mejor intérprete femenina de un instrumento de viento, al menos hasta los años 80 del siglo pasado, fue la trombonista Melba Liston. Por lo tanto, se merece que le dedique un artículo entero que escribiré en unas semanas.

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