João Gilberto: Antes De La Chica De Ipanema

João Gilberto
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Garotos da Lua; Joao Gilberto; Acyr Bastos; Milton Silva; Toninho Botelho; Alvinho Senna
Marisa Gata Mansa
Carlos Machado
João Gilberto fotografiado en casa su hermana en Diamantina
João Gilberto
Roberto Menescal
Antonio Carlos Jobim
Vinicius De Moraes & Tom Jobim
João Gilberto
Tom Jobim & Newton Mendoça
Carlos Lyra
João Gilberto
João Gilberto: Antes De La Chica De Ipanema

El guitarrista, compositor y cantante brasileño João Gilberto nació en la ciudad de Juazeiro el 10 de junio de 1931.
En 1942, cuando contaba con 11 años de edad, su padre le mandó a un internado en el municipio de Aracaju. No puede decirse que fuera un buen estudiante ya que las asignaturas favoritas de João eran ser hincha del equipo de fútbol local y formar conjuntos vocales con sus compañeros.
A los catorce años y durante unas vacaciones, un pariente le regaló una guitarra. Era justo lo que necesitaba. Aprendió a tocarla con el Método Elemental Turuna un panfleto impreso en papel de periódico, pero fue el primero que cayó en sus manos. Al menos le sirvió para poder acompañarse con el instrumento y tratar de armonizar las voces de sus amigos.
João con 15 años regresó a casa sin ninguna intención de seguir estudiando. Formó un cuarteto en el que todos cantaban y tocaban y como la ciudad que le vio nacer no tenía apenas vida nocturna, un espectáculo en vivo formado por cuatro muchachos era todo un acontecimiento.
Su primera oportunidad de tocar en público surgió cuando la banda que estaba contratada para un baile no pudo acudir y fueron invitados a sustituirla. Iba a ser su primera actuación remunerada y se prepararon a conciencia. En cuanto atacaron los primeros acordes de la canción “Malagueña” estalló una pelea en el salón y las botellas y las sillas empezaron a volar por los aires. El grupo quería seguir tocando, pero los objetos voladores empezaron a surcar muy cerca de sus cabezas. Lo prudente era largarse. El baile terminó ahí, pero João no paró hasta conseguir que les pagasen.

Al padre de João no le gustaba en absoluto los derroteros que estaba tomando todo ese asunto de la guitarra y lo primero que hizo fue cortarle la paga semanal. Sus compañeros salieron al rescate.
Por si no bastasen las presiones paternas, a João se le estaba quedando pequeño su pueblo. Al cumplir los 18 y junto a su primo Dewilson tomó un tren con destino a Salvador de Bahía. Una vez en la capital anduvo rondando las emisoras de radio sin atreverse a entrar y contar que era cantante.
Pasó un año y João continuaba sin encontrar un trabajo fijo en una emisora, ni siquiera como actor de radionovelas. Gracias a que vivía en casa de su tío Walter podía sobrevivir. Pero no todo iban a ser malas noticias.
Al guitarrista Alvinho Senna, del grupo “Os Garotos de Lua” le habían hablado muy bien de João Gilberto y había convencido al resto de sus compañeros para que le contrataran como “crooner”. Hasta ese momento ese puesto lo había ocupado Jonas Silva, pero este había tenido que abandonar la agrupación por problemas en la laringe (aunque realmente le habían despedido).
Alvinho le envió un telegrama a João requiriéndole su presencia en Río de Janeiro. Su familia le aportó el dinero que le faltaba para el viaje y además se llevó consigo algo más importante que el dinero: una carta de recomendación de su tío Walter para trabajar como escribiente en el Congreso de los Diputados.

“Os Garotos da Lua” grabaron dos sencillos en 78 rpm para el sello Todamérica a mediados de 1951. El grupo estaba formado por Joao Gilberto; Acyr Bastos; Milton Silva; Toninho Botelho; Alvinho Senna. Uno de los cortes fue la canción compuesta por Milton Silva y Valter Sousa titulada “Quando você recordar”.
Ninguna de las cuatro canciones resultó un éxito, algo que ya se esperaba, ya que los grupos vocales eran admirados por los músicos, pero no por el público.

João formó parte de “Os Garotos da Lua” durante un año y medio ya que estaba claro que el cantante y guitarrista lo que quería era comenzar su carrera en solitario.

