Los Peculiares Comienzos de Chet Baker

Chet Baker
Chet Baker con sus padres
Un joven Chet Baker
298th Army Band en Berlin. Chet Baker el segundo izquierda ultima fila
Dexter Gordon,
Chet Baker con otros miembros de la banda
Charlie Parker
Charlie Parker, Harry Babasin, Chet Baker
Gerry Mulligan – Los Ángeles 1953
Gerry Mulligan, Larry Bunker, Chet Baker
Chet Baker & Gerry Mulligan
Richard Rodgers & Lorenz Hart
Chet Baker
Fotograma de «Let’s get lost»
Los Peculiares Comienzos de Chet Baker

… y recordó algo que un amigo de Chet le dijera una vez de su manera de tocar: “que la manera en que sostenía las notas te hacía pensar justo en el momento en que una mujer empieza a llorar, cuando su rostro se llena hasta el borde de belleza, como el agua en un vaso, y harías cualquier cosa en el mundo por no haberle tratado de esa manera”.
Extraído del libro: “Pero Hermoso… Un libro de Jazz” de Geoff Dyer (Amaranto).

Chesney Henry “Chet” Baker jr. nació en Yale, Oklahoma el 23 de diciembre de 1929. Su padre era guitarrista profesional y su madre una pianista aficionada.
A Chesney padre no le gustaba demasiado tener a un hijo tan guapo que además cantaba con una voz femenina y tomó medidas para que el chico tuviera un aspecto más viril. Se pasó por una tienda de empeños y le compró un trombón con el resultado de que con la vara estirada el instrumento era tan alto como el chaval. De mala gana volvió al establecimiento y cambió el trombón por una trompeta que la dejó sobre una mesa en casa sin hacer comentario alguno para ver la reacción de su hijo. Su madre Vera contó durante toda su vida que Chet aprendió el intrincado “solo” de Harry James en la canción “Two O’Clock” en dos semanas.
Cuando Chet llevaba unos meses mostrando todo el potencial musical que llevaba dentro ocurrió el desastre.
Cierto día, y después de salir de clase, el aprendiz a trompetista estaba jugando con unos amigos en la calle. Uno de ellos lanzó una piedra a una farola con tan mala fortuna que rebotó y le dio a Chet en la boca rompiéndole un incisivo. Cuando su padre se enteró del suceso montó en cólera ya que sabía que sin ese diente era casi imposible controlar el flujo de aire que se sopla con la trompeta. Chet, sin embargo, no le dio importancia y practicó con tal intensidad que convirtió su hueco dental en parte de su técnica. Era consciente de que nunca podría tocar notas altas – que según él solo lo hacían los exhibicionistas – y con ello consiguió que su trompeta sonara de forma diferente, identificable, algo a lo que aspiran todos los músicos de jazz: ser reconocidos por su forma de tocar.
Vera llevó a su hijo al dentista para que le hicieran un diente de quita y pon. Él jamás usó esa pieza para tocar la trompeta.

Chet entró en el Instituto y al cabo de unos meses sus padres se percataron de que en vez de estar convirtiéndose en un buen estudiante iba a sacar sobresaliente como delincuente juvenil. Su padre tomó el toro por los cuernos y el 5 de noviembre de 1946, pocas semanas antes de que cumpliera la edad legal de dieciséis años, lo alistó en el ejército por un período de dieciocho meses.
A principios de 1947, a Chet lo enviaron a Alemania, concretamente a Berlín, y allí consiguió formar parte de la “298th Army Band” una banda de cincuenta y seis miembros. Cómo logró el trompetista entrar en ella es un pequeño misterio ya que era el único que no sabía leer música. Él, junto a otros músicos, se pasaba todo el tiempo libre del que disponía escuchando los programas de radio que emitía la emisora de las fuerzas armadas. Por las ondas sonaba la música y los músicos que estaban triunfando en aquellos momentos en su país. Orquestas como la de Stan Kenton o Woody Herman, pero el músico que desconcertaba y fascinaba a Chet era el trompetista negro, Dizzy Gillespie. Años después, le comentaría al periodista Les Tomkins: “Me estudiaba todos los solos de Gillespie que oía en la AFRS intentando seguir todos aquellos extraños fraseos. Todo cambió para mí. Me fui alejando del estilo “dulce” de Harry James y empecé a intentar frasear de un modo que yo llamaría, a falta de una palabra mejor, más “enrollado”.

