Bessie Smith: «Solo Soy Una Piel Canela»

Bessie Smith
Gertrude «Ma» Rainey
Clarence Williams
Bessie Smith Band
Louis Armstrong
Bessie Smith
Bessie Smith
Entrada del club de jazz «Connie’s Inn en 1932
Bessie Smith
Bessie Smith & Richard Morgan
Bessie Smith
Janis Joplin
Bessie Smith: «Solo Soy Una Piel Canela»

Hablar de Bessie Smith, hablar de la Emperatriz del Blues como músico no tiene sentido, ya que hay que escucharla cantar, hay que sentir como vivió todas y cada una de las canciones que interpretó, hay que cerrar los ojos y tratar de introducirse en las historias que en su día relató, hay que adivinar porqué le pidió a un juez que la enviara a la silla eléctrica o porqué amó al hombre que le arruinó la vida.
Bessie Smith fue una mujer dotada de un fuerte carácter, incluso dentro del escenario. Esa parte de su personalidad salió a relucir siempre que alguien intentó estropear su espectáculo. Nunca escondió su gusto por el lado salvaje de la vida, sus flirteos con jovencitos a espaldas de su marido infiel, sus relaciones íntimas con otras mujeres, su gran afición al whisky. Es muy posible que sin esa vida a sus espaldas, en la que también pesó lo suyo el haber nacido mujer y negra en el año 1892 en el sur de Norteamérica, le hubiese sido difícil cantar con esa sensibilidad de la que ella siempre hizo gala, llegando a lo más profundo de los corazones tanto del público negro como del blanco. A lo mejor el secreto para cantar como nadie el blues, para llegar a ser el mejor, para convertirte en el Emperador o en la Emperatriz del Blues, se reduzca a percatarte de que la historia que estás cantando pertenece realmente a tu propia vida limitándote simplemente a contar las cosas que te han pasado.

La letra de su canción “Young woman’s blues” grabada el 10 de octubre de 1926, acompañada por el pianista Fletcher Henderson, el trompetista Joe Smith y el clarinetista Buster Bailey dice así:

Me desperté esta mañana con el canto del gallo / tanteé mi almohada, mi hombre se había ido / en la suya había una nota / que decía: “Lo siento Jane, no puedo más / no quiero casarme ni sentar la cabeza” / Soy una mujer joven y he rodado mucho / algunos me llaman vagabunda, otros buscona / nadie sabe cómo me llamo y lo que he hecho / valgo tanto como cualquier mujer de vuestro pueblo / no soy una gran señora, solo una piel canela / no pienso casarme ni sentar la cabeza / beberé un buen whisky y se me quitarán las penas / Tú sabes, Señor, que este camino solitario tiene un final / y yo soy una buena mujer y hombres no me faltarán.

Bessie Smith nació en Chattanoga, Tennessee en 1894. Siendo una cría y junto a su hermano Andrew, que tocaba la guitarra, se echaron a la calle. Ella cantaba, bailaba y contaba chistes para ganarse unas monedas de los paseantes. También se presentaba en todos los espectáculos de vodevil para aficionados que se celebraban en Chattanooga y alrededores.
Cuando cumplió 18 años por mediación de su hermano Clarence consiguió un trabajo como corista en el “minstrel show” de nombre “Moss Stokes Company”. Este hecho resultó transcendental en la carrera de Bessie ya que conoció a la cantante de blues Gertrude “Ma” Rainey que se convirtió en su mentora.
Actuar de gira con “Ma” Rainey – todo el personal viajaba en un tren de la compañía – le abrió a Bessie un mundo nuevo. Viajar de pueblo en pueblo y comprobar que la gente pagaba por el espectáculo despertaron en ella a la mujer práctica. “Ma” Rainey le enseñó todo lo que sabía del mundo del vodevil, que era mucho, y además entablaron una relación muy íntima, que transcendió de lo puramente profesional, convirtiéndose en amantes.
Después de unos meses de actuar en la “Most Stokes Company” dejó la compañía sin una razón aparente y se incorporó a la T.O.B.A., el circuito negro, viajando por todo el sur del país donde fue perfeccionando sus números durante los siete años posteriores.
Alrededor de 1920, Bessie pensó que ya estaba totalmente preparada para ofrecer su arte allí donde fuera. Abandonó el Sur y se desplazó al Norte a la cuna de la vida nocturna más efervescente del país: Harlem.