Como João se quedó sin trabajo echó mano de la carta de recomendación de su tío y consiguió un puesto remunerado como escribiente en el Congreso de los Diputados. Lo malo del caso es que en el contrato se olvidaron de añadir que el nuevo funcionario no tenía obligación de acudir al trabajo. Así que João iba a su puesto de trabajo colgaba la chaqueta en la percha y salía a pasárselo bien. Volvía a recogerla al final de la jornada laboral. Al cabo de un año lo despidieron.

En agosto de 1952 a João le surgió la oportunidad de grabar su primer disco en solitario. La nueva compañía discográfica Copacabana le contrató para grabar dos canciones. Entre ellas estaba “Meia luz” escrita por los jóvenes músicos Hianto de Almeida y João Luiz. El sello puso a su disposición una sección de cuerdas, al saxo alto Jorginho y al acordeonista Orlando Silveira que realizó los arreglos.
João cantó (sin su guitarra) y al escucharle más parece un cantante de boleros que un artista brasileño. El disco salió al mercado y sencillamente no pasó nada. Casi nadie se interesó en comprarlo y cuando interpretaba las canciones en directo el público no se emocionaba lo más mínimo. João Gilberto vivió esa experiencia como un gran fracaso.

João estaba todavía lamiéndose de las heridas de su último fracaso discográfico cuando, al cabo de dos meses, conoció a una bella morena en una fiesta, que según le dijeron, le gustaba cantar. João fue a por su guitarra y le comentó a la chica: «me preguntaba si te apetecería cantar ya que a mí me gustaría acompañarte con la guitarra». La joven – que se llamaba Marisa – cantó y João se quedó tan impresionado que le preguntó si alguna vez había pensado convertirse en una cantante de verdad. Ella le dijo que no, que estaba muy contenta como dependienta en una tienda. João siguió insistiendo y al final le convenció. Al cabo de unos días, Marisa dejó su trabajo.

A mediados de 1953, Marisa grabó un single para el sello RCA-Victor. Uno de los temas fue la composición de João Gilberto “Você esteve com meu bem?”. La cantante estuvo arropada por la orquesta del maestro Gaya y por la guitarra de João. El disco se vendió bien y le procuró una serie de actuaciones a Marisa en clubs y, tiempo después, un largo contrato en el Golden Room del Copacabana Palace.
João le consiguió a Marisa lo que él llevaba tiempo buscando. Además, el disco le supuso un desengaño más ya que nadie se fijó en su guitarra y la canción no triunfó como él esperaba.

En enero de 1954, el estómago de João empezó a mandarle señales de emergencia. Necesitaba un trabajo urgentemente. Se acordó de un conocido suyo de nombre Carlos Machado, apodado “el rey de la noche”. Sus espectáculos eran un festival de plumas, buena música, chistes picantes y, sobre todo, su coro de chicas. Ellas, tras dejarse allí la piel, partían para carreras internacionales o para bodas millonarias.
En aquel momento, Machado estaba preparando una superproducción llamada “Esta vida é un carnaval” que se representaría en su boîte “Casablanca”. Machado consiguió hacerle un hueco a João en el escenario: en su primera salida interpretaba a un compositor en la terraza del café Nice. Se cambiaba de ropa a toda prisa y reaparecía como fusilero naval de Lapa. Otro cambio y regresaba con la cara pintada de negro, representando a un esclavo en el barracón y cantando a coro con los demás. En la escena final salía disfrazado de payaso e interpretaba con todo el elenco el samba titulado «Recordar é viver». En los meses que duró el espectáculo, Machado no tuvo la menor queja del comportamiento de João, pero ahí terminó su carrera de actor.

João se encontraba otra vez en la cuerda floja, sin dinero y sin trabajo. Tomó un autobús para que le llevara a la ciudad de Damantina donde vivía su hermana Dadainha junto a su marido Pericles. Cuando ella le abrió la puerta de su casa y se fijó en él, se dio perfecta cuenta de la quiebra emocional de su hermano y lo acogió con todo el mimo que le fue posible.
João Gilberto pasó ocho meses en Diamantina, hasta mayo de 1956. Nadie llegó a verlo jamás en la calle, pero la ciudad no fue ajena a su presencia. Los cotillas comentaban que en casa de Pericles y Dadainha había un «tipo raro», que se pasaba el día tocando la guitarra en pijama y que no salía ni a la acera.

