Paul Whiteman: El Jazz Vestido Con Frac, Pajarita Blanca Y Sombrero de Copa

Ferde Grofé
Paul Whiteman tocando el violín en un cuarteto clásico, cerca de 1919. De pie a la izquierda.
Ferde Grofé
Coronación de Paul Whiteman
Bix Beiderbecke
Philip Larkin
Adele Astaire
Rhythm Boys: Al Rinker, Bing Crosby, Harry Warris
Cartel de la película «KIng of Jazz» de 1930
Paul Whiteman
Paul Whiteman
Paul Whiteman: El Jazz Vestido Con Frac, Pajarita Blanca Y Sombrero De Copa

El músico clásico Paul Whiteman escuchó jazz por primera vez en 1917 cuando vivía en San Francisco. Al cabo de los años relató a un periodista qué fue lo que sintió:

 “Yo encontré al jazz ordinario y también intrigante. Me gustaba y sin embargo me desconcertaba. Aún entonces, me parecía que tenía vitalidad, era sincero y verdadero. A pesar de su tosquedad, se trataba de algo puramente americano, como si un hombre que no ha recibido una buena educación se esforzara en tratar de explicar con una deficiente gramática una idea original y auténtica”.

 Desde ese momento, Paul Whiteman tuvo al jazz rondándole por su alma musical, con la idea de convertirlo en una “Lady” o bien vestirlo con frac, pajarita blanca y sombrero de copa. Y entonces presentarlo a la sociedad norteamericana: “Yo nunca he dicho que el jazz fuera deshonesto, yo solo quiero cambiarle de vestido”. El gran problema de Whiteman consistía en que no era un músico de jazz ni tampoco un arreglista orquestal por lo que tuvo que esperar hasta 1920 para encontrar a un colaborador que pudiera ayudarle a hacer realidad su visión.
Esa persona fue Ferde Grofé (1892-1972) un músico con unos estudios clásicos, pero que había trabajado con orquestas sinfónicas y de baile. Cuando se encontró con Whiteman, este lideraba una banda de nueve piezas.
Gorfé formó una orquesta que estaba compuesta por piano, celesta, batería, banjo, 2 cornetas, 2 trombones, 2 o 4 saxofones, tuba, 4 o 5 violines. Esta formación fue la que definió la identidad musical de Whiteman y con la que se presentó en sociedad:

“Existen muchos buenos músicos que no quieren interpretar música de baile. Creo que esta actitud es endeble. Ellos deben ayudar a elevarla. El jazz moderno se puede tocar sin tanta aspereza y conseguir que suene bastante atractivo. Eso es lo que yo hago”. Whiteman.

 Paul Whiteman nació en Denver, Colorado, el 28 de marzo de 1890. Su padre era una persona que poseía una considerable autoridad local ya que era el máximo responsable musical de todo el sistema educativo de Denver, puesto que ocupó durante treinta años. No es pues de extrañar que trató por todos los medios a su alcance de encauzar a su hijo para que se convirtiera en un gran músico. Sin embargo, el muchacho no debió de tomarse muy en serio las directrices de su padre, ya que con 24 años escuchó cómo le relataba a su madre la opinión que tenía sobre él: “Me da la sensación de que nuestro hijo no tiene la más mínima intención de llegar a ser alguien. Yo he tratado de darle una salida. Pero ¿qué es lo que veo? Un tipo holgazán que toca con desgana la viola en una orquesta de un teatro. Luego conduce un taxi por la noche recorriendo la parte más inmoral de la ciudad. Madre, hemos hecho con él todo lo que hemos podido. Y la verdad es que así no le aguantaré mucho tiempo”.

