Chicago Jazz: 1917 – 1927

Bill Johnson
Brown’s Band From Dixieland.
Ray Lopez
Joe Frisco
Stein’s Dixie Jass Band: Yellow Nuņez, Eddie Edwards, Henry Ragas, Nick La Rocca, Johnny Stein – 1916
Louis Arsmtrong
William Hale Thompson
Milt Hilton
William E. Dever
Jóvenes Muchachas Paseando por Harlem
Al Capone
King Oliver
Banda tocando en un «river boat»
Chicago Jazz: 1917 – 1927

A partir de la primera década del siglo XX dio comienzo un goteo de músicos de Nueva Orleans que la fueron abandonado en busca de nuevas aventuras musicales. Lo habitual era que se enrolaran individualmente en las bandas de los “minstrel shows” según estos actuaban en la ciudad. La historia nos cuenta que la primera banda que abandonó Nueva Orleans fue la liderada por el contrabajista Bill Johnson en 1908. La historia también nos dice que este músico “inventó” el golpeo vigoroso de los dedos contra las cuerdas de su instrumento (slap) al romperse el arco mientras se encontraba de gira por el norte de Louisiana a principios del siglo pasado. Los músicos que le acompañaron con destino a la dorada California fueron Eddie Vinson, trombón; George Baquet, clarinete; Dink Johnson, batería; Leon Williams, guitarra; Jimmy Palao, violín. A la banda le pusieron el nombre de “Bill Johnson Creole Band” y en 1913 lo cambiaron por el de “Original Creole Orchestra”. Esta formación está también considerada la primera que paseó la música de Nueva Orleans fuera de sus fronteras.

A principios de mayo de 1915 los integrantes de una banda de músicos blancos de Nueva Orleans, denominada “Brown’s Band from Dixieland”, salían a escondidas de la ciudad, ya que habían recibido un telegrama el día 12 el cual les confirmaba que habían sido contratados para actuar durante seis semanas en el Lamb’s Café de Chicago. Esta escapada por la puerta de atrás se debía a que los propios músicos no estaban seguros de que su música, la música de Nueva Orleans, iba a ser del agrado del dueño y de los clientes del club. Podría darse el caso de que a los cuatro días les rescindieran el contrato y, con los instrumentos a cuesta, no les quedara otro remedio que volver a casa con las orejas gachas para regocijo de sus compañeros. Esta hipotética situación no podía darse bajo ningún concepto. Y no les faltaba razón..
El 17 de mayo la banda se acomodaba en los escenarios del Lamb’s Café. Sus miembros eran Ray Lopez, corneta; Arnold Loyocano, contrabajo; Billy Lambert, batería; Tom Brown, trombón; Larry Shields, clarinete.
Ray Lopez al cabo del tiempo relató cómo fue su debut en Lamb’s Café:

“Nuestro debut fue desastroso. Esos yanquis no saben ni escuchar ni bailar música. Lo único que hacían era dar vueltas a nuestro alrededor. Les decíamos: “Chicos, esto es música de Nueva Orleans, música “hot”. La gente allá en el Sur la baila. Tenéis que bailar. Tratar de hacerlo. Divertiros”. Estuvimos durante seis noches suplicándoles. Entonces entró en el club una compañía itinerante de vodevil, que había reservado unas mesas, y cuando escuchó nuestra música todos sus componentes se levantaron y comenzaron a saltar y a bailar como locos. Esto animó al resto del personal y sucedió como una especie de milagro. Nos quedamos en el Café hasta que lo cerraron por reformas.
Ahora también puedo contar que el dueño del club, el sr. Corbett, nos pidió que tocásemos una canción a modo de prueba el día que llegamos e interpretamos “Memphis Blues”. Se puso blanco como un fantasma y bramó: ¡Qué clase ruido es ese! ¿Estáis todos locos o borrachos? Y gesticulando se tapó los oídos. Al final todo salió bien. Después de este contrato volvimos a Nueva Orleans y en unas cuantas semanas la banda se disolvió”.

 Lawrence Gushee (1931 – 2015) fue un musicólogo estadounidense especializado en música medieval y en el temprano jazz que mantuvo una fluida correspondencia escrita con Ray Lopez, cuando este ya estaba jubilado. En estas misivas el músico le relató historias y anécdotas que surgieron en los primeros tiempos del jazz y en los que el corneta fue un testigo de excepción. Lawrence, en uno de sus artículos reseñó una anécdota que ocurrió en el Lamb’s Café mientras la “Brown’s Band from Dixieland” ocupaba sus escenarios allá por mayo de 1915:

«Ellos acababan de terminar un hermoso número llamado “Hawaiian Butterfly” y un sudista marrullero de nombre Darby Kelly grito: ¡Dale al Jazz, Ray! Y la banda interpretó en un tiempo rápido “Banana peel rag”. Dos entendidos de Lyon & Healy – el más importante establecimiento de música de Chicago – estaban intrigados por la música y la palabra “jazz”. Smiley Corbett, el dueño del Lamb’s mandó a un empleado suyo en busca de un diccionario a un hotel que estaba justo enfrente del club y que también era de su propiedad. Corbert y los dos estudiosos de Lyon & Healy trataron en vano de encontrar el vocablo “jazz” en el diccionario, pero hallaron uno parecido: “Jade”, que significaba, mujerzuela”.