João encontró la batida de guitarra, que durante toda su vida había estado buscando, en su auto exilio de ocho meses en casa de su hermana. Por supuesto, Pericles y Dadainha no sabían nada de lo que bullía en la mente del guitarrista. A veces irrumpía entusiasmado en el salón para enseñarles un efecto que había conseguido con el instrumento, lo cual les dejaba aún más preocupados.
Al final, la pareja consideró que lo mejor para él sería volver a la casa materna, a Juazeiro. Cuando se lo propusieron, él se lo tomó fatal. Según sus propias palabras, «eso supondría la humillación suprema». Sin embargo, lo pensó mejor y dejó que ellos le acompañaran a casa como a un niño al que llevan a la escuela.

Cuando João llegó a Juazeiro ni su padre ni la ciudad le recibieron con fuegos artificiales. Él era un hombre que a sus 25 años seguía sin tener ningún futuro. Su padre se lo recriminó todos los días durante los dos meses que pasó en la casa materna. Pero João no discutió nunca con él, aprovechó la estancia para perfeccionar esa nueva combinación de guitarra y voz con la que iba a jugárselo todo cuando volviera a Río De Janeiro.

En el año 1957, João volvió a Río De Janeiro y comenzó donde lo había dejado dos años antes: moverse por la ciudad y contactar con unos y con otros. Un día se topó con un amigo llamado Edinho (del Trio Irakitan) que le recomendó que se pasara por una academia de guitarra donde Roberto Menescal estaba intentando formar un grupo. Menescal y Gilberto se hicieron amigos y una noche ambos se pasaron por casa del fotógrafo Chico Pereira, que entre sus clientes se encontraba el sello Odeon. Cuando João cantó por primera vez esa noche, Chico se quedó extasiado. Puso en marcha su grabadora Grundig le acercó un micrófono y la cinta empezó a grabar.
Al cabo de unas horas y cuando João ya había interpretado varios temas, Chico le comentó que tenía que grabar un disco con urgencia y que el camino más rápido era ponerse en contacto con uno de los directores de Odeon llamado, Antonio Carlos Jobim.

En los dos años que Gilberto había permanecido fuera de Río, Jobim había pasado de ser un pianista de clubs a convertirse en un gran compositor, arreglista, director y hombre influyente en la compañía.
Tom Jobim no se sobresaltó al volver a ver a João ya que le había conocido una noche hacía unos tres años cuando llevaba el pelo hasta la cintura. Sí que se sobresaltó cuando João tomó la guitarra e interpretó “Bim-bom” y Ho-ba-la-la”. Tom se percató de que ya no cantaba como antes sino más bajito y sin vibrato, al estilo Chet Baker. Pero lo que más le impresionó fue la guitarra. Su batida era algo completamente nuevo, donde cabían todas las libertades que se quisieran tomar. Tom era consciente de que había que trabajarlo con canciones nuevas. Abrió un cajón donde tenía partituras, algunas sin terminar. Tomó una de ellas ya terminada que llevaba más de un año durmiendo en el interior del mueble. Su título era “Chega de Saudade”.

Tom Jobim se encargó personalmente de convencer a los directivos de Odeon en Rio para que aceptaran grabar a João Gilberto. Fue una lucha dura ya que se trataba de una música nueva, nunca se había escuchado algo así y para los dirigentes era poco menos que lanzarse al vacío sin red.
Al final, el 10 de julio de 1958, João Gilberto grabó “Chega de Saudade” compuesta por Tom Jobim y letra de Vinicius De Moraes y “Bim-Bom” letra y música de João Gilberto. Los músicos fueron: João Gilberto, guitarra y voz; Milton Banana, batería; Guarany, percusión; Jaquinha, triángulo; Rubens Bassin, bongos; Nicolino Cópia, flauta; Edmundo Maciel, trombón.

Se dio la circunstancia de que el equipo brasileño de fútbol quedó por primera vez campeón del mundo en los mundiales de Suecia que terminaron el 28 de julio. Ni “Chega de Saudade” ni ninguna otra canción tuvo la menor oportunidad de sonar por las radios ya que estaban copadas por el himno brasileño y los comentarios al respecto del mundial.
Odeón decidió lanzar el single de Gilberto en la ciudad de San Paulo, una plaza donde la música siempre estaba en un primer plano.
Se cuenta que le influyente director de ventas de Odeon en San Paulo, Oswaldo Gurzoni, nada más escuchar el disco que le mandaba Río, sintió tanta rabia que lo rompió delante de sus vendedores diciendo: ¡Esta es la mierda que nos manda Río!

