Bix Beiderbecke: In a Mist

Bismark Beiderbecke; Agatha Beiderbecke; Bix Beiderbecke (sentado en las piernas de su padre); Charles Beiderbecke; Mary Louise Beiderbecke; 1904
Bix Beiderbecke
The Wolverines; 1924; Min Leibrook; Jimmy Hartwell; George Johnson; Bob Gillette; Vic Moore; Dick Voynow; Bix Beiderbecke; Al Gandee
Frankie Trumbauer
Paul Whiteman Orchestra. 6 de febrero de 1929 en el New Amsterdam Theatre. Nueva York.
Bix Beiderbecke
Mezz Mezzrow
Gunther Schuller & John Lewis
The Modern Jazz Quartet; John Lewis; Milt Jackson; Percy Heath; Kenny Clarke
Bix Beiderbecke – In a Mist

Carl Beiderbecke nació en 1835 en Benninghausen una ciudad alemana cerca de Colonia. Con 21 años emigró a los EE.UU. y en 1860 se casó con Louise Pieper que acababa de pisar tierra americana procedente de Hamburgo. La pareja le dio a su nuevo país cinco nuevos miembros. Al quinto de ellos, de nombre de Bismark Herman y nacido en 1868, su padre le puso el apodo de “Bix”. Este se casó con Agatha Jane Hilton y trajeron al mundo a Charles Burnette (1895), a Mary Louise (1898) y a Leon Bismark (1903). A este último su padre le traspasó su apodo de “Bix” nada más nacer.
Los Beiderbecke fueron una familia de melómanos apasionados por la música clásica. El abuelo del último “Bix” fue director del coro de Davenport (ciudad donde se habían asentado). Su madre fue una excelente pianista y organista y su hermana siguió los pasos de su progenitora desde muy temprana edad.
Bix Beiderbecke demostró desde la niñez poseer un talento precoz, ya que era capaz de tocar en el piano cualquier melodía que oía. Incluso el periódico “Davenport-Democrat” se hizo eco de la noticia de que un niño de siete años podía reproducir de oído todo tipo de música.
Con 15 años Bix escuchó al corneta Nick LaRocca en un disco de la “Original Dixieland Jazz Band” y sin ningún tipo de experiencia empezó a descubrir los secretos del instrumento y a tomar buena nota de los trucos que empleaban los músicos según caían en sus manos los primeros discos de jazz.
Pasaron un par de años y la familia y los profesores de Bix tomaron cartas en el asunto y le exhortaron a aprender solfeo y recibir una educación musical académica. Bix se negó en rotundo y a sus padres no les quedó otra opción que matricularle en la Lake Forest Academy, un centro dedicado a las Artes dentro del Lake Forest College situado a cincuenta kilómetros de la ciudad de Chicago. Bix llegó a esta institución en septiembre de 1921 con 18 años de edad.
Chicago en esos días era un hervidero de notas de jazz, estas salían de cualquier punto de la ciudad. Muchos de los mejores músicos de Nueva Orleans se encontraban allí, empezando por King Oliver y un joven Louis Armstrong, aparte de los valores locales. Bix se empapó de todos esos sonidos en sus continuas visitas a Chicago. El resultado fue que montó un pequeño grupo que se dedicó a tocar jazz en el campus de la academia. El resultado también fue que le expulsaron.

Bix empezó su carrera profesional con veinte años formando parte de grupos que actuaban en lo steamboats que partían de Chicago para navegar por las tranquilas aguas del lago Michigan.
En 1924 formó parte de la Wolverine Orchestra liderada por el pianista Dick Voynow y en ella permaneció diez meses. Con esta banda Bix experimentó por primera vez lo que significaba entrar en un estudio de grabación. El 18 de febrero grabó su primera canción que llevaba por título “Fidget Feet” y el 8 de octubre tocó su primer “solo” de piano con un grupo de jazz. La canción fue “Big Boy”.
A mediados de ese mismo año de 1924 ocurrió un hecho importante en la vida de Bix ya que conoció al saxofonista Frankie Trumbauer que se iba a convertir en su amigo del alma durante toda su vida.
Al día siguiente de la grabación de “Big Boy” con la Wolverine Orchestra seis músicos entraban en el mismo estudio. Entre ellos estaban Bix y Frankie y registraron dos canciones “Flock O’Blues” y “I’m Glad”. Se hicieron llamar, Sioux City Six (1) y se convirtieron en un grupo fantasma ya que una vez que sus componentes salieron del estudio la pequeña banda dejó de existir. En el anecdotario del jazz tiene su sitio ya que en ella grabaron juntos por primera vez Bix Beiderbecke y Frankie Trumbauer.
Desde 1925 hasta finales de 1927 ambos músicos formaron parte de las mismas bandas siendo las más importantes la del propio Trumbauer y la liderada por Jean Goldette.
En septiembre de 1927 Bix y Frankie fueron contratados por la formación más popular de los EE.UU. en aquellos años: Paul Whiteman Orchestra.