A las pocas semanas de enterarse Paul de que en su casa no era bien recibido, con quinientos dólares en el bolsillo (que se los daría su madre) se desplazó a San Francisco. A los pocos días de llegar tuvo la suerte de que le contratará la “San Francisco Exposition Orchestra”, un conjunto clásico de nueve músicos donde el tocó la viola. Seguidamente, le siguió sonriéndole la fortuna ya que fue admitido en la “San Francisco Symphony”, bajo la dirección de Alfred Hertz, donde permaneció desde 1915 a 1918.
Paul Whiteman constató que la dedicación a la música clásica no le reportaba el dinero que él precisaba para vivir por lo que dio por finalizada esa etapa de su vida. Formó un combo de nueve músicos para dedicarse a la música de baile: valses, ragtimes y temas populares que salían de los musicales y del vodevil. Los hoteles, las pistas de hielo, salas de baile, cafés… era donde conseguía sus contratos. Al propio Whiteman le sorprendió la cantidad de dinero que podía ganar tocando el violín y también lo mucho que le gustaba ese tipo de música. Por otro lado, estaba al día de las composiciones de músicos como Stravinsky o Milhaud y su “jazz sinfónico” seguía incrustado en su mente.
Y Paul Whiteman y Ferde Grofé se conocieron y decidieron emprender juntos una nueva aventura musical. Grofé “inventó” el sonido de la banda y realizó los arreglos. Solamente necesitaban un contrato en algún lugar que estuviese de moda para darse a conocer.
El hotel Ambassador de Atlantic City reunía todas las condiciones, por allí había pasado Enrico Caruso, Sir Arthur Conan Doyle, el presidente Warren… En junio de 1920, la orquesta de Paul Whiteman fue contratada por el establecimiento hostelero y pasaron a denominarse “Paul Whiteman Ambassador Orchestra”. Ese mismo mes la Victor Phonograph Company tenía programada su convención anual en el hotel y sus dirigentes escucharon a la banda que estaba tocando en sus escenarios. A resultas de ello quedaron los suficientemente impresionados como para ofrecerle la posibilidad de formar parte de su elenco de artistas. Whiteman no dudó en aceptar la propuesta.

El 9 de agosto de 1920, la banda de Whiteman entraba en los estudios que el sello Victor poseía en la ciudad de Camden, New Jersey, y grabó cuatro temas. Entre ellos estaba la composición de John Schonberger titulada “Whispering” (1920). Los músicos fueron: Ferde Grofé, piano y arreglo; Harold McDonald, batería; Mike Pingitore, banjo; Henry Busse, trompeta; Theron E. «Buster» Johnson, trombón; Gus Mueller, saxo alto; Hale Byers, saxo tenor; Sammy Heiss, tuba; Paul Whiteman, violín; Warren Luce, flauta de émbolo.

El tema “Whispering” (con un arreglo propio de ragtime, sin atisbo de jazz) permaneció en la lista de las canciones más vendidas durante veinte semanas, de ellas once ocupando el primer puesto. Vendió dos millones de copias. Este fue el comienzo de la banda, que sin duda se convertiría en la más popular de los años veinte.

En el año 1922, Whiteman recibió la llamada de Broadway. El productor George White, famoso por poner en escena musicales “picantes” bajo la denominación de “Scandals” El del año 1922 se estrenó el 28 de agosto con música de George Gershwin y la orquesta de Whiteman fue la encargada de interpretarla. De todas las canciones que se estrenaron en la obra, únicamente la titulada “I’ll built a stairway to paradise” se ha convertido en un standard. Whiteman fue el primero que la grabó el 1 de septiembre de 1922.

Echando un vistazo en retrospectiva a la carrera musical de Whiteman, su nombre estará siempre ligado a Gershwin ya que él fue quien le encargó que compusiera “algo” en plan “jazz sinfónico”. El compositor, un poco a regañadientes, le escribió esa maravilla que es “Rhapsody in blue”. Whiteman la estrenó el 12 de febrero de 1924 en el suntuoso “Aeolian Hall” con Gershwin al piano. Toda esa historia está recogida en mi artículo “Una Crónica de Rhapsody in Blue”.

Ese mismo año de 1924, un publicista se sacó de la manga una expresión para definir a Paul Whiteman: “El Rey del Jazz”. Aunque el músico relató que no estaba muy confortable con la coronación, se dejó querer y la utilizó durante toda su carrera musical. Ese pomposo título le representó un serio hándicap que repercutió en el trato que recibió su figura artística por parte de aquellos expertos que van desgranando la historia del jazz. al punto de que más de uno pasó de él olímpicamente. Y además engendró un clima «anti-Whiteman» en el que participaron músicos y estudiosos tanto blancos como negros. Apellidarse Whiteman (Hombre Blanco) no le ayudó demasiado (en aquel tiempo) y se suscitaron jocosos comentarios de alto y bajo copete.

Para el año 1926 ya se habían producido complejos cambios en el devenir del jazz. Existen estudiosos que piensan que hasta la mitad de los años veinte el “jazz sinfónico” se sostuvo gracias a los arreglos escritos en las partituras de las diferentes secciones de la banda de Whiteman por Ferde Grofé: “I’m In Love With You, That’s Why”. Pero a la vez que sonaba esa canción, Duke Ellington tocaba “East St.Louis Toodle-Oo”, Fletcher Henderson “The Stampede” y la orquesta blanca de Jean Goldkette, “Mi pretty girl”. El “jazz sinfónico” había sido engullido por buenos “solos” de jazz, secciones rítmicas que producían un “hot” swing y los arreglos capturaban el verdadero “feeling” del jazz. Todo ello no podía, no quería o no sabía “fabricarlo” la banda de Whiteman. De todas formas, él fue consciente de los caminos por donde el jazz estaba transitando y quiso hacerle un lavado de cara a la banda contratando al mejor músico blanco de jazz de aquellos días, el corneta Bix Beiderbecke, junto al arreglista Bill Challis. Ambos procedían de la orquesta de Goldkette que acababa de disolverse.
Estas nuevas adquisiciones no cambiaron en absoluto el envoltorio de la formación de Whiteman donde la prioridad principal siguió siendo el negocio. Así que continuó ofreciendo música bailable y comercial en sus programas de radio y en sus largas giras donde la música que le requería su público estaba alejada casi totalmente del jazz.