Harlem era un oasis para los afroamericanos un lugar donde, como raza mayoritaria, se sentían seguros de expresar sus ideas artísticas y políticas. El barrio era el escenario perfecto para Bessie y sus canciones.
Aunque existen varias versiones de cómo consiguió Bessie que la todo poderosa discográfica Columbia se fijara en ella todo parece indicar que fue Frank Walker, encargado de los artistas negros, el que le llamó para contratarla para la grabación de un disco.
El 16 de febrero de 1923, Bessie Smith acompañada del pianista Clarence Williams entraba por primera vez en unos estudios, en este caso en los del sello Columbia, para grabar dos temas “Down Hearted Blues” (Lovie Austin (M&L) & Alberta Hunter (M&L)) y “Taint nobody’s business if I do” (Porter Grainger (M&L) & Everett Robbins (M&L)). La grabación dejó mucho que desear y el motivo fue que Bessie estaba acostumbrada a cantar bastante fuerte para que no la taparan los instrumentos de la banda y siempre ante su público. Cuando llegó al estudio le dijeron que tenía que cantarle al micrófono, artilugio que a lo mejor no había visto en su vida. Supongo que ese cambio de chip en su manera de cantar no le salió demasiado bien la primera vez. Volvieron a la tarde y repitieron la grabación de “Down Hearted Blues” que quedó correcta y cambiaron el segundo tema por el titulado “Gulf Coast Blues” (Clarence Williams). Cuando salió al mercado el 78rpm conteniendo estos dos temas vendió en un año 800.000 copias.
Bessie Smith continuó actuando y grabando hasta prácticamente su despedida de este mundo. Hay que resaltar la grabación del tema de W. C. Handy “St. Louis Blues” que realizaron Bessie Smith y Louis Armstrong con su corneta acompañados del harmonicista Fred Longshaw, el 14 de enero de 1925.

El papel que jugó Bessie Smith para el colectivo negro no solo se centró en su música sino también en su actitud ante la vida. Así lo explica la escritora Buzzy Jackson en su libro “Disfruta de mí si te atreves” (Alba Editorial-2005): “El espectáculo de una mujer negra enorgulleciéndose de sus dotes era realmente un acto de coraje. Bessie Smith había soñado con salir de Chattanooga y forjarse una carrera, y en lugar de mantener la boca cerrada y avanzar de puntillas, allí estaba, en escena, explicando a otros negros cómo lo había conseguido y cuán lejos pensaba llegar. Ese era tal vez su gran poder, algo que iba más allá de su capacidad vocal”.

Al año de la salida de su disco conteniendo “Down Hearted Blues” el periódico “Pittsburgh Courier” escribió un artículo sobre Bessie y entre otras cosas decía: “La señorita Smith es conocida desde el Atlántico hasta el Pacífico y desde el Golfo de México hasta la bahía de Hudson como la única cantante de “blues” que canta el “blues” como tiene que ser cantado. Es la chica que tiñó de blue el “blues”. Aquí vendría bien la frase que cantaba “Ma” Rainey en la canción “Memphis Bound Blues”: “Hablo porque soy terca, canto porque soy libre”.

 Puede parecer una ironía que la mayoría de los seguidores blancos de Bessie procedieran del racista Sur del país. Justamente esos blancos eran los que estaban más familiarizados con la cultura negra desde la época de la esclavitud. Desde su infancia habían escuchado el blues cantado por el servicio doméstico, las niñeras, las cocineras, los jardineros… Los sudistas nunca se avergonzaron de su afición por la música negra. Comprar discos de intérpretes como Bessie Smith y llevárselos a su casa para su escucha era un acto totalmente natural.

A principios de los años treinta la música de los EE.UU. cambió con la llegada de las big bands, y de los grandes temas escritos por los compositores y letristas del Tin Pan Alley. La Época del Swing llegó para quedarse durante diez años. La venta de los discos de blues empezó a decaer. La discográfica Columbia le rescindió el contrato a Bessie Smith y en el futuro de la cantante más famosa del país se empezaban a vislumbrar grandes nubarrones.
El productor John Hammond acudió en su ayuda y consiguió que el sello Okeh contratara a Bessie para grabar un disco. Hammond eligió cuidadosamente a los músicos que iban a acompañar a Bessie. Estos fueron: Chu Berry (tenor saxofón), Benny Goodman (clarinete), Bobby Johnson (guitarra) y Frank Newton (corneta).
La sesión fue el 24 de noviembre de 1933. Las canciones fueron, “Do your duty”, “Gimme a Pig Foot and a Bottle of Beer”, “Take me for a Buggy Ride” las tres escritas por Wesley Wilson y “I’m down in the Dumps” escrita por Lana y Wesley Wilson. Bessie triunfó únicamente con la canción “Gimme a Pig Foot and a Bottle of Beer” aunque sin llegar a las millonarias ventas que estaba acostumbrada a alcanzar con sus discos de blues.

