Historias de Nueva Orleans (VI): The Countess Willie V. Piazza

Manuel Bonilla
Lee Christmas
Octoroon de Nueva Orleans
Quadroon Ball
Quadroon Ball
Basin Street en 1908
Tom Anderson
Octoroons
Storyville en 1906
Lulu White en el año 1904. La única foto que se conserva de ella.
Mapa de Storyville
Historias de Nueva Orleans (VI): The Countess Willie V. Piazza

El expresidente de Honduras, Manuel Bonilla, se quedó asombrado mientras admiraba la excelente biblioteca que la condesa poseía en la segunda planta de su mansión. Ella le comentó que, de todos los libros y manuscritos que descansaban sobre las baldas de roble viejo, de los que estaba particularmente orgullosa eran las primeras ediciones del gran arabista y explorador británico, Sir Richard Burton, y las de su escritor favorito el novelista francés, Alphonse Daudet.  El expresidente también se percató de que existían volúmenes escritos en otros idiomas. La condesa le manifestó, en un perfecto español, que dominaba con soltura el inglés, el francés, el neerlandés, el italiano y, por supuesto, el español. Bonilla, que la había conocido hacía apenas unos cuantos minutos, no esperaba ni por asomo encontrase ante una persona tan cultivada y distinguida que te daba la sensación de que el mundo se le había quedado pequeño.
Cuando una doncella le había abierto la puerta de la biblioteca, después de dar dos toques sutiles en ella, Bonilla vio a una mujer en medio de la habitación: “Ella era bastante alta, lucía una elegante vestimenta y un cuidado peinado. Pensé que me encontraba ante una mujer que aparentaba una edad que rondaría la treintena. Debo confesar que fue una experiencia inolvidable contemplarla por primera vez. Ella estaba fumando un cigarrillo ruso aprehendido en una boquilla de marfil de sesenta centímetros de largo con incrustaciones de oro y diamantes mientras te escrutaba a través de su monóculo. Un ostentoso diamante relumbraba asido a su gargantilla. Aunque me habían advertido de que la condesa era una “octoroon”, en cuanto te fijabas en el color claro de su piel, te dabas perfecta cuenta de que podía pasar sin problemas por una persona blanca”.

Sonaron dos nuevos golpes suaves en la puerta de la biblioteca y entraron dos experimentados mercenarios norteamericanos, Lee Christmas y Guy “Machine Gun” Molony. La misión de estos dos hombres era planificar una operación que “ayudara” a que Manuel Bonilla retomara el poder en Honduras, algo que consiguió en 1912. El plan estuvo listo en siete meses y durante ese tiempo la biblioteca de la condesa se convirtió en el “centro de operaciones”. La elección fue de “Machine Gun”, nacido en Nueva Orleans, que les dijo a sus compañeros: “La única habitación que no tiene “oídos” en Nueva Orleans es la biblioteca de la condesa”.

The Countess Willie V. Piazza era una de las “madames” más importantes del barrio de las luces rojas de Nueva Orleans conocido como “Storyville” o “The District” y que estuvo en funcionamiento desde 1897 a 1917.

Los Piazza fueron una de tantas familias italianas que decidieron probar suerte en el Nuevo Mundo, estableciéndose como agricultores en las fértiles tierras del estado de Mississippi, probablemente en la ciudad de Copiah County situada a unos 200 kilómetros de Nueva Orleans.
Uno de sus hijos, Vincent, entabló relaciones con una mulata de nombre Celia Caldwell y fruto de sus amoríos vino al mundo, alrededor de 1865, una niña a la que pusieron el nombre de Willie.
La pareja se separó a los pocos años, sin haber contraído matrimonio. Celia y Willie aparecen en el censo de la ciudad de Jackson (Mississippi) del año 1880, ella como empleada de hogar y su hija como estudiante. A partir de ahí su rastro desaparece.

Unas líneas más arriba he comentado que a Manuel Bonilla le habían advertido de que la condesa era una “octoroon”. Esto significa que por sus venas corría un octavo de sangre negra. De la misma manera que una “quadroon” posee un cuarto.
La atracción de los hombres blancos por esas jóvenes de piel clara, pero con su porcentaje de negritud, no aconteció solamente en Nueva Orleans, pero en esa ciudad se mantuvo fuertemente enraizada en sus tradiciones. El poder cultural y físico de las “octoroons” y “quadroons” para convertirse en un icono erótico vino como resultas de adaptar los estereotipos sexuales de la mujer del siglo diecinueve con un nuevo enfoque más original. A ambos colectivos se les suponía que eran cultos y refinados, pero tenían un plus ganado exclusivamente por el color claro de sus pieles. Sus vestimentas eran alegres y vistosas. Un vulgar pañuelo ubicado sobre sus cabezas se trasformaba con un par de elegidos detalles en una distinguida prenda de vestir.

