Norman Granz: El Justiciero Del Jazz
Norman Granz nació el 6 de agosto de 1918 en Los Ángeles. Su padre, Morris, contaba con 32 años y su madre, Ida Clara, con 20. Ambos eran judíos que abandonaron Rusia a raíz de la fallida revolución de 1905. Se conocieron en Nueva York y contrajeron matrimonio.
Norman estudió en escuelas hebreas hasta los 11 años y su única lengua fue el jiddish. Con 14 años entró en la Theodore Roosevelt High School y lo más importante que le ocurrió, en los tres años que estuvo asistiendo a sus clases, fue conocer a Archie Green.
“Lo mejor que me sucedió en la “high school” fue hacerme amigo de un estudiante e inquieto intelectual llamado, Archie Green. En las próximas ocho décadas se convertiría en la punta de lanza de las actividades sociales y culturales referidas al mundo de la música folclórica norteamericana. Todo este trabajo desembocó en crear y ser el máximo responsable del “American Folklife Center” en la “Library of Congress” en 1976”.
Archie Green nació en 1917 en Winnipeg, Canadá de familia de emigrantes rusos. La influencia que ejerció en Granz, para convertirlo en un apasionado intelectual durante su paso por la “high school” y en los primeros años en la Universidad de Los Ángeles, fue incalculable.
Archie fue el que le introdujo en la lectura de libros sobre la literatura, la política y la economía. Y estos hábitos los mantuvo durante toda su vida.
Norman entró en la universidad en 1937 como estudiante en el “College of Arts and Sciencies”. Años más tarde comentaría que lo que más recordaba de sus años de universitario fueron dos conferencias que dio, Harold J. Larski, teórico marxista, politólogo y economista. Sus palabras dejaron una profunda huella en los principios que hasta ese momento regían su mundo socioeconómico.
Sin embargo, valorando cómo fueron sus primeros veintiún años de vida, escribió: “Mis primeros veintiún años de vida fueron poco más que un “preámbulo” hasta que conocí a Coleman Hawkins”.
“Era el año 1939 y Coleman Hawking había regresado a nuestro país después de haber pasado una larga temporada en Europa. El 11 de octubre entró en un estudio de la ciudad de Nueva York y grabó cuatro canciones. Una de ellas fue la titulada Body and soul Este tema, cuando lo escuché, fue el que me introdujo realmente en el jazz”.
Norman, a primeros de 1939, compaginó la Universidad con un trabajo en la Bolsa de Los Ángeles y otro formando parte del equipo de los editores de películas de la Warner Bross.
A principios de los 40, Los Ángeles estaba llena de buenas orquestas de baile, de buenos vocalistas y de buenas bandas de jazz. Los blancos y los negros que habitaban la ciudad escuchaban a diferentes músicos y se divertían en diferentes locales. Desde 1920, la Central Avenue se había convertido en el epicentro de la ciudad para la comunidad afroamericana, con el jazz como protagonista. Esta avenida era un calco de la 52nd Street neoyorquina, pero situada en Los Ángeles. La mayoría del público que llenaba sus clubs era afroamericana siendo una minoría los blancos que se acercaban a la Central Avenue. El local de moda era el Trianon para todos aquellos músicos que tenían sus puertas cerradas en el Palladium
El “Palladium”, un restaurante con sala de baile sito en Sunset Boulevard, era el lugar elegido por los blancos. Abrió sus puertas de la mano del productor cinematográfico Maurice Cohen el 31 de octubre de 1940. Disponía de una superficie de 1.115 metros cuadrados donde se ubicaba una pista de baile con capacidad para 6.000 danzantes, mientras que otras 1.000 personas podían cenar cómodamente en la parte reservada al restaurante. La vocalista, Connie Haines de la banda de Tommy Dorsey comentó: “De todos los sitios en donde he cantado, pienso que el que más me ha gustado ha sido “The Palladium”. Era un local enorme donde todo estaba situado en el lugar adecuado”. Al estar a un paso el barrio de Hollywood, la presencia en sus dependencias de famosos astros de la pantalla era algo habitual y constante.
Norman Granz llevaba ya un tiempo dándole vueltas a la posibilidad de encontrar un entorno, en Los Ángeles, que fuese capaz de hacer justicia a la música de jazz y en donde pudieran ir a escucharla todos los aficionados sin ningún tipo de restricciones. Todo esto saltó por los aires cuando los japoneses atacaron la base americana de Pearl Harbor. En septiembre de 1940, Norman se presentó voluntario en el ejército del aire para luchar por su país. Fue licenciado en junio de 1941 y regresó a Los Ángeles. Encontró trabajo en los estudios cinematográficos de la MGM en el “Foreign Department” para “limpiar” películas que habían sido dobladas al inglés. El mismo Granz comentó más adelante que este trabajo fue un “accidente” en su carrera. El jazz eclipsaba todos los empleos que conseguía.