Paul Whiteman (1890-1967) fue un violinista (al que nunca se le escuchó tocar ese instrumento) y un director de orquesta. Con ella, en la que el sonido de los metales se fundía con el de los violines, trató de convertir al jazz en una mujer honesta y bien vestida y presentarla en sociedad; trató de eliminar del jazz cualquier vestigio de música de burdel.
A principios de los años treinta Paul Whiteman se hacía llamar el “rey del jazz”, pero su reinado, si realmente lo tuvo, fue muy corto ya que llegó la Era del Swing que lo destronó. El jazz tomó un nuevo camino a mitad de los años treinta y no fue el que Paul Whiteman había soñado, diluyéndose su música al punto de que hoy está casi olvidada. Sin embargo, todos los músicos que le conocieron, negros, blancos, antiguos o modernos le han rendido homenaje debido a su honradez y a su humanidad y, fundamentalmente, a su pasión por la música y la investigación. Así mismo los mejores intérpretes de jazz blancos pertenecieron en algún momento a su orquesta: los instrumentistas Red Nichols, Bix Beiderbecke, Frankie Trumbauer, Jack Teagarden, Red Norvo, Joe Venuti, Eddie Lang o Bunny Berigan, y los cantantes Bing Crosby y Mildred Bailey.
Bix permaneció en esta orquesta hasta el año 1929 en el que, debido a su deteriorada salud, la tuvo que abandonar. Su alcoholismo le estaba destrozando. Cuentan sus compañeros músicos que llegaba a las actuaciones en un pésimo estado al punto de que el corneta colocado a su derecha tenía apuntado en su partitura “despertar a Bix” cuando faltaban tres o cuatro compases para que interpretara su “solo”.

A pesar de sus problemas con la bebida, Bix nos dejó a lo largo de sus años como corneta momentos vibrantes de calidez e interpretados con una inspiración y un swing inquebrantables y todo ello provisto de un lirismo nada frecuente en aquellos años. Ejerció una influencia en músicos que le precedieron tanto blancos como negros, sobre todo en aquellos que abrazaron el movimiento “Cool” a finales de los años cuarenta. “He escuchado a muchos músicos intentar tocar como Bix; ninguno lo ha conseguido aún”. Louis Armstrong.

Hasta aquí me he referido a Bix y a la música de jazz que le tocó interpretar en su época, pero en su alma musical habitaba también otra diferente que luchaba por sobrevivir y por poseer una identidad propia y diferente. Esa pelea que mantenía Bix entre los genes clásicos de los “Beiderbecke” y el jazz era conocida únicamente por sus amigos: Frankie Trumbauer y los clarinetistas Pee Wee Russell y Mezz Mezzrow.
Voy a hacer un inciso y dedicarle cinco líneas a este último. Mezz Mezzrow fue un clarinetista que se pasó toda su vida despotricando por haber nacido blanco. El quería ser negro para poder tocar el jazz como ellos. Para ganar unos dólares extra vendía unos porros con la mejor “maría” que se podía encontrar en Harlem. Sus clientes, prácticamente todos músicos, los llamaban “Supermezz”. La policía lo detuvo y fue a parar a prisión. Nada más llegar al centro penitenciario pidió una cita con el alcaide para pedirle que le encerrara en el ala destinada a los negros para tocar un buen jazz. Lo consiguió.
Su valiosa aportación al jazz no salió de las notas de su clarinete sino del libro que escribió junto al periodista Bernard Wolfe en 1946 y titulado “Really the Blues”. La obra es una crónica exhaustiva de los músicos y de la música de jazz de los años 20 y 30 y de todo lo que les rodeó: la ley seca, el sórdido ambiente de los bajos fondos, el comienzo del consumo de drogas, la prostitución… Una nítida radiografía de lo que supuso Harlem en aquellos años. I-M-P-R-E-S-C-I-N-D-I-B-L-E, sobre todo para los aficionados al jazz.
“Cuando esté muerto meted mi cadáver en un horno, coged las cenizas, mezcladlas con laca y prensad con la pasta un disco. Escribir solo “Aquí yace eternamente Mezz, el presi”. Grabad por un lado “Gone away blues” y por el otro “Out of the Gallion”. Llevadlo a Harlem y regalárselo a cualquier chico harapiento. Que el chaval haga sonar el disco hasta que cruja y se agote, o hasta que se canse. Haced esto y podéis estar seguros de que descansaré feliz”.
El libro se ha vuelto a editar en español con el título de “Really the Blues” y lo podéis conseguir aquí.