En San Paulo, la persona que tenía el poder de que una canción triunfase o no – al poseer una red de tiendas de discos llamada Assumpção – era su dueño, Álvaro Ramos. Una de las tácticas que usaba para vender un determinado disco era tenerlo sonando todo el día por los altavoces que daban a la calle. “Chega de Saudade” estuvo sonando. El disco alcanzó el récord de ventas de ese año.
Walter Silva, el disc-jockey que acababa de presentar su programa “O pick-up do Picapau” en Radio Bandeirantes convirtió a “Chega de Saudade” en su tema de apertura durante meses, en contra de la voluntad del director comercial.
“Chega de Saudade” llegó a las listas de éxitos de “Radiolandia” y de la “Revista do Radio” disputándose la victoria de aquel año junto a la cantante Celly Campello y su tema “Lacinhos cor-de-rosa”.

João Gilberto lo había conseguido. Le había costado “sangre, sudor y lágrimas”, pero lo había conseguido.

En el año 1958, Antonio Carlos Jobim y Newton Mendoça estaban en el apartamento de este último riéndose de ciertos vocalistas que desafinaban al cantar. Se les ocurrió componer una canción que defendiera los desafinados. Primero se sentó al piano Mendoça y Jobim cogió lápiz y papel. Cuando se les terminaban las cervezas se intercambiaban los puestos y, al cabo de unas horas y unas cuantas botellas, quedó terminada la canción.
Ambos se dieron cuenta de que “Desafinado” no era más que una broma, en su letra y en su música. Así que pensaron que, si querían ganar un dinero con ella, se la podían ofrecer al cantante cómico, Ivon Curi, que vendía miles de discos. Este les dijo que el tema no era de su estilo y que, además, no entendía en absoluto esa historia absurda de la Rolleyflex.
Antonio Carlos y Newton pensaron entonces en César de Alencar, ya que tenía un programa en Radio Nacional pensado para las amas de casa y empleadas domésticas con una gran audiencia y que, de vez en cuando, cantaba canciones graciosas. Este señor pasó olímpicamente de la canción y de ambos músicos.
Días más tarde Jobim se reunió con tres cantantes, Lúcio Alves, Luis Cláudio y Joao Gilberto y les mostró la canción. Nada más terminar de cantarla, Joao Gilberto, se impuso a los otros y gritando “es mía” “es mía” se quedó con la canción.

El 10 de noviembre de 1958. João Gilberto grababa el tema “Desafinado”. La canción necesitó 13 tomas y alguna palabra más alta que otra entre Gilberto y Jobim (sobre las armonías) hasta que el primero quedara satisfecho de cómo sonaba la canción. “Desafinado” y la composición de Gilberto “Hô-bá-lá-la” fueron las dos caras del segundo single de João Gilberto.
El disco cumplió las expectativas que en él habían depositado el intérprete, el compositor y el sello discográfica ya que llegó a lo más alto en las listas de éxitos.

Dos meses después de la salida al mercado del segundo single de Gilberto, Tom Jobim sabía que era preciso seguir adelante, por más que le costara soportar el carácter del cantante. Así que convenció a la discográfica de que era conveniente sacar el primer L.P. de Gilberto. El sello le dio el o.k.
El álbum iba a contener doce canciones incluidas las cuatro de los dos singles. Las ocho restantes se grabaron en tres sesiones los días 23 y 30 de enero de 1959 y el 4 de febrero. Al L.P. le denominaron “Chega de Saudade” y salió a la venta en abril de 1959. Uno de los temas que obtuvo un especial recibimiento por parte de los melómanos fue su versión de la canción “Maria Ninguém” escrita por el cantautor brasileño, Carlos Lyra.  

El periódico “O Estado de S. Paulo” escribió el siguiente comentario cuando el disco fue presentado:
“Gilberto es uno de los más populares cantantes y eso compensa en líneas generales su falta de volumen. A ese respecto cabe señalar su interpretación de “Desafinado”. Además, nos muestra un buen gusto nada convencional en la elección de las melodías que recoge su primer L.P. y una sobriedad en la interpretación que raramente hemos observado”.
“Chega de Saudade” fue incluido en “The Garmmy Hall of Fame” en 2001 y la revista “Rolling Stones” lo considera el cuarto mejor álbum en la historia de la música brasileña.

Ya nos encontramos a tiro de piedra de la aparición en el mundo de la música del inmortal tema de Antonio Carlos Jobim y Vinicius De Moraes “La Chica de Ipanema”. Si tenéis interés en conocer los entresijos de su grabación, podéis leer mi artículo titulado: “The Girl From Ipanema: Tall And Tan And Young And Lovely”.

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