Los años de oro de estas mujeres muy poco “colored” se produjo desde el año 1806, que fue cuando se celebró en Nueva Orleans el primer “Quadroon Ball” hasta comienzos de la Guerra de Secesión en 1861. En estos bailes los hijos de las familias blancas más pudientes y adineradas elegían a sus amantes, con el visto bueno de sus respectivos padres. De hecho, de estas uniones nacieron unos cuantos “octoroons” y “quadroons”. (Podéis leer mi artículo al respecto titulado: “Historias de Nueva Orleans (I): The Quadroon Balls”).
El geólogo británico-americano, George William Featherstonhaugh, estuvo presente en la celebración de uno de los “Quadroon Balls”. En su libro, titulado “Excursion Through the Slaves States” de 1844, escribió lo siguiente:

“En esos bailes se encontraban las mujeres más maravillosas que yo jamás había visto: rostros hermosos, ojos negros y trasparentes, labios de coral, dientes como perlas, figuras de sílfides; las delicadas redondeces de sus cuerpos, sus exquisitos andares y sus cuidadas maneras podrían servir como modelo para una Venus o una Hebe. Esas chicas son probablemente en cuanto a la belleza se refiere el conjunto más homogéneo que yo haya visto en mi vida”

Continuando con el seguimiento de Willie Piazza, sabemos que apareció por Nueva Orleans alrededor del año 1897 coincidiendo con el inicio de la puesta en marcha de Storyville.   Su lujoso burdel, conocido como «The Countess Willie V. Piazza, estuvo ubicado en el 317 de Basin Street. Esta calle fue la entrada al barrio del sexo y en ella también estuvieron asentados los prostíbulos que rivalizaban con el de Piazza en opulencia como el de Lulu White (235) o el Josie Arlington (225). En la esquina izquierda estaba situado el mejor cabaret del distrito propiedad de Tom Anderson, que era considerado como el “alcalde” de Storyville.

Tom Anderson y Lulu White fueron los responsables del distrito en la edición de un pequeño libro que se denominó “Blue Book”. El ejemplar comenzaba explicando su razón de ser que no era otra que la de exponer al público en general que “The District” era el único entorno de los EE.UU. donde las prácticas sexuales estaban amparadas por la Ley. Seguidamente manifestaba que otra de sus más importantes funciones consistía en proteger a todos los individuos que en él se sumergían y la mejor manera de lograrlo era indicándoles claramente dónde estaban ubicados los establecimientos que debían visitar con el fin de “no sufrir robos, ni verse envueltos en juegos trucados, ni otras prácticas ilegales que por lo general se realizaban en indeseables tugurios del Distrito de las Luces Rojas… Lea este libro cuidadosamente y cuando venga por aquí a darse un ‘garbeo’ conocerá ‘quién es quién’ y los mejores locales para poder dedicar de la manera más adecuada su tiempo y su dinero”.

Quizás este sea un buen momento para comentar que “sporting houses” es uno de los eufemismos más antiguos que se sacaron de la manga los norteamericanos, alrededor del siglo XVII, para referirse a los burdeles. Así lo vemos en el anuncio que Tom Anderson publicó sobre su cabaret, denominado «Arlington Annex», en una de las ediciones del “Blue Book”.

“The Countess” publicó exclusivamente un anuncio en las siete u ocho ediciones del “Blue Book”:

Piazza poseyó una demostrada habilidad para elegir y explotar la identidad de las “octoroons” transformándolas en todo un producto de lujo por el que suspiró la élite blanca. Este antojo de mantener relaciones sexuales con mujeres afroamericanas de piel clara satisfacía muchas de las fantasías sexuales de los pudientes blancos y se convirtió en una mina de oro de la cual la “madame” extrajo abundantes y gruesas pepitas. Sin embargo, su poder no fue lo suficientemente potente como para conseguir acallar a todo el espectro político de Nueva Orleans. Desde prácticamente el establecimiento de Storyville, y aunque este barrio fuera una especie de ciudad independiente dentro de otra ciudad que se regía por sus propias reglas, sobre todo en cuanto a las relaciones entre diferentes razas, siempre existieron voces airadas de personajes muy influyentes que trataron por todos los medios de prohibir la existencia de establecimientos como el de Willie Piazza o de otras “octoroons” como Lulu White.

Esta es la única foto que existe de Willie Piazza. La publicó ella misma en una de las ediciones del «Blue Book»

En el año 1917, Harold Newman, responsable del departamento de Salud Pública de Nueva Orleans, desplegó una agresiva campaña para “limpiar” el distrito del vicio.
Para “Newman” la palabra “limpiar” significaba segregar por razas el Distrito. Sería necesario crear dos zonas fuertemente vigiladas por la policía, para impedir que tanto los blancos como los negros traspasasen sus respectivas líneas rojas. “La aparición de un hombre blanco en el distrito negro provocará su arresto y el simple paseo de una mujer negra por el distrito blanco le supondrá la cárcel”.
Con esos mimbres, Newman convenció a los miembros del Ayuntamiento y estos redactaron, en febrero de 1917, la Ordinance 4118 C.C.S. que supuso la división de Storyville en dos sectores, teniendo como línea fronteriza Canal Street. El Distrito Negro quedaba situado al norte del citado canal y el Distrito Blanco al sur, comenzando, precisamente, en Basin Street donde estaban ubicados los prostíbulos más elegantes y famosos, como los de Willie Piazza o Lulu White.