En él podemos leer: “…y Bix encorvándose en trance sobre el teclado, meditabundo y alcohólico, le arrancaba a los marfiles una música extraña. Llegando a las fronteras del jazz, Bix se aprestaba a entrar en una insólita jungla musical donde esperaba encontrar Dios sabe qué. En esas largas noches de borrachera, cuando la realidad entera parecía una ilusión y las fantasías eran más delirantes, Bix intentaba sacudirse el yugo: escapar del jazz hacia un lenguaje musical totalmente nuevo. Una y otra vez tocaba la peculiar música “moderna” que como una señal le indicaba el camino hacia dónde debía girar: “El Pájaro de Fuego” de Igor Stravinsky, “El Aprendiz de Brujo” de Paul Dukas, “Escenas de Adirondack” de Eastwood Lane (la favorita de Bix era “Endecha para Indian Joe”) y, sobre todo, “La Siesta de un Fauno” de Claude Debussy y “La Sinfonía de los Planetas” de Gustav Holst. Estas escapadas musicales, que seguían una docena de recorridos diferentes, se confundían con el jazz que Bix tenía en la cabeza, y ese revoltijo de ideas quedó reflejado en su composición titulada “In a mist”.
“Bix compuso “In a mist” (En una bruma) en el cuchitril que compartía con Pee Wee donde había una peste que se podía cortar con cuchillo y donde vivián junto a ellos todos los insectos de Indiana. Recordando el lugar uno se pregunta por qué no le puso el título de “In a garbache can” (En un cubo de basura)”.
“-Eh, oíd esto un rato- nos dijo aquella noche y tocó la nueva pieza completa”.
“Había tantos pasajes en un idioma diferente al nuestro que nos sentimos un poco incómodos. Sí, tenía muchos momentos bonitos, pero no me mataba como indefectiblemente lo hacía Earl Hines. Estuvimos un rato bromeando y convenciendo a Bix de que borrara todas esas escalas pretenciosas y al final nos pusimos a gritar: “Royal Garden Blues”, toca “Royal Garden Blues”.
Mezz Mezzrow nos da su opinión sobre la encrucijada musical en la que se vio inmerso Bix en los últimos años de su vida: “A Bix, más que una meta, el jazz le parecía un trampolín hacia otra cosa, hacia una nueva forma de expresión a través de la cual podría decir algo diferente. Murió sin haber encontrado “esa otra cosa”. Y lo cierto es que buscó denodadamente, hasta que el esfuerzo lo mató o lo hizo beber hasta matarle”.

Bix Beiderbecke dejó este mundo el 6 de septiembre de 1931 con 28 años.
Su vida ha sido novelada por la escritora Dorothy Parker en “Young man with a horn”, libro que sirvió al director de cine Michael Curtis para rodar la película del mismo título en 1949 con Kirk Douglas en el papel del músico. 

Bix grabó «In a mist» a piano solo el 8 de septiembre de 1927 en Nueva York para el sello Okeh.

A finales de los años cincuenta del siglo pasado surgió dentro del jazz un nuevo estilo que se conoce como “Third Stream” (Tercera Corriente) que intenta realizar una síntesis entre el jazz y la música clásica europea o contemporánea. Sus principales iniciadores fueron los músicos Gunther Schuller y John Lewis convirtiéndose el primero en el teórico principal. Para ello creó un departamento denominado “Third Stream” en el New England Conservatory de Boston. En todos los tratados que analizan y desarrollan esta nueva corriente el primer músico que aparece es Bix Beiderbecke – y su composición “In a mist” – como precursor en la búsqueda de los mismos objetivos musicales que Schuller y Lewis.
En el año 1966, The Modern Jazz Quartet grabó un álbum con el título de “Third Stream”. Uno de sus cortes fue un tema compuesto por John Lewis y titulado “Sketch”. Los músicos que lo grabaron son: John Lewis (piano), Percy Heath (contrabajo), Connie Kay (batería) y Milt Jackson (vibráfono), junto a The Beaux Arts String Quartet: Carl Eberl (viola), Gerald Tarack (violín), Alan Martin (violín), Joe Tekula (cello).
Cabría preguntarse si la estética musical que está presente en esta canción o en cualquier otra del álbum era la que denodadamente buscaba Bix Beiderbecke treinta años atrás.

(1) El resto de los músicos del grupo Sioux City Six son los siguientes: Miff Mole (trombón), Rube Bloom (piano), Min Leibrook (tuba) y Vic Moore (batería).

2 de comentarios
  • Un deleite penetrar en los detalles del «sobrehumano» Bix. Así se me ocurrió catalogarle siempre: un extraterrestre que escapa a los parámetros naturales. Buenísima versión de The Modern Jazz Quartet del muy extraordinario «Sketch». Aquí tuvimos un músico que se dedicó al tango y luego paseo su música por el mundo: Astor Piazzolla, al que costaba entender en principio, para luego rendirse. Gracias, he disfrutado esto, al anochecer de Buenos Aires.

    • Gracias por tus comentarios. Nosotros los vascos conocemos muy bien a Aitor Piazzolla ya que uno de los instrumentos más comunes de nuestro folclore es al acordeón diatónico al que llamamos en euskera «trikitixa» que es muy parecido al bandoneón. El músico más internacional tocando la «trikitixa» es Kepa Junkera.

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