Duke Ellington: A Portrait of Bert Williams (28/5/1940)

Bert Williams
Duke Ellington
Bert Williams
Physick Wagon
Medicine Show
Una compañía de misntrel
Bert Williams
Bert Williams & George Walker
Bert Williams
Bert Williams y su esposa en Abyssinia, Chicago, 1906
Florenz Ziegfeld
Bert Williams
Jardin de Paris Theatre
Fanny Brice
Bert Williams
Bert Williams
Bert Williams
Bert Williams
Bert Williams
Duke Ellington: A Portrait of Bert Williams (28/5/1940)

Duke Ellington, a lo largo de su carrera artística, dedicó canciones a reconocidos artistas afroamericanos: a la cantante, actriz y bailarina Florence Mills (1928); al bailarín y actor Bill «Bojangles» Robinson (1940); al músico Sidney Bechet (1970); a la cantante de gospel Mahalia Jackson (1970) … El 28 de mayo de 1940, la orquesta de Duke Ellington grabó una canción titulada A Portrait of Bert Williams. ¿Qué méritos consiguió este personaje a lo largo de su existencia para que el Duque le dedicara una de sus composiciones? 

Egbert Austin (Bert) Williams nació el 12 de noviembre de 1874 en Nassau, capital de las Bahamas (oficialmente Commonwealth of The Bahamas). Con 10 años, y junto a su familia, abandonó la isla huyendo de la profunda depresión económica en la que estuvo inmersa durante el último cuarto de siglo XIX. Su primera parada fue la ciudad de Riverside en California. Frederick, el padre de familia, consiguió un empleo en el ferrocarril Southern California como maletero en la estación de la citada ciudad.  

Uno de los entretenimientos (quizás el único) del que podían gozar los habitantes de una ciudad rural como Riverside ocurría cuando un Medicine Show hacia acto de presencia (tenéis a vuestra disposición mi artículo: Una Corta Crónica de los Medicine Shows). La mayoría de los Medicine Shows operaba con un “doctor charlatán” al que acompañaba algún músico de blues o de folk, o un bailarín. Viajaban de pueblo en pueblo a bordo de un carromato – al que llamaban Physick Wagon – con una reducida plataforma en la parte de atrás a modo de pequeño escenario. Primero, el artista de turno realizaba su show para atraer al personal. Seguidamente, el “doctor” trataba de engatusar a dicha concurrencia ofreciéndoles todo tipo de elixires que curaban todo lo habido y por haber. 

Cuando Bert Williams vio por primera vez uno de estos shows su imaginación se desbordó pensando en lo que él podría hacer si algún “doctor” lo contrataba. Mantuvo una conversación con su progenitor en la que le explicó que él quería formar parte de esos espectáculos. Frederick tenía otras miras para su hijo, pero al final le dio su bendición. Años más tarde comentaría: Ahora estoy muy contento de que esa chispa saltase allí y a partir de ahí se desarrollara a pesar de que nosotros, los mayores, fuimos muy lentos para entenderla y apreciarla». 

Un joven Bert Williams fue contratado como artista en un Medicine Show, pero él no cantó, no tocó ningún instrumento ni bailó. El método que empleó para activar la curiosidad de los presentes fue convertirse en otro charlatán relatando historias graciosas o tristes, reales o inventadas, pero llenas de elegancia, creatividad y carisma. 
Los cerca de tres años que Bert pasó en los Medicine Shows le estimularon la imaginación. Aunque su puesto no era el del primer protagonista se deleitó con la embriagadora experiencia de atrapar a las audiencias. Aprendió a cautivarlas, primero atrayéndolas y luego manteniendo su atención. 

Alrededor de 1893, Bert tendría unos 19 años, tuvo una excelente oportunidad de enrolarse en la troupe de un minstrel, el más popular entretenimiento nacional en aquellos años. Le contrataron los Martin and Selig’s Mastodon Minstrels, una compañía localizada en el corazón de San Francisco que estaba formada por cinco blancos, un mexicano y cuatro negros. 