Si Whiteman pensaba que con la incorporación de Beidebecke iba a acallar a aquellas bocas que le recriminaban su falsa honestidad al seguir utilizando el título de “Rey del Jazz” estaba absolutamente equivocado. Uno de sus mayores detractores fue el poeta, novelista y crítico de jazz británico, Philip Larkin, que comentó lo siguiente a raíz de que el corneta entrara a formar parte de la banda Whiteman: “Escuchar a Bix explotar como si fuera el día del Juicio Final… para retirarse gentilmente después de tocar 16 compases es una exhibición de artística impotencia que es doloroso presenciar. Bix debería liderar su propio grupo, no servir de elemento decorativo en la tarta de Whiteman”.

Precisamente en Inglaterra, Adele Astaire, (hermana de Fred y amiga personal de Gershwin) escuchó a la orquesta de Whiteman en un concierto en Londres y le escribió al compositor sus impresiones: “La banda de Paul Whiteman es una horrible decepción. No había visto aquí nada parecido. ¡Vaya interpretación de tu Rhapsody in Blue! Es un crimen dejar que lo haga. Yo nunca había oído nada tan “apestoso”… Yo no dejaría que él arruinase tu trabajo, si yo fuera tú, baby”.

Bix Beiderbecke permaneció con Whiteman desde 1927 hasta 1929 y dejó plasmado el sonido de su corneta en once temas que los grabó de mayo de 1928 a mayo de 1929. Uno de ellos se titula “Sweet Sue”, composición de Victor Young con letra de Will J. Harris y que Whiteman solía comentar que era uno de sus favoritos. Su orquesta compuesta por 23 músicos lo grabó el 18 de septiembre de 1928 en Nueva York: Roy Bargy, piano; Lennie Hayton, celesta; Mike Trafficante, contrabajo; George Marsh, batería; Mike Pingitore, banjo; Bix Beiderbecke, corneta; Charlie Margulis, Eddie Pinder, Harry Goldfield, trompetas; Jack Fulton, vocal y trombón; Bill Rank, Boyce Cullen, Wilbur Hall, trombones; Charles Strickfaden, saxo barítono; Frankie Trumbauer, Izzy Friedman, Chester Hazlett, clarinetes; Red Mayer, fagot; Min Leibrook, tuba; Kurt Dieterle, Mario Perry, Matty Malneck, Mischa Russell, violines.
Bix Beiderbecke toca su “solo” al final de la canción.

Lo siguientes músicos de jazz formaron parte de la orquesta de Whiteman en algún momento de su carrera: Red Nichols, corneta; Tommy Dorsey, saxo alto; Jimmy Dorsey, clarinete; Frankie Trumbauer, c-melody saxofón; Joe Venuty, violín; Eddie Lang, guitarrista; Red Norvo, xilofón; Bunny Berigan, trompeta; Jack Teagarden, trombón.
Podría uno preguntarse la razón del porqué estos músicos de jazz sirvieron en las filas de una orquesta de baile, alejada del jazz. Quizá el motivo fuera primordialmente económico ya que Paul Whiteman era el que mejor pagaba a sus músicos con diferencia.

El 1923 y en la «high school» de la ciudad de Spokane del estado de Washington se había formado una banda de jazz en la que participaban el vocalista Bing Crosby y el pianista y vocalista, Al Rinker (hermano de la cantante Mildred Bailey). El grupo tuvo tanto éxito que Bing y Al, al terminar sus estudios, decidieron continuar como dúo y se dirigieron a los Ángeles. Una vez en la ciudad se unieron a una compañía de vodevil donde los vio actuar un ojeador de Paul Whiteman y le aconsejó que los contratara. Bing y Al se unieron a la banda de Paul en Chicago. El dueño del teatro donde estaba contratada no les gustó el dúo y le pidió a Whiteman que los sacara el espectáculo. Este no solo no le hizo caso, sino que añadió un miembro más al dúo en el joven cantante y compositor, Harry Warris. Y de esta manera quedó configurado el trío vocal “The Rhythm Boys”.
Este grupo permaneció junto a la orquesta de Whiteman desde 1927 a 1930, participando en cerca de cincuenta canciones. Una de ellas fue el standard escrito por Harry Woods en 1927 titulado “Side by side”. La orquesta y el trío lo grabó 29 de abril de 1927. El corneta es Red Nichols.