Esta sesión ocupa un lugar importante y triste a la vez en la historia de Bessie, ya que fue la última en la que ella participó, antes de morir en accidente cuatro años más tarde.

Una mujer como Bessie Smith no podía rendirse. Dejó a un lado sus pelucas, sus plumajes, sus vestidos estrafalarios y se vistió como una cantante de jazz. Fue contratada por uno de los clubs de jazz más famosos de Harlem, el “Connie’s Inn”.  Permaneció durante doce semanas sobre sus escenarios interpretando canciones de músicos del Tin Pan Alley como Jerome Kern, Jimmy McHugh o Harry Warren. Los testimonios de personas que la vieron actuar relatan que se había transformado a sí misma y que no cabía la menor duda de que, si hubiera vivido, habría triunfado en La Época del Swing”.

El 26 de septiembre de 1937, Bessie Smith murió a consecuencia de las heridas sufridas en un accidente automovilístico. Este suceso ha estado recubierto de un oscuro misterio que da la sensación de que nadie quería hablar sobre él.
El productor John Hammond escribió en la revista “Down Beat” que Bessie había fallecido porque le habían llevado malherida a un hospital para blancos y no le habían querido atender. Más adelante rectificó recalcando que eso era lo que a él le habían contado. Mezz Mezzrow en su libro “Really The Blues” afirma que la cantante murió debido a las leyes racistas conocidas como “Jim Crow” (iguales, pero separados). La frase textual dice: “Esa noche “Jim Crow” dirigía el tráfico”.
Parece bastante probable, según posteriores investigaciones por parte de historiadores y biógrafos, que Bessie perdió la vida debido a que se fueron sucediendo un cúmulo de situaciones adversas.

El 26 de septiembre de 1937, Bessie Smith junto a su manager y amigo íntimo, Richard Morgan, viajaban por la autopista 61 con destino a la ciudad de Clarksdale en Mississippi. Alrededor de las tres de la madrugada un coche que iba delante de ellos dio un brusco frenazo y Morgan perdió el control del automóvil que se fue a incrustar en la parte trasera de una furgoneta que estaba mal aparcada. Bessie quedó muy malherida. El dueño de la furgoneta huyó del lugar. A los pocos minutos apareció otro coche en el que iba el Dr. Hugh Smith y Henry Broughton. El doctor al ver la gravedad de las heridas de Bessie le dijo a su amigo que buscara una casa para desde allí llamar a una ambulancia. Volvió al lugar del accidente y viendo que la ambulancia tardaba en llegar el doctor decidió meterla en su coche y dirigirse al hospital. Para colmo, cuando la estaban trasladando otro coche colisionó con el suyo. Al cabo de unos minutos llegó la ambulancia conducida por un hombre negro de nombre Willie George Miller que llevó a Bessie a un hospital para negros. Según su testimonio ingresó ya cadáver. El Dr. Hugh Smith relató a los biógrafos de Bessie que teniendo en cuenta que el accidente se produjo en el profundo sur de los EE.UU. y tal como estaba el tema racial por entonces, nadie podría creer que un conductor de ambulancia, negro o blanco, intentase llevar a una paciente negra a un hospital para blancos, por muy grave que fuese su estado.
A pesar de todas las investigaciones que se han llevado a cabo, algunos estudioso siguen opinando que existen flecos sueltos que todavía hay que aclarar.

La tumba de Bessie Smith en el cementerio de Mount Lawn de las afueras de Filadelfia permaneció sin nombre durante treinta y tres años. En 1970 una mujer negra oriunda de Filadelfia se puso en contacto con el rotativo Philadelphia Inquirer para relatarles la penosa situación. Los periodistas resolvieron el problema con dos llamadas telefónicas. Una a Juanita Green, la propietaria de dos asilos donde Bessie había trabajado como criada y la otra a la cantante Janis Joplin. Estas dos personas encargaron, junto a otras devotas de Bessie, una lápida que reza:

La Cantante de Blues
Más Grande del Mundo
Jamás
Dejará de Cantar
Bessie Smith
1895 – 1937

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