Al Minstrel Show lo podemos definir como un espectáculo itinerante de variedades donde sus blancos protagonistas, después de pintarse la cara de negro y gruesos labios de rojo, bailaban, cantaban y escenificaban situaciones cómicas o ridículas como presumiblemente las realizaban los verdaderos negros en las plantaciones o en las ciudades. Aparecieron en Norteamérica alrededor del año 1830 y se convirtieron en su “caja tonta” hasta principios del siglo XX. A partir del final de la Guerra Civil los actores negros pudieron acceder a los escenarios de los minstrels, pero maquillando su tez de negro para continuar con el estereotipo y manteniendo el mismo roll que los blancos, es decir ridiculizándose a sí mismos.  

Bert Williams celebró la entrada de los negros en la representación teatral, pero desde el primer momento en que sus pies tocaron un escenario se dedicó a refinar el roll del negro ignorante y pobre impregnándolo decididamente de humanidad, dignidad e individualidad, aunque no pudo librarse de embadurnar su cara, como era su deseo.  Esa actitud la mantuvo durante toda su carrera y su exitosa performance la fueron valorando continuamente las audiencias que llegarían mayormente a respetarlo, pero en algunos casos a despreciarlo. 

Cuando Bert Williams estaba en lo más alto de su carrera comentó lo siguiente: 

“La gente a veces me pregunta si daría algo por ser blanco. Respondo… enfáticamente, «No». ¿Cómo sé lo que podría ser si fuera un hombre blanco? Podría ser un obrero de la construcción que trabaja bajo tierra, excavando y perdiendo su salud por $ 8 al día. Podría ser un conductor de tranvía por 12 o 15 dólares a la semana. Hay muchos hombres blancos menos afortunados y peor dotados que yo. De hecho, nunca he podido descubrir que hubiera algo vergonzoso en ser un hombre de color. Pero a menudo me ha parecido un tanto inconveniente… en América”. 

Mientras Bert estaba actuando en San Francisco con los Martin and Selig’s Mastodon Minstrels en 1893 se cruzó en su camino un artista de parecidas características a las suyas de nombre George Walker y ese encuentro resultó transcendental para sus respectivas carreras. En los 11 años en los que permanecieron juntos cantaron, bailaron, recrearon diálogos cómicos y compusieron canciones satíricas y humorísticas. Además, participaron en más de media docena de musicales de Broadway con un éxito enorme. Tal es así que los críticos (blancos) se sintieron celosos: “Las melodías que interpretan están demasiado elaboradas para ellos. Un regreso a las melodías de plantación y la exclusión de las del tipo “gran ópera” mejoraría el show, ya que ellos no son los adecuados para interpretarlas ni por temperamento ni por educación”. “No les importa que sus formas y maneras las copien los blancos haciéndolo mejor”. 

William and Walker se situaron en el top of the pops del entretenimiento durante su época y como tales fueron reconocidos cuando realizaron giras por Europa. Aunque mi intención es pasar de refilón por esa parte de la vida de Bert Williams para dedicarme a su carrera en solitario hay, al menos, un hecho que no puedo dejar de señalar. 

El 22 de enero de 1905, Bert Williams grabó su composición titulada Nobody con letra de Alex Rogers, uno de sus colaboradores habituales. Cuando el disco salió al mercado, al acabo de unas semanas, se convirtió en el primer gran éxito de una canción que no había sido estrenada en un espectáculo. 