A mediados de 1948, Chet se licenció y volvió a casa. Continuó con sus estudios y a mediados del curso de 1949 los abandonó totalmente para dedicarse exclusivamente a labrarse un nombre como músico. La ciudad de Los Ángeles se convirtió en su centro neurálgico y en particular el club “Showtime”, sito en el valle de San Fernando, donde en las “jam sessions” que se celebraban los lunes por la noche participaban los mejores músicos de jazz blancos de la Costa Oeste como Shorty Rogers, Art Pepper o Shelly Manne. Todos estos músicos y muchos más acudían, siempre que podían, al club “Central Avenue” ansiosos por aprender de los innovadores músicos negros, sobre todo del saxofonista Dexter Gordon, que en esos días era el personaje a imitar. Chet Baker se encontraba en el centro de toda esta vorágine musical tocando y aprendiendo. Pero a finales de 1950, la policía le detuvo por posesión de marihuana y el juez le dio a elegir entre reengancharse en el ejército (con la guerra de Corea de por medio) o ir a la cárcel.
Chet eligió el ejército, pero lo que pretendía ser un castigo se convirtió en la vida de sus sueños, ya que fue destinado a la 6ª Banda Militar de Presidio, la base militar de San Francisco. Todas sus ocupaciones se reducían a ensayar con la banda, jugar al pinacle con sus compañeros, comer. dormir y fumar marihuana.
Sin embargo, Chet se aburrió de esa vida, y al segundo intento de hacerse el loco, consiguió que un médico militar le declarase mentalmente inestable y le proporcionó una licencia honrosa: “Inadaptable a la vida militar”. A principios de 1952 volvía a ser un civil.

Chet Baker conoció a Charlie Parker en abril de 1952. Y esta es la historia de ese encuentro que el trompetista relató hasta que partió de este mundo:

«Un día de abril de 1952 encontré un telegrama que alguien había metido por debajo de mi puerta. Era un mensaje del productor Dick Bock en el que me comunicaba que Parker iba a realizar una prueba de trompetistas ese día a las tres de la tarde en el club Tiffany de Hollywood. Allí entró Parker, en una sala negra como la pez, y se encontró con unos cuarenta trompetistas todos de Los Ángeles. El saxofonista se subió al escenario y empezó a improvisar. En un momento se paró y preguntó si yo me encontraba allí. Le contesté que sí, que allí estaba mientras avanzaba a zancadas para unirme a Parker. Tocamos juntos un tema, luego otro. Tras aquello, Bird mandó a casa al resto de trompetistas, ya que había encontrado a su hombre”.

Todo este relato, que insisto, lo mantuvo durante toda su vida, es completamente falso. Lo que ocurrió, contado por sus protagonistas, fue lo siguiente: El agente de Charlie Parker le pidió al pianista y arreglista Donn Trenner que montara una pequeña banda para el saxofonista ya que había sido contratado por los responsables del club Tiffany por dos semanas. Trenner contrató al baterista Larance Marable y al contrabajista Harry Babasin. Seguidamente le comentaron que sería interesante reclutar también a un trompetista y fue entonces cuando llamó a Chet Baker. Esa supuesta “prueba de trompetista” era pura fábula.

Durante las actuaciones en las que Parker tocó junto a Baker, el saxofonista se percató del potencial del trompetista y se convirtió en una especie de mentor. Le explicaba qué notas debería tocar al final de los temas, cómo tocar una cadencia… incluso ajustó el repertorio a los temas que Baker conocía y renunció a los tiempos rápidos. Baker, por su parte, asombraba al resto de músicos ya que no entendían cómo podía hacer lo que hacía sin tener ninguna preparación armónica.
El encuentro entre Parker y Baker se cerró con una nota mítica. Se decía que Parker, al volver a Nueva York, telefoneó a Dizzy Gillespie, Miles Davis, Lee Morgan y otros trompetistas negros para referirles: “Andaos con cuidado, que hay un chaval blanco en la costa que os va a devorar”.
A Baker le encantaba citar esas palabras, aunque la fuente es verdaderamente incierta.