Sirva esta anécdota para confirmar que, hasta el momento presente, no existe documentación alguna que nos indique, con absoluta certeza, de dónde proviene la palabra “jazz”. Teorías hay unas cuantas. Algunas un tanto razonables y otras totalmente inverosímiles.
También viene a cuento esta pequeña historia para constatar (creo que ya lo he comentado con anterioridad) que los primeros músicos de Nueva Orleans nunca utilizaron el término “jazz” o “jass” para referirse a la música que interpretaban. Ellos la llamaban “ragtime” y fue, al desplazarse a ciudades del norte del país como Chicago o Nueva York, cuando se percataron de que allí su música era conocida como “jazz” o “jass”.

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He insertado aquí esta fotografía, que fue tomada probablemente en junio de 1915, por varios motivos. El personaje que aparece en primer plano es Joe Frisco (1889 – 1958) cantante y bailarín de jazz. Empezó su carrera en Chicago junto a la “Brown’s Brand From Dixieland”.  En 1918 dio el salto a los escenarios de Broadway participando con el electo de actores en la revista musical “Ziegdfeld Follies of 1918. En 1930 recibió la llamada de Hollywood y participó en una docena de películas. Entre el público se encuentran los miembros de la “Brown’s Band” y a la izquierda aparece un señor que sujeta con una de sus manos el estuche de un trombón (he colocado un pequeño rectángulo rojo a sus pies) y su nombre es Al Capone.

La otra banda compuesta por músicos blancos de Nueva Orleans que triunfó en Chicago fue la denominada “Stein’s Dixie Jass Band”. Fue contratada para actuar en uno de los salones del Hotel Morrison llamado “Booster Club” en 1916. La suerte les fue esquiva ya que la policía clausuró el establecimiento unos días antes que la banda llegara a Chicago. La Prohibición comenzó en 1920, luego el cierre no fue por la venta de alcohol ilegal.
Johnny Stein, el líder del grupo, consiguió cerrar un contrato precisamente en el Lamb’s Café donde había actuado la “Brown’s Band from Dixieland” el año anterior. Posteriormente actuaron en el Schiller’s Café.
“Stein’s Dixie Jass Band” estaba integrada por los siguientes músicos: Yellow Nuñez, clarinete; Eddie Edwards, trombón; Henry Ragas, piano; Nick La Rocca; corneta; Johnny Stein, batería.
Esta formación tiene su papel en la historia del jazz ya que fue el núcleo de donde salieron los músicos para formar, al cabo de unos meses, la “Original Dixieland Jass Band”. Este grupo – como lo explico en mi artículo “La 1ª grabación de Jazz: Livery Stable Blues” – fue el primero que grabó, el 26 de febrero de 1917, un tema de jazz.

Entre 1900 y 1917 hubo un reducido, pero constante trasvase de músicos negros y creoles de Nueva Orleans a Chicago. Se asentaron principalmente en un barrio conocido como Bronzeville, que estaba salpicado de pequeños clubs de jazz. Esta zona del sur de la ciudad fue creciendo según pasaban los años, sobre todo a partir de 1917.
Ese año se cerró “Storyvillle”, el famoso distrito de las “luces rojas” de Nueva Orleans por orden de la Marina de EE.UU. Esto no supuso un gran problema para los músicos, ya que la mayoría de ellos no tocaba en los locales donde se ejercía la prostitución, pero sí afectó de manera directa al bolsillo de una gran cantidad de trabajadores, empresarios y profesionales de diversa índole que ganaban su buen dinero cubriendo las necesidades totalmente legales que necesita todo colectivo: cocineros, camareros, vendedores de bebidas y de todo tipo de comida, médicos, abogados, sastres… y los hoteles que se quedaron casi sin turistas que albergar. Los salones de bailes, los teatros empezaron a perder clientela. En Nueva Orleans no sobraba el dinero y eso sí que afectó directamente a los músicos ya que muchos de ellos se quedaron sin trabajo al ir cerrando un salón de baile tras otro. Louis Armstrong realizó este comentario a la revista “True” en 1947:

“Cuando la Marina de los Estados Unidos empezó a apretar… eso significó problemas y más problemas. No solamente con los profesionales del vicio sino también con los pobres trabajadores que se ganaban su sustento en Storyville, como los lavaplatos y otra gente que poseía otras ocupaciones… Le aseguro que fue muy triste ser testigo de todo aquello… Yo tenía entonces solamente quince años, pero había llevado desde muy joven carbón a los ‘cribs’ (habitaciones que se alquilaban por horas). Yo sabía muy bien de qué iba la cosa… Por lo tanto, estaba tan triste como ellos”.

