Gilda y los «Ghost-Playing»

Marni Nixon
Doris Fisher
Terenci Moix
Anita Ellis
Anita Ellis
Ellis Larkins
Anita Ellis
Gilda y los «Ghost-Playing»

En los EE.UU. les llaman “ghost-playing” (intérpretes fantasmas) a aquellos músicos que han participado en películas “prestando” su arte a actores o a actrices que no han sido agraciados con ese don.  Estos músicos, que han accedido a colaborar con su voz o con el sonido de sus diferentes instrumentos en determinado film, no siempre su nombre ha aparecido en los créditos del mismo, por lo que su invisibilidad ha sido aún mayor. En toda la historia de Séptimo Arte estos “ghost-playing” se cuentan por docenas. Desde el año 1930 a 1960, prácticamente en la mitad de las películas musicales las voces de artistas protagonistas eran dobladas por diferentes vocalistas y ese hecho debía de permanecer en secreto. En la película “El Rey y Yo” de 1956 la protagonista, Deborah Kerr, fue nominada a los premios Oscar en el apartado a la mejor actriz. Se quedó en las puertas. En el papel que le tocó interpretar “cantó” cuatro canciones con la voz prestada de Marni Nixon. A esta excelente cantante le pagaron por el trabajo $420 y tuvo que firmar un contrato de confidencialidad en el que se le exigía que la verdad nunca sería revelada. Esta misma vocalista le prestó su voz a Audrey Hepburn en casi todas las canciones que interpretó en la oscarizada película “My Fair Lady” de 1965.
La cantante Betty Noyes fue la “ghost-playing” en dos de los temas que interpretó Debby Reynolds en la famosa película “Cantando bajo la lluvia” de 1952. Este caso es muy curioso ya que el papel de Reynold en la citada película era la de una cantante que prestaba su voz a diferentes actrices.

Doris, Dan y Marvin fueron tres hermanos que emularon a su padre Fred Fisher – uno de los más conocidos compositores del Tin Pan Alley – eligiendo su misma profesión. Voy a quedarme con Doris.

Doris Fisher nació en Nueva York en 1915.  La primera opción que eligió dentro de la música fue la de vocalista actuando asiduamente en programas de radio siempre acompañada de una big band. En el año 1938 compuso una canción humorística titulada “Tutti Frutti” para el dúo formado por Slim Gaillard y Slam Stewart que sorpresivamente tuvo una más que excelente acogida. Decidió entonces seguir los pasos de su padre y ocupó todo su tiempo en componer canciones. Doris, una de las pocas compositoras del Tin Pan Alley, logró escribir más de media docenas de temas, junto al letrista Alan Roberts, que se han convertido en standards de jazz. Personalmente mi preferida es la titulada “That Old Devil Called Love” que la grabó Billie Holiday el 8 de noviembre de 1944. Fue todo un éxito y lo sigue siendo actualmente en las voces de músicos de jazz.
En el año 1945, Doris y Alan decidieron aceptar un contrato que les unía a la Columbia Pictures de Hollywood por siete años. Su cometido principal era el de escribir canciones para sus películas.
A los dos años les llegó el premio gordo ya que los productores de la película “Gilda” (1946) les contrataron para que escribieran dos canciones para su banda sonora, que se convertirían en “Put the Blame on Mame” y “Amado Mío”. Ambas para que las interpretara en la pantalla grande Rita Hayworth.

Terenci Moix comenta en su libro “Mis Inmortales del Cine”: “Muchas y muy galladas actrices poblaron el cine de los años cuarenta, y la mayor parte de ellas tenía atributos más que suficientes para ingresar en una antología de la belleza y en cualquier vademécum de la seducción, pero a la mayoría le faltaba aquel “something little” extra que forja la inmortalidad de las grandes estrellas… solo una llegó a combinar tantos requisitos, solo ella provocó el espectacular incendio que prestaría su rostro al erotismo de los años cuarenta, haciéndolo inconfundible: Rita Hayworth”. Yo no le voy a quitar la razón a Moix, pero Rita no sabía cantar