En las jam-sessions que se montaban after hours en los clubs de jazz, y casi desde siempre, se juntaban músicos negros con blancos sin que nadie intentara poner fin a esta trasgresión de las leyes Jim Crow
Norman Granz quiso ir un poco más lejos al intentar promover “jam-sessions” los domingos a la tarde, de cuatro a siete, con músicos y público interraciales.
A mediados de 1941, el saxofonista, Lester Young, abandonó sorpresivamente a la big band de Count Basie después de cinco años de permanencia en la misma en los que nos dejó momentos gloriosos e inolvidables, muchos de ellos atrapados en los surcos de los discos de jazz. Continúa hoy en día siendo un misterio no resuelto conocer cuál fue la verdadera razón que provocó esa repentina huida de la citada banda.
Lester se dirigió a Los Ángeles donde residía su hermano, el percusionista, Lee. Este último y Norman Granz eran buenos amigos lo que propició que el saxofonista entrara rápidamente en el mismo círculo de amistades de su hermano.
En el año 1942, Los Ángeles era una ciudad donde residían grandes músicos como, Nat King Cole y últimamente, Lester Young. Norman quiso aprovechar esa circunstancia y llevar a cabo su proyecto de la “jam-session” de las tardes domingueras.
Se puso en contacto con, Billy Berg, propietario de cuatro importantes clubs de jazz en Hollywood. Le explicó su idea y el principal escollo se encontraba en que el público iba a ser por primera vez interracial. A la postre lo aceptó y además publicitó el evento en los principales medios audiovisuales.
La primera “jam-sesssions” con horario de tarde fue a finales de julio de 1942 en el club llamado Trouville. También fue la primera vez que Granz la presentó a un público (sin discriminación racial) que había pagado su entrada. Los músicos fueron: Lee and Lester Young Band, el Nat King Cole Trio, con Oscar Moore y Wesley Prince, Red Mack. Taft Jordan, trompetas. Eddie Barefield, clarinete y Joe Ewing, trombón.
Billy Berg, recaudó más dinero que nunca en la sesión de Granz. Estaba eufórico e “integró” las siete noches de la semana. Otros clubes siguieron su estela.
Archie Green, el gran amigo de Norman desde al colegio, participó como espectador en varios de estos shows. Él estaba convencido de que Norman lo primero que evaluaba del concierto era la experiencia social y en segundo lugar la experiencia musical. Green comentó al respecto:
“Él nunca miraba la “jam” como un musicólogo o como lo haría un fan. El concierto era un happening, una fusión de gente, más que una serie de notas”.
El 15 de julio de 1942, Norman Granz consiguió hacer realidad otro de sus sueños: producir un disco. En aquel momento, Nat King Cole y Lester Young eran sus mejores amigos en el campo de la música, y a ellos se les unió el contrabajista, Red Callender. Los tres grabaron cuatro standards en el Music City un pequeño estudio cuyo propietario era Glenn Wallichs (que en pocos meses fundaría el sello Capitol junto a Buddy DeSylva y Johnny Mercer). La sesión duró una hora y el master fue un disco de cristal ya que la laca la acaparaban los militares por necesidades bélicas. Esta grabación iba a ser privada, pero al final fueron varios los sellos discográficos los que quisieron que formara parte de sus catálogos. Como muestra he elegido el popular tema Tea for two que Vincent Youmans (M) y Irving Caesar (L) escribieran para el musical de 1924, titulado “No, no Nanette”.
En 1906, se construyó entre la West 5th Street y la Olive Street de Los Ángeles un teatro para representar óperas llamado Temple Auditorium. En 1920, se convirtió en Los Angeles Philharmonic Auditorium, sede de la orquesta filarmónica de la ciudad.
El 2 de julio de 1944, Norman Granz organizó y presentó un concierto que denominó A Jazz Concert at the Philharmonic Auditorium, para quedarse finalmente con el nombre de Jazz at the Philharmonic.
Tanto sobre el escenario como en el patio de butacas no existió ningún tipo de discriminación racial. Los músicos fueron: Lester Young, Illinois Jacquet, Jack McVea, Bumps Myers, saxofonistas; J.J. Johnson, trombonista; Shorty Sherock, trompetista; Randall Miller, violinista; Meade Lux Lewis, pianista stride; Nat King Cole, Joe Sullivan, pianistas; Red Callender, Johnny Miller, Bud Hatch, contrabajistas; Buddy Rich, Lee Young, bateristas; Les Paul, guitarrista; Marie Bryant, Carolyn Richards, vocalistas.
Uno de los temas que sonó en ese primer concierto fue la composición de Lester Young titulada Lester Leaps In que el saxofonista escribiera en 1939.
Los conciertos que “Jazz at the Philharmonic” ofreció por toda la geografía norteamericana llegaron a convertirse en un fenómeno nacional. Su popularidad devino en un envidiable y solidario nicho del negocio de la música de jazz en los años cuarenta y cincuenta. Alrededor de 1953, medio millón de personas concurrían anualmente a sus eventos en su país y en Europa. La mitad de los discos que se vendían en USA estaban producidos por Granz.