 A partir de 1917, los grandes espadas de Nueva Orleans como King Oliver, Sidney Bechet, Barney Bigard, Lawrence Duhe o Paul Barbarin se dirigieron a Chicago arrastrando con ellos a una gran cantidad de músicos.
Además, una importante cantidad de buenos profesionales de otras partes del país consideraron que Chicago era la ciudad que en esos momentos ofrecía más posibilidades para desarrollar sus aptitudes musicales, además de ganar unos buenos dólares. La metrópoli tenía audiencias, establecimientos de entretenimiento y, también algo, muy valorado por los músicos: estudios de grabación.
Entre los mejores locales para escuchar jazz estaban los clubs “Plantation Club” “Lincoln Gardens” “Royal Gardens Cabaret”, “Sunset Café, “The Green Mill” Café de París, “The Friar’s Inn; la sala de baile “Dreamland Ballroom; los teatros “Vandome” “Grand Theatre” y los  “Riverboats” . La mayoría de los clubs estaban en manos de la mafia.

En el año 1920 comenzó la Prohibición, la famosa Ley Seca, pero Chicago tuvo mucha suerte ya que la alcaldía de la ciudad la ostentaba en esos momentos William Hale Thompson, conocido como “Big Bill”. Un político especialmente corrupto, amigo de Al Capone, enemigo de la Ley Seca y que hizo la vista gorda en cuanto al consumo de bebidas alcohólicas, al juego y a la prostitución. Permaneció en el cargo de 1915 a 1923.
El poeta afroamericano Langston Hugues comentó sobre Chicago: “La noche era igual que el día. Las calles estaban llenas de trabajadores y de jugadores, de prostitutas y sus chulos, de gente religiosa y de pecadores”. El alcalde manifestaba de forma socarrona: “Yo estoy tan seco como si me encontrase en medio del océano Atlántico. Vosotros músicos coged vuestras trompetas y trombones y soplad fuerte por Chicago. Dejad que la banda de jazz toque. Dejad que realice su show, todos nosotros estamos vivos”.

 Los clubs más elegantes de la ciudad no permitían la entrada a los negros, pero en Chicago florecieron como hongos unos pequeños bares, con música en directo, que vendían bebidas alcohólicas conocidos como “black and tans” donde la clientela era de todos los colores.
El contrabajista de jazz Milt Hinton (1910 – 2000) y residente en Chicago desde niño explicaba lo que significaron aquellos años: “Bien, la ley decía que los músicos blancos y negros no podíamos tocar juntos, pero “after hours”, cuando los clubs estaban cerrados, los músicos blancos se desplazaban a la parte sur de la ciudad. Allí en nuestros clubs realizábamos todos las noches “jam-sessions”. Descubrimos que la música es una arte auditivo, no importa el color de tu piel, ni de dónde has venido. Lo único importante era cómo sonabas”.

 Al alcalde “Big Bill” le sucedió William Emmet Dever que estuvo al frente consistorio desde 1923 a 1927.
Este político en cuanto tomó posesión de su cargo implantó una serie de enérgicas medidas para tratar de acabar con el consumo de bebidas alcohólicas de su ciudad. Comenzó con lo que él denominó su particular “Beer War” (Guerra a la Cerveza). Sin embargo, no consiguió su objetivo. Los gángsters simplemente movieron sus operaciones a los suburbios de la ciudad donde era difícil encontrarlos. En cuanto a la propia ciudad, esa limpieza que quería hacer el alcalde se tradujo en más violencia callejera.
Mientras Dever continuó con su guerra particular, los negocios – sobre todo los relacionados con la música – caían en picado por lo que la tarta que antes se repartían los mafiosos se hizo más pequeña. Y ese trozo lo querían para sí todos los hampones por lo que estalló una sangrienta guerra entre bandas. El pueblo de Chicago estaba harto de toparse con la violencia en sus calles y empezó a tener sed. La popularidad de Dever, que a nivel nacional estaba por las nubes al estar considerado como el incansable luchador contra el crimen organizado, en casa estaba por los suelos.
Se celebraron nuevas elecciones a alcalde en 1927 ¿y quién ganó? William Hale Thompson “Big Bill”. Pero estas elecciones llegaron tarde, al menos para los músicos.

