Charles Mingus: «Yo Soy Tres»

Juilliard String Quartet
Charles Mingus
Juan Tizol
Dannie Richmond
Mingus Dynasty
Lester Young
Sombrero de Lester Young – Foto: Herman Leonard – 1948
Charles Mingus
Rahsaan Roland Kirk
Charles Mingus al piano
Charles Mingus
Duke Ellington
Max Roach – Foto: William Claxton
Charles Mingus – Foto: Tom Copi
Sue & Charles Mingus
Times Square
Mingus Big Band
Charles Mingus
Charles Mingus: «Yo Soy Tres»

Con 13 años Charles Mingus tenía muy claro que la meta a alcanzar en esta vida era la de convertirse en un virtuoso del violonchelo, formar parte de un cuarteto de cuerdas y poder interpretar a Bartók o a Bach. Sin embargo, su vecino Buddy Collette – que con 14 años ya tenía su propia banda de jazz y tocaba el saxo alto – le explicó que se había equivocado de instrumento, que había elegido uno de blancos, que con él nunca podría triunfar, que él era negro y que debía elegir un instrumento de negros. Charles Mingus a regañadientes se dejó convencer y estiró su violonchelo hasta convertirlo en un contrabajo.
Veinticinco años más tarde, Charles Mingus le escribió una carta a su amigo Nat Hentoff – que tenía en Boston un programa de radio dedicado al jazz – en el que le relataba que acababa de escuchar un concierto del Juilliart Quartet, y que esos músicos eran capaces de trasformar el alma del oyente y hacerla palpitar de amor y de belleza… con solo seguir los rasgos de una pluma sobre una partitura. Y terminaba de esta manera: “¡Ah, lo que daría por ser un miembro desconocido de un cuarteto como el que he escuchado hoy! Si eso es de verdad lo que quiero, Nat, supongo que tendré que dejar el jazz… esa palabra da lugar a demasiadas tonterías”.

Como sabemos, Mingus nunca dejó el jazz, pero también sabemos que pasó prácticamente toda su vida luchando con todos los Mingus que había dentro de Mingus.

“En otras palabras yo soy tres. Un hombre que permanece siempre en medio, despreocupado, inmóvil, observando, esperando a que le sea permitido expresar lo que ve a los otros. El segundo hombre es un animal asustado que ataca por miedo a ser atacado. Luego está la persona extremadamente cariñosa y amable que admite a la gente en el templo más sagrado de su ser y soporta los insultos y es confiado y firma los contratos sin leerlos y lo enredan para que trabaje barato o por nada y, cuando se da cuenta de lo que han hecho, siente ganas de matar y de destruirlo todo, incluso a sí mismo por ser tan estúpido. Pero no puede: vuelve a encerrarse en sí mismo. Todos esos hombres son reales”.

 Con estas palabras que acabo de escribir empieza su autobiografía titulada “Beneath the Underdog” (Menos que un perro) (1971). De lectura obligada para tratar, solo tratar, de entender a ese hombre. Sus amigos más íntimos se preguntaban de qué insólito molde había salido ese lunático imprevisible y esquivo.

Charles Mingus nació en la base militar de Nogales, Arizona en 1922, ya que su padre era sargento del ejército norteamericano. Se crio en Watts un barrio situado en el sur de la ciudad de los Ángeles. Su madre falleció a los seis meses de su nacimiento y se hizo cargo de él una madrasta amerindia que solo permitía que entrara en su casa música religiosa. A pesar de ello Mingus desarrolló un prematuro afecto por el jazz sobre todo por el interpretado por Duke Ellington.
Su primer instrumento fue el trombón que abandonó por la desidia de su profesor y eligió el cello, al que renunció por consejo de su amigo Buddy Collette.
Mingus estudió contrabajo y composición durante cinco años de la mano de H. Rheinshaben primer bajista de la New York Philharmonic y técnicas de composición por el pianista, organista y compositor Lloyd Reese. Otro aspecto de su educación fue absorber toda la música de las grandes figuras del jazz.