De las dos canciones que el dúo Fisher-Roberts compuso para “Gilda” la que dio la vuelta al mundo fue “Put the Blame on Mame” y no precisamente por su valía musical, que la tiene, sino por toda la performance que realizó Rita Hayworth en la pantalla grande al mejor estilo de las “mujeres fatales” del cine negro hollywoodense de aquellos años.
De todas formas, es interesante conocer qué nos cuenta la letra de la canción:

Cuando la vaca de la Sra. O’Leary / pateó al farol en la ciudad de Chicago / empezó, según dijeron, el fuego / que quemó Chicago / Esa es la historia que se propagó / pero escarbando un poco / echaréis la culpa a Mame, muchachos / echaréis la culpa a Mame / Mame besó a un comprador de fuera de la ciudad / y ese besó quemó Chicago / así que podéis culpar a Mame / echarle la culpa a Mame.

 Cuando se produjo el terremoto en San Francisco / en 1906 / dijeron que era obra de la Madre Naturaleza / que usó uno de sus trucos / Esa es la historia que se propagó / pero escarbando un poco / echaréis la culpa a Mame, muchachos / echaréis la culpa a Mame / Una noche empezó a temblar y a tiritar / eso provocó el terremoto en Frisco / así que podéis culpar a Mame / echarle la culpa a Mame.

Una vez existió un tiroteo en Klondike / Cuando encontraron el cuerpo de Dan McGrew / la gente pensó que la culpa era / de una dama a la que llamaban Lou / Esa es la historia que se propagó / pero escarbando un poco / echaréis la culpa a Mame, muchachos / echaréis la culpa a Mame / Mame bailó una danza llamada hoochy-coo / y esa fue la cosa que mató a McGrew / así que podéis culpar a Mame / echarle la culpa a Mame.

Como veis la letra no es en absoluto sexy. La interpretación de «Gilda» sí lo es, Rita Hayworth “cantó” solamente las dos últimas estrofas de la misma en la película y aquí está el video para recordarlo.

La cantante fantasma que dobló con su voz a la de Rita fue Anita Ellis. Para poder darnos cuenta del secretismo que existía en estos doblajes vocales a grandes estrellas tenemos el testimonio del crítico de cine Rex Reed (1938) que se enteró al cabo de los años de estos tejemanejes cinematográficos: “Yo me enamoré de la voz de Anita Ellis cuando tenía ocho años… solamente que yo no sabía que era Anita Ellis, yo creía que era Rita Hayworth… Anita tenía la voz más sexy en el año 1946 y para mucha gente la mantuvo durante años”.

Anita Ellis nació en Montreal, Quebec el 12 de abril de 1920, en el seno de una familia de judíos ortodoxos. En 1929, se asentaron en Hollywood donde Anita se graduó en la High School de la ciudad en 1938.
Su primer trabajo como cantante profesional lo obtuvo en la película “Babes in Arms” (1939) cuando contaba 18 años y formando parte del coro (y sin acreditar).
Por los motivos que fueran Anita Ellis siempre intentó que su carrera fuera algo privado. De ahí que le encantara trabajar en la radio. A principios de los cuarenta fue contratada como cantante fija en el programa nocturno “Moon River” que emitía la radio WLW desde Cincinnati y que estuvo en antena desde 1930 a 1970. En tiempos de la II Guerra Mundial, Anita fue una artista asidua en el programa radiofónico de la CBS de nombre “Songs Overseas”.
A partir de que Anita doblara con su voz a Rita Hayworth en “Gilda” siempre contaron con ella para las sucesivas películas en las que la actriz debía interpretar alguna canción: La Dama de Shanghai (1947), La Diosa de la Danza (1947), Los Amores de Carmen (1948). También fue una “ghost playing” en la película “Dakota Lil” (1950) doblando a Marion Martin y en “Tres Palabritas” (1950) haciendo lo propio para la actriz Vera-Ellen.