La letra dice así: 

Cuando la vida parecer estar llena de nubes y de lluvia  
Y yo estoy lleno de nada y de dolor  
¿Quién calma mi cerebro que late desaforado? Uummm  
¡Nadie!  
Cuando el invierno llega con la nieve y el granizo  
Y yo tengo hambre y los pies fríos  
Alguien me dice: “Toma veinticinco centavos, adelante  
Compra algo para comer, venga, ¿por qué no”?  
¡Nadie!  
Nunca le he hecho nada a nadie  
Nunca le he hecho nada a nadie, ni una sola vez  
Así que hasta que obtenga algo de alguien  
No haré nada por nadie, nunca  
Cuando tuve un accidente de tren  
Pensaba que ya había cobrado mi último cheque  
¿Quién me ayudó a salir del vagón?  
¡Nadie!  
Una vez cuando parecía que las cosas iban bien  
Comencé una noche a tallar un palo  
¿Alguien me gritó: “deja eso que es dinamita”?  
¡Ni un alma!  
Nunca le he hecho nada a nadie  
Nunca le he hecho nada a nadie, ni una sola vez  
Así que hasta que obtenga algo de alguien  
No haré nada por nadie, nunca 

A principios del año 1906, Bert Williams y George Walker estaban trabajando en los preparativos de un nuevo musical titulado Abyssinia con música de Bert Williams y Will Marion Cook y letra de Jesse A. Shipp y Alexander Rogers. 
Bert tenía serias dudas sobre si debía incluir la canción Nobody en la nueva obra y esa incertidumbre se la comentaba a Chappy, su ayudante personal y hombre de confianza. Al final, después de muchos dimes y diretes, Bert decidió no incluirla. Pero esto es lo que pasó: 

Chappy, sin embargo, sin que Bert lo supiera le pasó la música al director de la orquesta y le dijo que la tocara en el momento más idóneo. Bueno, cuando escucharon Nobody la multitud enloqueció y Bert tuvo un extraordinario e inesperado éxito. Nobody se había convertido en la canción característica de Bert y fue su “trademark” durante toda su carrera. Incluso el mero sonido de los primeros acordes era suficiente para que el público se emocionara antes de escuchar su voz”. (New York Herald Tribune, 8 de septiembre de 1935, en un artículo sobre Bert Williams.) 

El dúo Williams & Walker dio un abrupto adiós a los escenarios en 1907 al contraer este último la sífilis, enfermedad que le llevó a tumba cinco años después. Para Williams fue un duro golpe la pérdida de su amigo y compañero de escenarios después de permanecer juntos, en lo más alto del show business, durante once años. 

Un solitario Bert Willians realizó su primera aparición pública en un musical titulado Mr. Lode of Koal que se estrenó en Broadway el 1 de noviembre de 1909 en el Majestic Theatre con música de J. Rosamond Johnson y letra de Alexander Rogers y Jesse A. Shipp. 
Los críticos estuvieron de acuerdo en que Mr. Lode of Koal fue una producción con un moderado éxito, pero que sirvió para demostrar que Bert podía mantener su estrella intacta actuando en solitario.  

Cuando el musical Mr. Lode of Koal bajó el telón por última vez, Bert Williams le comunicó a la compañía que se desligaba de ella ya que tenía pensado crear la suya propia y montar una gran producción con un casting totalmente negro. El musical se estrenaría el año próximo y se centraría en unas ideas que en su día las había debatido con George Walker. 

Unas tres semanas después de que Bert Williams tomara la decisión que acabo de relatar, el más poderoso productor de musicales de Broadway, Florenz Ziegfeld, le ofreció una oferta que no pudo rechazar. 

Florenz Ziegfeld había realizado un viaje a París en 1906 exclusivamente para ver y analizar el espectáculo que ofrecía el cabaret Folies Bergère. Allí, se percató de que las artistas que sostenían el show eran la “vedette” y el coro de jóvenes bonitas con piernas largas y con no demasiado ropa. En un segundo plano estaban los cantantes y los sketches cómicos. 
Ziegfeld volvió a Nueva York sabiendo perfectamente lo que tenía que hacer: montar un “Folies Bergère” en Broadway y pelearse con los censores sobre la ropa de las coristas. A su espectáculo lo llamó Ziegfeld Follies. Estos musicales abrieron sus puertas al público norteamericano en 1907 y no las cerraron hasta 1931 con un paréntesis entre 1928 y 1930. En ese período alcanzaron tal popularidad que se convirtieron en un icono de la cultura popular americana. Ziegfeld fue el primero que logró presentar con elegancia y equilibrio unos espectáculos donde la sensualidad se paseaba por el escenario y por la mente de los espectadores. 