Con ese bagaje musical a Mingus no le fue muy difícil demostrar que era todo un virtuoso del contrabajo. A mediados de los cuarenta músicos como Illinois Jacquet, Lionel Hampton, Howard McGhee o Lucky Thomposon le incluyeron entre sus filas, tanto para sus giras como para sus grabaciones en estudio. Así mismo lideró varias bandas bajo el nombre de Baron Mingus con las que grabó varios discos con temas compuestos por él junto a standards de jazz.
Y llegó el año 1953 y su admirado Duke Ellington le llamó para convertirse en el contrabajista de su orquesta. Un sueño convertido en realidad, pero una de las personalidades de Mingus iba a conseguir que fuera de muy corta duración.
El trombonista de la banda de Ellington, Juan Tizol había realizado un arreglo para el contrabajo y se lo dio a Mingus. Cuando lo ensayaron el contrabajista lo subió una octava, algo que enfadó sobre manera a Tizol y este le insultó llamándole “negrata analfabeto” y le sacó una navaja. Mingus lejos de achantarse persiguió al trombonista, contrabajo en mano, por todo el escenario. Cuando parecía que todo había terminado Mingus agarró un hacha de incendios y partió por la mitad el asiento de Tizol. Al terminar el ensayo, Duke Ellington llamó a Mingus y le dijo: “Yo nunca he despedido a nadie, pero tienes que dejar la banda. Ya tengo bastantes problemas. Juan es un viejo problema, pero sé cómo manejarle, pero parece que tú tienes algunos trucos nuevos que yo desconozco, por lo que me veo obligado a pedirte que seas tan amable y presentes tu dimisión”.

 No existe historiador, musicólogo, estudioso o periodista de jazz que no comente, al referirse a Charles Mingus, la relación que mantuvo con los músicos cuando él era su líder. El nivel de exigencia era tal que pretendía que los componentes de su banda ofreciesen una versión de él mismo tocando los diferentes instrumentos. Muchas veces les incentivaba a ser inventivos, a tocar lo que quisieran, pero ese “quisieran” debía de ser el que él quería. Existen cantidad de historias que relatan, exageradas o no, las órdenes a gritos que daba sobre el escenario, las amenazas, las maldiciones, incluso las agresiones. Despedía a media formación y la volvía a contratar a las dos horas.
Uno de los puestos de la banda que era sistemáticamente objeto de las iras de Mingus fue el del baterista. En el año 1957, el contrabajista conoció a un joven de 26 años llamado Dannie Richmond que había comenzado su carrera de músico tocando el saxo tenor y que hacía relativamente poco tiempo se había decantado por la batería. Mingus lo acogió bajo sus alas y lo convirtió en un baterista a su imagen y semejanza. Richmond permaneció durante 21 años junto al contrabajista llegando a ser un ingrediente indispensable del “sonido Mingus”, además de un fiel amigo. A la muerte de Mingus, Richmond se convirtió en el director musical del grupo “Mingus Dynasty”.

A las pocas semanas del fallecimiento del saxofonista Lester Young, acaecido el 15 de marzo de 1959, Mingus se sentaba al piano y, dejando a un lado la rabia de vivir, compuso un bella, triste y emotiva melodía dedicada al saxo tenor. Quizás lo hizo ya que Lester fue en vida todo lo contrario que él. A lo mejor no se enfadó nunca. Ni siquiera cuando le hicieron la vida imposible en el ejército. A Lester le gustaba tocar el saxofón para divertirse él y a los demás. Hablar de lo divino y humano con su amiga Lady Day. Comer en su casa los ricos platos que cocinaba su madre. Marihuana, unas pastillas y un buen whisky. Y que el mundo le dejara en paz.
Supongo que todo esto ya se lo sabía Mingus, ya que, como digo, compuso una hermosa melodía. Además, nos mostró con ella la parte más sensible de su personalidad. Para mí es la mejor canción que escribió en toda su carrera. Bien podría haber estado compuesta por su admirado Duke Ellington o por el mismísimo Thelonious Monk. Le puso el título de “Goodbye pork pie hat”. En los EE.UU. llaman Pork pie hat (literalmente sombrero de tarta de cerdo) a los sombreros de ala ancha, que eran los que le gustaba llevar a Lester Young. De manera que el título de la canción en español podría ser “Adiós sombrero de ala ancha” o simplemente “Adiós Lester Young”.
El 12 de mayo de 1959 (prácticamente dos meses después del fallecimiento de Lester) grababan “Goodbye pork pie hat” los siguientes músicos: Horace Parlan, piano; Charles Mingus, contrabajo; Dannie Richmond, batería; John Handy, saxo alto, clarinete; Booker Ervin, saxo tenor; Curtis Porter, saxo tenor. Esta canción fue un corte del álbum titulado “Mingus Ah Um” uno de los más laureados del contrabajista.  