Por el momento, la primera grabación que existe de Chet Baker es junto a Charlie Parker. Se realizó en directo el 16 de junio de 1952 en el hotel “Trade Winds”, Inglewood, California. El resto de músicos son los siguientes: Al Haig, piano; Harry Babasin, contrabajo; Larance Marable, batería; Sonny Criss, saxo alto. El tema que interpretaron fue “Irresistible you” (They Didn’t Believe Me – música de Jerome Kern – letra de Herbert Reynolds).

A principios de 1952, el saxofonista Gerry Mulligan empezó formar su propia banda. Contrató al contrabajista Bob Whitlock que a su vez le recomendó a Chet Baker. El trompetista asistió a una prueba en el Cottage Italia, un club de jazz del valle de San Fernando. Chet entró en el local dando fuertes trompetazos para tratar de demostrar quién era el que mandaba allí. Esto molestó sobremanera a Gerry Mulligan dando como resultado una fuerte discusión entre ambos que acabó cuando Baker salió por la puerta diciéndole al saxofonista que se fuera al a mierda.

Gerry Mulligan, sin banda alguna, entró en el Haig, un pequeño club de jazz del distrito residencial de Wilshire, en Los Ángeles. El local era como una pequeña casa de muñecas donde los músicos tocaban sin amplificación. Mulligan tardó muy poco en hacerse el dueño y señor del club lo que le permitió probar a diferentes músicos locales con la mente puesta en su futura banda y con no demasiado éxito. Le llegaron ecos de las actuaciones de Chet Baker con Charlie Parker, por lo que se olvidó de su enemistad con él y le invitó a que participara en las “jam sessions” del Haig. Al final lo contrató: “Nunca había conocido a nadie que tuviera una relación tan rápida entre sus oídos y sus dedos. Creo que Chet es una especie de talento “freak”. No hay manera de saber… dónde aprendió todo lo que sabe”. Y esa casa de muñecas vio cómo se formaba uno de los grupos más importantes del movimiento “cool” y del jazz en general.
Gerry Mulligan puso en práctica su idea “poco ortodoxa” de crear un cuarteto sin piano, con la idea de que, los músicos fueran más libres a la hora de improvisar al no tener que someterse a las notas que forman las armonías. Los miembros fijos en este proyecto fueron Mulligan y Baker. Como contrabajistas desfilaron nombres como Bob Whitlock o Carson Smith. Como bateristas, Chico Hamilton o Larry Bunker.
El cuarteto de Mulligan (con Baker) se creó en octubre de 1953 y estuvo en activo durante quince meses. Durante ese período nos dejaron alrededor de sesenta grabaciones que, como he comentado, se encuentran en ellas algunas de las joyas de ese movimiento llamado “cool” surgido como contrapunto al “bebop”, ralentizando el fraseo y buscando siempre la melodía frente a la grandiosidad técnica.
Mulligan y Baker se encontraron varias veces con el paso de los años y volvieron a actuar juntos en festivales de jazz y en los estudios de grabación.

El 14 de abril de 1937, se estrenó en Broadway, en el Shubert Theatre, el musical titulado “Babes in Arms” con música de Richard Rodgers y la letra y los diálogos escritos por Lorenz Hart. Llegó a 280 representaciones.
Una de las canciones de la obra es la titulada “My Funny Valentine” que en el escenario del teatro se la cantó Mitzi Green a Ray Heatherton.
Gerry Mulligan Quartet realizó en directo la grabación del tema de Rodgers en el Club “The Haig” de Los Ángeles el 20 de mayo de 1953 y es un buen ejemplo de la estética que engloba el movimiento “cool”. El resto de los músicos fueron: Chet Baker, trompeta; Carson Smith, contrabajo; Larry Bunker, batería.