La condesa fue consciente de que Harold Newman, con la aprobación de este decreto, había conseguido colocar 4.118 kilos de dinamita en su mina de oro y que estos estaban a punto de estallar, sepultándola para siempre. No solamente iba a perder a toda su clientela, compuesta exclusivamente por adinerados hombres blancos, sino que a ella y a sus chicas las iban a desterrar a la parte de atrás de Storyville, desalojándolas de su elitista y distinguido prostíbulo de Basin Street (el cual lo había reformado en 1909 con un coste $20.000, dejándolo como un palacio).
La ordenanza entró en vigor el primero de marzo y ese mismo día la policía se personó en el local de Willie Piazza, le exigió que lo abandonara y que se desplazara a la parte del Distrito asignada para los negros. La primera reacción de la madame fue exigir a los servidores de la ley que demostraran que ella no era una mujer blanca. Con ello consiguió parar ese primer asalto y unos días para preparar junto a su abogado, Nathan H. Feitel un recurso ante el judgado para declarar anticonstitucional la Ordinance 4118 C.C.S.  Y así comenzó el juicio conocido como “City of New Orleans versus Willie Piazza”.

Feitel se dirigió al tribunal cuestionando si realmente existía una clara definición del término “persona de color”. Su cliente, argumentó, se diferenciaba del resto de las afroamericanas, ya que los mismos blancos normalmente la trataban como si fuera de su misma raza debido a su piel clara. Documentó, además, que los creoles en general y los “octoroons” en particular, dado su status económico y social tal y como la propia historia de Louisiana testimoniaba, estaban un peldaño por encima de esas personas de color que la ciudad trataba de segregar.
Continuó argumentando que la Ordenanza 4118 no prohibía a las prostitutas de color trabajar en el distrito blanco. Por lo tanto, no era una ordenanza que regulara la prostitución, sino que regulaba las residencia donde ellas vivían. Y por esa razón, la segregación de Storyville violaba la Constitución del Estado de Louisiana y el Artículo XIV de la Constitución de los Estados Unidos.
“Es inadmisible, ilegal e innecesario el abuso de poder por parte de la policía, ya que ellos no poseen los poderes necesarios para regular una segregación residencial”.

 El juez dictó sentencia y en su primera resolución no hizo distingos entre una “octoroon” y una persona de color o negra. Sin embargo, en su segunda resolución le dio la razón a Willie V. Piazza ya que la Ordenanza de la Segregación de Storyville procedía a un embargo de bienes cuyo proceso violaba la “Fourttenth Amendmente” de la Constitución de los EE.UU.

La escritora norteamericana Alecia P. Long en su libro titulado “The Great Southern Babylon” dice:

“La victoria de Willie Piazza hizo imposible que las autoridades de Nueva Orleans impusieran su método de limpieza de la ciudad basándose en la segregación de razas en 1917, pero este triunfo fue también muy importante en otros aspectos.
Hay que tener en cuenta que, en los tiempos de Piazza, la aplicación de la ley propuesta por el ayuntamiento hubiese tenido consecuencias letales para las personas de color. Su victoria es todavía más remarcable en función de su sexo y del hecho de que era una conocida ‘madame’ de un prostíbulo. Ella podía haber perdido su privilegiado status racial y erótico como una ‘octoroon’, pero su desafío legal sobrepasó los muros de su burdel y de los propios límites de Storyville. Hasta este momento, el importante papel que ella jugó en derrotar al ayuntamiento en su primer intento de segregar racialmente la ciudad en diferentes zonas residenciales ha languidecido en los archivos de la Corte Suprema del Estado y todo ello es debido, sin duda, a su identidad racial, a su sexo y a su ocupación”.

 Mientras todos los historiadores del Sur de los USA y muchos de sus ciudadanos admiten la trascendencia del caso “Plessy v. Ferguson”, que instauró la doctrina “iguales, pero separados” (las leyes Jim Crow), la importancia del caso de Piazza no ha sido reconocido hasta ahora y, de facto, ella echó por tierra a la citada doctrina en 1917, aunque la jurisprudencia derivada del mismo nunca se tuvo en consideración. Su caso permanecerá archivado en algún lugar inaccesible y lleno de polvo de alguna escondida dependencia de La Corte Suprema del Estado de Louisiana.

Una de las personas que mejor conoció a Willie Piazza fue su abogado, Nathan H. Feitel, y sus opiniones sobre la personalidad, el carácter, la forma de entender la vida de su cliente está debidamente documentada. El Sr. Feitel no dudó en afirmar que encontrar a una mujer de sus características, en la sórdida y envilecida atmósfera de Storyville, fue algo tan raro como toparse con un “white blackbird”. Españolizando un poco más la expresión, podríamos afirmar que la Condesa fue el “perro verde” de Storyville.

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