Él fue el único productor blanco que mantuvo unos estrechos lazos con la comunidad negra, incluida su poderosa prensa. Los periódicos pronto se dieron cuenta de que él era un intransigente artista y un inconformista social. La filosofía de Granz concerniente al jazz se basaba en que la raza nada tenía que ver con el talento, este se mostraba en los conciertos y en las jam-sessions. Ese concepto lo mantuvo durante toda su vida: los desafíos musicales sacan a relucir lo mejor de la personalidad que cada músico detenta cuando se comunica con sus compañeros y la muestra ante el público.
Para Granz el buen músico de jazz debe de moverse dentro de un cuadrado que posea estas cuatro esquinas: la seguridad en sí mismo, la toma de riesgos, el descubrimiento de nuevas (y difíciles) soluciones improvisadoras y la competencia natural.
Desde 1945 a 1957, “Jazz at the Philharmonic” realizó 16 giras por los EE.UU., 8 por Europa, 1 por EE.UU., Canadá, Australia y Japón.
A partir de 1957, “JATP” cesó de realizar giras por los EE.UU., si exceptuamos una en 1967. De forma intermitente continuó con sus conciertos por Europa y Japón hasta 1983. El ultimo que ofreció fue precisamente en la tierra del Sol Naciente en octubre de 1983.
El 25 de agosto de 1958, “Jazz at the Philharmonic” se presentó en la sala de conciertos Concertgebouw de Amsterdam. Sobre sus escenarios, Norman Granz reunió – por primera vez – a Ella Fitzgerald junto al trío del pianista Oscar Peterson: Ray Brown, contrabajo, Herb Ellis, guitarra y Ed Thigpen, batería. Uno de los temas que interpretaron fue el standard de Cole Porter, Love for sale que el compositor escribió para el musical The New Yokers en 1931.
En 1923, y cuando contaba con 19 años, Gjon Mili llegó a los EE.UU. proveniente de su Albania natal para realizar sus estudios en el “Massachusetts Institute of Technology”. Allí conoció a Harold Edgerton que mejoró ostensiblemente al flash estroboscópico.
Gjon Mili fue el primer fotógrafo que lo utilizó para captar todo el movimiento de los bailarines, de los músicos, de los deportistas… y su estela la siguieron, en algún momento, prácticamente todos los fotógrafos coetáneos y que le precedieron.
Gjon Mili, además, trabajó durante cuarenta años para la revista Life y está considerado como uno de los más grandes fotógrafos de todos los tiempos.
En el año 1944 el productor Norman Granz quiso recrear en una película una “jam session” y para ello se rodeó de una selecta selección de músicos de jazz. La lista incluía a Lester young (ts), Red Callender (b), Harry Sweets Edison (tp), Marlow Morris (p), Barney Kessel (g), John Simmons (b) Illinois Jacquet (ts) Marie Bryant (vo) y Sid Catlett y Jo Jones (d). La inclusión de Kessell en el grupo se debió a que era uno de los pocos que tocaba por entonces la guitarra eléctrica convirtiéndose además en el único músico blanco.
Norman, para que dirigiese su proyecto, escogió al fotógrafo, Gjon Mili, y ambos eligieron este sistema para rodar el film: primero grabaron en directo toda música y en el momento de la filmación tocaron en “play back” ajustándose lo más fielmente que podían a lo que previamente habían grabado.
La mano de Gjon Mili se percibe perfectamente en la película ya que buena parte del minutaje está compuesto por una serie de excelentes “fotos” que se van sucediendo una tras otra. No existió ningún tipo de manipulación ni por parte de Granz ni de Mili posterior a la grabación.
Al cortometraje, que dura 10 minutos, lo titularon Jammin’ The Blues e indiscutiblemente captó perfectamente unos bellos y artísticos momentos que ya forman parte de la historia del jazz.
Al año siguiente “Jammin’ The Blues” fue nominado para los premios Oscar como mejor corto del año, pero se quedó a las puertas de tan preciado galardón.
Todos aquellos que no hayan visto este documento audiovisual se lo van a pasar bien y los que lo conocen también.
La creación del arte “con mayúsculas” no solamente se la debemos a la creatividad de los grandes artistas. Detrás de incontables obras maestras están los promotores, estudiosos y consumidores que hacen posible que el artista se pueda expresar. Norman Granz no sabía cantar ni una nota y jamás aprendió a tocar ningún instrumento, pero es uno de esos no-artistas que hicieron posible el jazz en el siglo XX. Grand no tiene paragón con nadie de su época (y fuera de ella) como promotor de conciertos ni como productor discográfico. Este último apartado no le he recogido en este artículo, pero será debidamente expuesto en uno próximo. El sello Verve y Pablo Records recogieron momentos exquisitos e irrepetibles en la historia del jazz, de ese jazz del que Granz se valió para intentar cerrar esa herida que produce el racismo y que todavía no está curada del todo en parte de la ciudadanía estadounidense.