En 1930, Whiteman despidió a “The Rhythm Boys” y nada más hacerlo los llamó Duke Ellington para que se unirán a su orquesta para interpretar el standard “Three Little words” que iba a formar parte de la banda sonora de la película “Check and double check” de 1930. La música la compuso Harry Ruby y le letra la escribió Bert Kalmar. Creo que esta llamada de Ellington a los Rhythm Boys se puede considerar como todo un logro en su corta carrera.
Ese mismo año de 1930 se disolvieron y Bing Crosby comenzó a dar los primeros pasos de su carrera en solitario que se iba a convertir en una de las más exitosas de la historia del show business.

El sello Capitol se fundó en marzo de 1942 en Los Ángeles y en junio le ofreció a Paul Whiteman la posibilidad de unirse a su familia artística. El paso del tiempo demostró que no había sido una apuesta válida para el sello ya que los discos que salieron al mercado de la banda se vendieron más bien poco, menos el primero, que tiene su historia.

El trombonista Trummy Young, que en esos días era un miembro de la formación de Whiteman, tenía una canción compuesta a la que había titulado “Travelin’ light” y un excelente arreglo que lo había escrito el saxofonista, arreglista y compositor Jimmy Mundy. Le faltaba escribir una letra y le pidió a Johnny Mercer, uno de los mejores letristas del Tin Pan Alley y también uno de los tres socios fundadores de Capitol, que convirtiese las notas de la bella melodía en bellas palabras. Mercer se percató al instante de que se encontraba ante una buena canción y no quiso que se le escapase de su discográfica. Tenía la melodía, la letra, el arreglo y a la orquesta de Whiteman con la que acababa de firmar un contrato. Faltaba la cantante.
Johnny Mercer le encargó a Jimmy Mundy que hablase con Billie Holiday que en esos momentos estaba en Los Ángeles. Billie Holiday lo cuenta así en su biografía “The Lady Sings The Blues”:

“Todo esto pasó en Los Ángeles. Un día apareció el arreglista Jimmy Mundy y me preguntó si quería grabar una canción de Trummy Young que yo conocía y que incluso había colaborado un poco para adecuarla a mí. Me dijo que la orquesta iba a ser la de Paul Whiteman. Yo le respondí que encantada. El día de la grabación, también la estaban grabando Johnny Mercer y Martha Tilton, lo que nos hizo pensar que sería un exitazo. Creo que “Travelin’ Light” fue uno de mis discos de mayor venta”.

“Travelin’ Light” alcanzó el puesto nº1 durante tres semanas no consecutivas en el Harlem Hit Parade, es decir donde se encontraban las listas de la música afroamericana como el jazz. Nadie le iba a discutir a Paul Whiteman, por una vez y gracias a Billie Holiday, que su versión de “Traveli’ Light” era puro jazz. También, en la grabación del tema, y por primera vez, se dio la circunstancia de que no todos los intérpretes de la banda fueran blancos. Billie Holiday apareció en los créditos como “Lady Day” ya que no pudo usar su nombre artístico por tener contrato con el sello Columbia.

A partir de los 50, la figura de Paul Whiteman fue diluyéndose poco a poco, al menos en cuanto a liderar una banda y grabar discos. Pero de alguna manera su voz y su imagen no fue en absoluto descocida en los programas musicales de radio o de televisión hasta el final de sus días.

A Paul Whiteman le debemos que exista la Rapsodia en Blue, aunque Gershwin la compusiera casi obligado. No creo que haya existido un director de banda que haya tratado mejor a sus músicos, no solo económicamente sino también interesándose por sus problemas personales. Él quiso ponerle un bonito vestido al jazz para que estuviera presentable ante la sociedad con ese “sweet” swing que interpretó durante toda su vida con un ojo puesto en la música contemporánea europea. Lo que hace que en él existan varios Whiteman, cada uno tratando de salir victorioso. Lo que hace que sea un músico difícil de entender al confluir varios tipos de música en su sensibilidad artística. Sacó del anonimato a cantantes como Bing Crosby y Mildred Bailey.

El escritor F. Scott Fitzgerald definió a los años veinte como “La Era del Jazz”. No cabe ninguna duda de que Paul Whiteman fue el Rey de la Música de Baile en “La Era del Jazz”, no el Rey del Jazz.

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