Bert Williams apareció por primera vez en un musical de Ziegfeld en el año 1910. Existió cierto revuelo por una parte de los actores del espectáculo por incluir en él a un hombre negro. El productor zanjó rápidamente la cuestión afirmando que Bert Williams era el único miembro indispensable de la obra. 
Sin embargo, y de acuerdo con la biógrafa de Willians, Ann Charters, él reusó desde un principio aparecer sobre el escenario con las coristas blancas de Ziegfeld por temor a la reacción que pudiera suscitarse entre el público al ver a un negro rodeado de bellas jóvenes blancas. El señor Ziegfeld, con su deseo de agradar siempre al respetable, era consciente que este estaba dispuesto a aceptar ciertos tipos de integración social, pero otros no. 

En unas semanas Williams dejó de lado su idea de crear una compañía con un casting negro para seguir desarrollando el teatro negro a aceptar un papel protagonista en un musical rodeado de blancos por todas partes. Hay que hacer constar que sus seguidores afroamericanos se quedaban con las ganas de verle actuar ya que tenían, por entonces, prohibida la entrada en el teatro. 
Toda esta historia trajo consigo que importantes miembros de la comunidad negra le reprocharan a Bert Williams su “deserción” a la escena blanca. Él justificó su elección con estas palabras: El mundo del espectáculo de color, es decir, los espectáculos musicales de color están en su punto más bajo en este momento. La primavera pasada llegué a la conclusión de que la mejor forma de representar a mi raza era enfrentarme a los Follies como un precursor, como un pionero abriendo con ello la frontera a los de mi raza, al actuar en un espectáculo de alto perfil entre los blancos”.  

Cuando Florenz Ziegfeld contrató a Bert Williams en 1910, los Ziegfeld Follies llevaban representándose anualmente desde 1906. La atmósfera que se respiraba en el Jardín de París Theatre, ubicado en la azotea acristalada del edificio sito en la 1514-16 Broadway (44th St.), el día de los estrenos exhalaba poder, dinero, y glamour. Los miembros de la élite de la sociedad neoyorquina, desde los Rockefellers a los Vanderbilts, llenaban las localidades más caras para ver la revista y para que los vieran. Las premières de estos musicales siempre tenían lugar en el mes de junio o julio y se convirtieron en los indicadores de la llegada del verano en la ciudad de Nueva York, al menos para la crème de la société. 

El 20 de junio de 1910, se subió el telón por primera vez en el Jardín de París Theatre y se estrenó el musical Ziegfeld Follies 1910. Bert Williams se encontró con un público bastante diferente al del vodevil y, además, dentro del reparto de la obra se encontraba la cantante y actriz Fanny Brice, una de las primeras comediantes femeninas más destacadas y famosas que ha dado el show business. Y no debemos olvidar que Williams seguía siendo negro. 
Ziegfeld Follies 1910 se mantuvo en cartel durante 88 representaciones que para aquellos años esa cantidad significaba que el musical había alcanzado un más que notable éxito. 

Sobre la actuación que había realizado Williams varios periódicos dijeron lo siguiente: es la estrella real de la noche”. The New York World: “Él tiene más talento que el resto de todos los actores juntos”. The New York Sun: Bert es el más gracioso del show y solo dos de sus predecesores habían logrado crear algo parecido a su grado de comicidad”. El Chicago Evening American: Bert no es simplemente uno de los Follies. Él es la sabiduría del espectáculo. Y era sabio e ingenioso antes de que a Florenz Ziegfeld se le ocurriera su locura (folly)”. Chicago Evening Post: Se comunica mucho con las miradas caídas, bajando las comisuras de la boca y realizando gestos expresivos con sus enormes, pero elocuentes manos, y nos cuenta unas aventuras de desventuras que tan bien hace”. 