Chet Baker formó su primera banda como líder a mediados de 1953. A los siete meses grabó su primer L.P. como cantante y trompetista con el título de “Chet Baker Sings”. Chet cantó con la misma técnica que utilizaba para tocar la trompeta: susurrante, con ausencia de vibrato, clara. En el libro “Deep in a dream” de James Gavin podemos leer: «Tocaba standards como caricias, como si cada nota se estuviese despidiendo del mundo cuando él cantaba o pulsaba la trompeta. Si juntamos todas las canciones que interpretaba Chet, se forma una guía onírica del corazón«.
El periodista de jazz, Marc Danval, dijo sobre Baker: “Su música es uno de los lamentos más hermosos del siglo XX”.
De las ocho canciones que contenía el L.P. original “Chet Baker sings” he elegido la titulada “But not for me”. Esta canción formó parte del musical titulado “Girl Crazy” con música de George Gershwin y letra de su hermano Ira. Se estrenó en el Alvin Theatre de Broadway el 14 de octubre de 1930, y aunque en esos días los EE.UU. estaban inmersos el La Gran Depresión, la obra consiguió que se bajase y se subiese el telón 272 veces. “But not for me” fue interpretada en los escenarios del Alvin por Ginger Rodgers y Willie Howard.
Chet Baker Quartet grabó la canción en los Capitol Studios de Los Ángeles el 15 de febrero de 1954. El resto de músicos fueron: Russ Freeman, piano; Carson Smith, contrabajo; Bob Neel, batería.

Antes de dejar que Chet Baker continue con su música, sus mujeres y sus dependencias, que fueron los tres motores que impulsaron su apasionada y trágica vida, me gustaría comentar un aspecto que no siempre se incluye en sus biografías.

A mediados de los años cincuenta un grupo de músicos brasileños estaba intentando darle una nueva coloratura a la música de su país. En el tocadiscos de todos ellos sonaban sin parar los discos de un trompetista y cantante norteamericano llamado Chet Baker. Él poseía una parte importante de “lo” que estaban buscando. La otra parte se encontraba en la música de su propio país: el samba. El resultado de esa mistura fue la bossanova capitaneada por Tom Jobim y Joao Gilberto.
Es un tanto llamativo que la discográfica de Chet Baker, así como su manager, no se aprovecharan de ese fuerte tirón que poseía Baker en Brasil y promocionaran su trabajo, además de organizarle giras por el país. Quizás el trompetista tenía su mente muy ocupada en otros asuntos.

Sin embargo, Chet Baker – en el último tramo de su carrera – se encontró con la música brasileña. O quizás fuera al revés. El caso es que, a raíz de un posible lío de faldas, Baker y el pianista brasileño Rique Pantoja (que lideraba un cuarteto denominado “Novos Tempos”) se conocieron y eso dio lugar a que grabaran un disco juntos.
Dicha grabación se produjo en París los días 21 y 23 de julio de 1980. Lo músicos fueron: Baker, trompeta; Rique Pantoja Leite, piano; Michel Peratout, contrabajo; Jose Boto, batería; Richard Galiano, acordeón. Al álbum lo titularon “Chet Baker with Novos Tempos Quartet”. El disco contiene ocho canciones casi todas compuestas por Pantoja como la que abre el álbum y titulada “Salsamba”.

El fotógrafo norteamericano Bruce Weber concertó una sesión fotográfica con Chet Baker, un personaje que le tenía fascinado por su modo de enfrentarse a su propia existencia. De este encuentro surgió una peculiar entente entre ambos que culminó con un documental de dos horas de duración al que denominaron “Let’s get lost” (Perdámonos) retomando el título de la canción “Let’s get lost” que Baker había grabado en los estudios del sello Capitol de Los Ángeles el 7 de marzo de 1955. Para llevar el proyecto a buen fin, Weber acompañó a Baker durante su última gira realizada durante 1986. Además, el fotógrafo se entrevistó con las personas que durante una época de su vida formaron su entorno más cercano (esposas, hijos, amigos…).
“Let’s get lost” (1988) es un documental duro, explícito que supo captar la esencia de la turbulenta personalidad del músico de jazz. Para añadir más dramatismo a la crónica audio visual, Chet Baker partió de este mundo mientras se estaba mezclando el documental de una manera trágica. Se cayó (se tiró) desde la tercera planta de la habitación de su hotel. Parece ser que trataba de huir de unos personajes a quienes debía dinero.
El documental “Let’s get lost” está considerado como uno de los mejores que se han rodado teniendo como fondo el jazz y sus músicos. En el año 1989 fue nominado al Oscar al mejor documental y se alzó con el Premio de la Crítica en el Festival de Venecia.

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