El gran amigo de Mingus, el multinstrumentista Rahsaan Roland Kirk grabó en 1976 una versión de “Goodbye pork pie hat” a la que le añadió una letra que él mismo escribió y que dice:

Él ponía toda su alma cuando tocaba su saxofón / era su manera de expresarse, era un lenguaje propio / La historia de tu vida, el amor y la gloria, todo lo escucharás cuando él toque para ti / Ahora escucha y escucha y lo pillarás ¿puedes hacerlo? / Lester Young toca lo que está sintiendo / saltando y bailando.
Ahora alguien te podría decir que Lester Young está anticuado / pero ahora yo estoy aquí para decirte, que “Prez” es ahora todo un acontecimiento / La historia de tu vida, el amor y la gloria, todo lo escucharás cuando él toque para ti / Ahora escucha y escucha y lo pillarás ¿puedes hacerlo? / Lester Young toca lo que está sintiendo / saltando y bailando en su casa.

“Cuando Charles Mingus conoció a Rahsaan Roland Kirk fue como encontrar a un hermano del que se ha estado esperando desde el nacimiento. Kirk era como Mingus, todo lo que tocaba llevaba en si el grito, el llanto, que es el corazón palpitante de la música negra, un llanto de dolor, de esperanza, desafío, sufrimiento. No solo eso, sino también un saludo, algo que les gritas a los amigos y hermanos para que se enteren de que está en ello. Por mucho que el jazz pudiera cambiar, tenía que existir. Quitando el revestimiento formal estaba el ritmo, detrás del ritmo el blues, detrás del blues ese grito, el grito de aliento de los esclavos”. (Del libro “Pero hermoso. Un libro de jazz” escrito por Geoff Dyer).

Charles Mingus y Rahsaan Roland Kirk estuvieron juntos durante cuatro meses y en ese tiempo, aparte de las actuaciones en directo que pudieran haber realizado, grabaron un disco el 6 de noviembre de 1961 que salió a la venta con el nombre de “Charlie Mingus, Oh Yeah”. De las doce canciones que compuso el contrabajista para ese trabajo, está la titulada “Ecclusiastics”. En ella están presentes los espirituales junto a los gritos que salían de las gargantas de los feligreses en las iglesias negras en tiempos de la esclavitud.

Dentro de la extensa discografía de Charles Mingus existe, cual apacible isla, un disco grabado el 30 de julio de 1963 al que le pusieron el título de “Mingus Plays Piano – Spontaneous Compositions and Improvisations”. En él abandona su contrabajo y sentándose al piano versiona temas standards de la música norteamericana e interpreta o improvisa también canciones compuestas por él.  Dejó grabadas en el estudio 21 canciones de las que únicamente salieron once en el disco que se editó. Entre ellas está la titulada “Roland Kirk’s Message” que es un bonito blues “a lo Mingus” que dedicó a su gran amigo.

A mediados del año 1962, el productor de United Artists, Aland Douglas, le llamó a Duke Ellington ya que quería organizar una sesión de grabación con él, con el baterista Max Roach y el contrabajista Charles Mingus. También le pidió a Ellington que compusiera todas las canciones para la citada sesión. Una noche se reunieron los músicos en casa de Duke y este les tocó al piano todas las melodías que había compuesto, pero no les dio ninguna partitura. Hablaron sobre la música, sobre los títulos y sobre la idea que tenía Ellington de que la grabación fuera lo más parecido a una improvisación. La siguiente vez que se vieron fue en el estudio. La forma de cómo grabaron los temas lo explica Ellington en su biografía titulada “La Música es mi Amante”:

“Una vez que les anuncié el tono de la canción, continué con mis anotaciones. Por ejemplo, en el tema titulado “La Fleurette Africaine” les expliqué: “Es una florecilla africana que tendría que ser interpretada desde el punto de vista de la filosofía africana, con la que guarda relación. Para los africanos, la selva es el corazón mismo del bosque, allí donde ningún ser humano se ha aventurado jamás. Esta florecilla crece en el mismo corazón del bosque, a muchos kilómetros de los ojos del ser humano más cercano, en esa parte de la selva que ha sido creada por Dios y nunca hollada por el hombre. La florecilla crece y crece más hermosa cada día”. “Ambos asintieron con la cabeza. Me senté al piano e indiqué al técnico de sonido que pusiera en marcha la cinta. No bastaba una sola toma de las canciones por lo que estuve encantado”.

 La sesión se iba desarrollando sin problemas cuando, aproximadamente a la mitad, Mingus hizo un aparte con Ellington y le dijo: “Mira yo no puedo tocar con ese baterista, por lo que tendrás que buscarte a otro contrabajista. Yo me voy”. Ellington seguía siendo mucho Ellington para Mingus – a pesar del episodio del hacha y la silla – y logró convencerle para que se quedara. Y la sesión acabó sin mayores contratiempos. También grabaron dos standards de Ellington: “Caravan” y Solitude”.
Al álbum lo titularon “Money Jungle”. Duke tenía 62 años, Charles 39 y Max 37. Dos generaciones de músicos. Todos ellos lideraban una banda. La intención de ese disco era conseguir ese tipo de interpretación que solo se da cuando las mentes implicadas tienen el mismo propósito y operan de forma solidaria. Un buen número de estudiosos comentaron que jamás le habían escuchado tocar el piano a Ellington de la forma de cómo lo hizo en “Money Jungle”. La razón pudo deberse a que Ellington estuvo acompañado por dos grandes músicos que le enviaban continuamente propuestas musicales a las que se debía adaptar y ser solidario con ellos.
No sé quien dijo: “Ellington, Mingus y Roach sonaron como toda una orquesta compuesta por solo tres músicos en “Money Jungle”.

Musicalmente hablando Charles Mingus no fue un compositor fácil. Supo envolver su música con armonías y melodías muy cuidadas hasta convivir con el caos más absoluto, desde un jazz clásico hasta el free jazz. Su música fue un reflejo de su propia existencia, de momentos de suave y dulce relajación y placer, hasta los momentos más encolerizados y amargos. Grabó más 100 discos y compuso más de 300 canciones. Aunque está reconocido como uno de los mejores compositores de la historia del jazz han sido pocos los músicos que se han acercado a sus obras para hacerlas suyas. Si lo comparamos con Ellington o Monk la diferencia es abismal.

Charles Mingus falleció en México el 5 de enero de 1979 a la edad de 57 años. Su mujer Sue Graham Mingus esparció sus cenizas en el río Ganges en la India. Tanto la ciudad de Nueva York como la de Washington le honró declarando un día a su memoria.

Sue Graham Ungaro se casó con Charles Mingus en el año 1966. En el año 2008 fundó la “Charles Mingus High School Competition” la cual tiene lugar anualmente en la “Manhattan School Of Music”. Sue, a partir del fallecimiento de su esposo, fundó la “Mingus Big Band” que, aparte de grabar discos, actúa semanalmente en el club “Jazz Standard” alternándose con la “Mingus Dynasty” y la “Mingus Orchestra” también auspiciadas por ella.

“Nostalgia in Times Square” es un tema que compuso Mingus en 1959. 34 años más tarde la “Mingus Big Band” la retomó de nuevo y se convirtió en uno de los cortes del álbum titulado como la canción. Los músicos fueron: Kenny Drew jr (p), Michael Formanek (b), Marvin “Smitty” Smith (d), Randy Brecker (tp), Ryan Kisor (tp) Art Baron (tb), Dave Taylor (tb), Steve Slagle (as), Alex Foster (as), Chris Potter (ts), Craig Handy (ts), Runnie Cuber (bs).
En esta versión, la Mingus Big Band” añade una voz al principio que va nombrando al Club de jazz “Birdland”, a Charlie Parker, a Charles Mingus, a la canción Ko-Ko, a James Moody: Nostalgia en Times Square.

Subscribe