En los cuatro años del mandato de Denver, se cerraron cabarets, salas de baile, clubs y más de 200 músicos se quedaron sin trabajo. La gran gota que colmó en vaso fueron las bombas que Al Capone y sus rivales empezaron a colocar en clubs como el “Café de París” o el “Plantation Club”. Entre los músicos siempre se había comentado que integrarse en Chicago en el negocio del entretenimiento conllevaba ciertos riesgos. Pero durante los años 1916 y 1917 la ciudad se convirtió en un terreno totalmente hostil para la música.
En esos dos años se produjo un éxodo masivo de los músicos a la Gran Manzana. Los blancos tenían un buen surtido de clubs para ofrecer su música y a los negros les estaba esperando Harlem, que era para ellos una especie de pequeña nación dentro de la inmensidad de los EE.UU. Nueva York aceptó gustosa el cetro que la convertía en la capital del jazz, y todavía lo conserva. Chicago solo lo pudo mantener durante una década de 1917 a 1927.  

“The Green Mill” será posiblemente el club de jazz más antiguo de los EE.UU. que continúa hoy en día en activo. Abrió sus puertas por primera vez en 1907 bajo el nombre de “Pop Morse’s Roadhouse”. En 1910, lo compró un empresario de nombre Tom Chamales y lo llamó “The Green Mill” (Molino Verde) en homenaje al “Moulin Rouge” (Molino Rojo) parisino.
Se supone que durante la Prohibición, Chamales vendió el club al mafioso Jack “Machine Gun” McGurn, empleado de Al Capone, y presuntamente el principal responsable de haber llevado a cabo la “Matanza de San Valentín”. Esta masacre, en la que asesinaron a seis miembros de una banda rival, tuvo lugar en Chicago, el 14 de febrero de 1912 por orden de Capone.
Cuentan que “The Green Mill” se convirtió en el club favorito del “capo di tuti capi” al que visitaba asiduamente rodeado de sus matones. Cuentan, también, que los músicos, sabedores que la canción favorita de Capone era “Rhapsody in Blue” dejaban de tocar fuera lo que fuese y rápidamente interpretaban el tema de George Gershwin.

El 20 de diciembre de 1962, la banda de Duke Ellington grabó tres temas entre los que estaba “Rhapsody in Blue”. Los músicos de la banda fueron: Cat Anderson (t), Roy Burrowes (t), Cootie Williams (t), Ray Nance (t, vn), Lawrence Brown (tb), Chuyck Connors (tb), Buster Cooper (tb) Jimmy Hamilton (cl, ts), Russell Procope (cl, as) Johnny Hodges (as), Paul Gonsalves (ts), Harry Carney (bs, cl), Duke Ellington (p), Ernie Shepard (b), Sam Woodyard (d).
Esta versión de “Rhapsody in Blue” no es demasiado conocida.

A finales del siglo XIX los “steamboats” eran el mejor medio de transporte que existía en los EE.UU. Llegó la revolución industrial con sus locomotoras y coches y estos monstruos fluviales se fueron quedando totalmente obsoletos.
Sin embargo, Norteamérica es un gran país que cuida, que mima su corta historia y trata de preservar todo aquello que forma parte de sus señas de identidad, sus grandezas y sus miserias. Hoy en día existen modernos y lujosos “steamboats” que siguen formando pequeñas olas en sus ríos, consiguiendo que estos se asemejen a océanos en miniatura, aunque sea solo para el goce de turistas y nostálgicos.
Desde principios del siglo XX los “riverboats” acogieron a bandas de jazz para el disfrute de sus pasajeros. Desde Chicago partían con sus grandes ruedas situadas a popa con destino a Nueva Orleans. Bandas importantes como, The Jelly Roll Morton’s Levee Serenades, The Fate Marable Orchestra y The King Oliver’s Savannah Syncopators o menos conocidas como, Dewey Jackson’s Peacock Orchestra y Albert Wynn’s Creole Jazz Band, conocieron muy bien los salones de estos “riverboats”.
Es muy posible que el tema titulado “Sugar Foot Stomp” compuesto por King Oliver sonara en uno de esos vapores. The King Oliver’s Savannah Syncopators lo grabó en Chicago el 29 de mayo de 1926. Los músicos fueron: Luis Russell (p), Bud Scott (bj), Paul Barbarin (d), King Oliver (c), Bob Shoffner (tp), Kid Ory (tb), Albert Nicholas (as), Barney Bigard (cl), Bert Cobb (tb).

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