En Ziegfeld Follies 1910, Bert Williams presentó una canción compuesta por él con el título de Constantly con letra de James Henry Burriss y Chris Smith. La interpretó, como era su costumbre, medio hablada-medio cantada. Este tema igual que Nobody se convirtió en otra de sus trademarks y le acompañó fielmente durante toda su vida artística. La letra dice así 

Hay una palabra llamada miseria 
Y a la miseria le encanta la compañía. 
Esa es la razón por la que me persigue 
Constantemente 
Mi arrendador nunca me molestó anteriormente 
Siempre dije que mi alquiler era barato 
Pero ahora le tengo llamando a mi puerta 
Constantemente 
La buena suerte no me quita ojo, me espía, me mira. 
Constantemente 
La mala suerte me busca, me encuentra, me saluda 
Constantemente 
A veces me siento como un pájaro en un árbol 
Volando alegre y libre 
Pero aparece la mala suerte y me corta las alas. 
Constantemente 
Una vez intenté pelear para ganar dinero 

Pelearía contra un hombre al que llamaban Kid Nye. 
Ese hombre se apresuró a mantener su puño en mi ojo 
Constantemente 
A la pelea aún le faltaban unos seis asaltos. 
Y ahí estaba yo, y necesitaba la pasta. 
Pero el árbitro intervenía para que no me cayera al suelo 
Oh, constantemente 
La buena suerte no me quita ojo, me espía, me mira.  
Constantemente  
La mala suerte me busca, me encuentra, me saluda  
Constantemente  
Ese hombre poseía seguramente el talento 
Para pegarme fuerte y rápido 
Cuando me golpeaba el estómago, se me abultaba la espalda. 

Constantemente 

Bert Willians fue la mayor estrella sobre los escenarios de los Ziegfeld Follies 1910, 1911, 1912, 1914, 1915, 1916, 1917 y 1919 (y siendo el único actor de color). Cuando los dejó a voluntad propia fue contratado por George LeMarie, amigo y compañero de los Ziegfelds, para el musical titulado Broadway Brevities of 1920 

A finales de 1921, Bert Williams protagonizó un musical titulado Under the Bamboo Tree producido por J.J. Shubert y con música de Sigmund Romberg y Will H. Vodery.  La letra la escribió Walter DeLeon. 
Se estrenó en Cincinnati el 4 de diciembre de 1921. Le siguió la ciudad de Chicago y a continuación la de Detroit donde levantó el telón en el Garrick Theatre el domingo 26 de febrero de 1922. Al día siguiente Bert Williams estaba actuando sobre su escenario cuando se desplomó. Le llevaron en tren a Nueva York. Su salud empeoró considerablemente y partió de este mundo unos días más tarde en su casa de Manhattan. El 4 de marzo. 

Los privados servicios fúnebres tuvieron lugar en la Masonic Lodge de Manhattan donde Bert Williams rompió una nueva barrera. Él fue honrado por la Gran Logia donde todos sus miembros, hasta el momento, habían sido blancos.  

Una de las mejores frases sobre la persona de Williams la pronunció el comediante y escritor W.C. Fields: Williams fue el hombre más gracioso que he visto y el más triste que he conocido”. 

Bert Williams describió cuál era la fórmula que él había utilizado para convertirse en el mejor actor cómico de su generación: 

“Todos los chistes del mundo están basados en unas pocas ideas elementales… Crear situaciones ridículas es gracioso cuando tienes a la persona que las padece, y ese tipo, que es el perdedor, debe ser el mismo que está cantando la canción o relatando la historia… Cuando yo conseguí verme a mí mismo como si fuera otra persona fue el momento en que mi sentido del humor empezó a desarrollarse. Y no creo que estuviese innato en mí. Conseguir desarrollarlo ha sido un duro trabajo… y yo he estado estudiando toda mi vida”. 

Como colofón de este artículo dedicado a Bert Williams os dejo un mini-documental de cuatro minutos donde se le puede ver actuando por unos momentos en el cortometraje mudo titulado Lime Kiln Club Field Day (1913) uno de los tres que protagonizó. 

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