En el año 1958, el letrista Oscar Hammerstein II llamó a Anita para que formara parte del musical de Broadway titulado “Flower Drum Song”, en el papel de una vocalista de un club de jazz. Ellis estuvo bastante reacia a participar en la obra, pero Hammerstein la convenció al final ya que, entre otras cosas, le dijo: “Tú eres la mejor cantante desde que Bell inventó el teléfono”. Las canciones del musical fueron compuestas por Richard Rodgers y se estrenó el 1 de diciembre de 1958, llegando a la bonita cifra de 600 representaciones. Después de que el telón del St. James Theatre bajara por última vez el 7 de mayo de 1960, Anita Ellis grabó un álbum titulado “The World in my Eyes” . En él versionó doce standards de la música norteamericana junto al arreglista y director de orquesta Peter Matz. Finiquitado ese trabajo desapareció completamente del universo musical, tenía 38 años.

Anita Ellis estuvo viajando durante veinte años por zonas salvajes de África y del Himalaya realizando estudios para el American Museum of Natural History y acabó dando clases en la citada institución. Pero durante ese período de tiempo su salud se fue deteriorando ya que empezó a sufrir ataques de ansiedad cada vez más fuertes y frecuentes.

Anita junto a su marido, el neurólogo Mortimer Shapiro, eran clientes asiduos del Mitchel’s Pub donde normalmente hablaban sobre temas de la naturaleza. Allí solían encontrarse con Bob Alden, un amigo de ambos y editor del New York Times. Este cada vez que se reunía con Anita le animaba a cantar: “Tienes que volver a cantar otra vez. El Museo de Historia de la Naturaleza ya encontrará un substituto para que imparta clases”.  Alden falleció en octubre de 1973 y Anita cantó en su funeral. Allí también se encontraba Gil Wiest, el dueño del Michael’s Pub, que cuando la oyó cantar se quedó entusiasmado. Unos días después Wielst le dijo a Anita: “He abierto una nueva sala en el pub a la que he llamado “Bird Cage” y la he decorado con plantas que cuelgan del techo. Me gustaría contratarte para que actúes en ella”. Anita no pudo negarse. Había prometido a su amigo Bob Alden que volvería a cantar. Además, se daba la circunstancia de que su médico le había comentado reiteradamente que presentarse ante el público e interpretar sus canciones era una excelente terapia que le ayudaría a  solventar sus problemas de ansiedad.

Toda la experiencia que había adquirido Anita sobre los clubs de jazz se remontaba a los años cincuenta. En esas fechas la contrataron primeramente el “Blue Angel” y seguidamente el “Bon Soir”, ambos ubicados en el Village Vanguard neoyorquino.
Ahora, más de veinte años después, se presentaba en el “Michael’s Pub” acompañada por el pianista Ellis Larkins. Cuando terminó sus actuaciones le dijo a Larkins “Solo he fallado dos noches en las ocho semanas que hemos estado actuando. Lo hicimos, Ellis. Realmente hicimos música”.

La primera (y última) gran actuación de Anita Ellis en solitario tuvo lugar en el “Alice Tully Hall”, la sala de conciertos del famoso Lincoln Center neoyorquino, el 4 de febrero de 1979. Al recital lo llamaron «A Legend Sings». Estuvo acompañada en la primera parte por el pianista Ellis Larkins y en la segunda por el pianista Mike Renzi, el contrabajista George Duvivier y el baterista Grady Tate. Empezó cantando el gran tema de Billy Strayhorn “A flower is a lovesong thing” y terminó con otra gran canción “But Beautiful” de Jimmy Van Heusen (M) y Johnny Burke (L). El New York Times dijo: “Miss Ellis posee una remarcada expresividad y su programa fue un desfile de canciones que fueron formando parte de su vida según esta iba transcurriendo desde su más tierna infancia”.

 Anita Ellis le había dicho a su marido: “Cantaré en el “Alice Tully Hall” y me iré a casa”. Y eso es lo que hizo acompañada de su esposo. Se quedó viuda en el año 1995 y el Sr. Alzheimer se le presentó en el año 2000. Partió de este mundo en 2015 a la edad de 95 años.

Y esta fue a grandes rasgos la vida de Anita Ellis. Un mirlo blanco en el mundo del “show business”.
En el álbum “The World in my Eyes”, al que me he referido anteriormente, uno de los cortes fue “Put the Blame of Mame”, en el que ella cantó las dos primeras estrofas de la letra.

Subscribe