Una Crónica de «Rhapsody in Blue»

Paul Whiteman and his Palais Royal Orchestra
George Gershwin
Lawrence Gilman
William Saroyan
George Gershwin
Ferde Grofé
Adele & Fred Astaire
Paul Whiteman
Aaron Copland
Frede Gofré con el manuscrito de la Rhapsody in Blue en 1967.
Leonard Bernstein
Leonard Bernstein – Foto: Jack Mitchell
Duke Ellington
George Gershwin
Una Crónica de «Rhapsody in Blue»

Paul Whiteman (1890-1967) creció en Denver, donde su padre era el supervisor musical de las escuelas públicas y su madre cantaba en coros de diversas sociedades culturales. Durante un breve período de tiempo tocó la viola en la Denver Symphony Orchestra y en la San Francisco Symphony Orchestra. En 1918, lideró varias orquestas de baile tanto en San Francisco como en Los Ángeles. En esta última ciudad conoció a Ferde Grofé que tocaba el violín en Los Ángeles Symphony y lo contrató como pianista y arreglista. En 1920, la banda se trasladó a Atlantic City y en la primavera de ese año grabó varias canciones entre las que se encontraba la titulada “Whispering” composición de John Schonberger (1920). Esta melodía con los arreglos de Ferde Grofé vendió más de un millón de copias y catapultó a Paul Whiteman y a su orquesta al séptimo cielo. El famoso restaurante neoyorquino Le Palais Royal contrató a la banda que pasó a denominarse “Paul Whiteman and his Palais Royal Orchestra” y se convirtió en la más popular del país. Su paso por los escenarios de Broadway en el musical “Scandals” de 1923 con música de George Gershwin e interpretando canciones como “I’ll built a stairway to Paradise” cosechó un éxito sin precedentes y, como dice la canción, la situó en el paraíso musical norteamericano.

Es posible que el abrumador éxito de Paul Whiteman se le subiera un poco a la cabeza y empezó a presentarse ante la sociedad americana como “el rey del jazz” y además trató de convertirlo en “una mujer honesta”, aunque Whiteman se defendía diciendo “yo nunca he cuestionado su honestidad, yo simplemente pensaba que necesitaba un cambio de vestido”.
Paul Whiteman entendió que para conseguir trasformar el jazz en algo más refinado el compositor que podría ayudarle en su experimento – al que llamó “jazz sinfónico” – era sin duda George Gershwin. Por tanto, le pidió a mediados del año 1923 que le compusiera una pieza que se adecuara a sus propósitos.
George Gershwin escribió entre diciembre de 1923 y enero de 1924 una obra que en un primer momento tituló “American Rhapsody”. Sin embargo, fue su hermano Ira, después de inspirarse en dos pinturas de James McNeil Whister tituladas “Nocturne in Blue and Silver” y “Symphony in White”, el que le sugirió que le cambiara el nombre por el de “Rhapsody in Blue”.

Para el estreno de “Rhapsody in Blue”, Paul Whiteman preparó a conciencia un concierto al que denominó “An Experiment in Modern Music”. En él sonaron versiones de temas populares, un popurrí de melodías rusas, canciones de Irving Berlin con un tratamiento “semi sinfónico”, y dos obras escritas exprofeso para la función “Suite of Serenades” de Victor Herbert y “Rhapsody in Blue” de George Gershwin.
Whiteman mandó invitaciones a los más prestigiosos críticos musicales, compositores clásicos y del “Tin Pan Alley”, renombrados pianistas, violinistas, cantantes y actores. Y entre el público en general se encontraban desde multimillonarios a bailarinas de charleston y actores del vodevil.
El marco elegido para tan fausto acontecimiento fue la sala de conciertos neoyorquina Aeolian Hall y la fecha, el 12 de febrero de 1924.

Estas son algunas de las reacciones al concierto y a la Rhapsody in Blue, en particular:

The Tribune: “Ruidoso éxito”.

Theater Magazine: “El concierto de Paul Whiteman fue a menudo vulgar, pero nunca aburrido”.

Ralph Vaughan Williams (compositor inglés): «Ni buen jazz ni buen Liszt y como todas las obras de Gershwin un hijo híbrido de un híbrido”.

El crítico, Lawrence Gilman, en el New York Tribune sobre la rapsodia: “Las melodías son trilladas, débiles y convencionales, como sentimental e insípido el tratamiento armónico, bajo su disfraz de contrapunto quisquilloso e inútil. Lloro por la falta de vida de la melodía y de la armonía, todo tan duro e inexpresivo”.

William Saroyan fue un prolífico escritor norteamericano y sus historias fueron muy populares en la Era de la Depresión Norteamericana. Recibió el premio Pulitzer de Teatro en 1940 por su obra “El Momento de tu Vida” y ganó un Oscar a la mejor historia original con la película “La Comedia Humana”. Este escritor dijo lo siguiente sobre la “Rhapsody in Blue”:

La “Rhapsody in Blue” es Americana en Nueva York; al mismo tiempo es Americana en cualquier ciudad de los Estados Unidos. Es también, Americana en un pequeño pueblo, en una granja, en el puesto de trabajo de una fábrica, en una mina o en un molino, en un bosque o en el campo, trabajando en los rieles del ferrocarril o en la construcción de una autopista. Es Americana en los recuerdos y en los planes para el futuro: sueña. Es seria, no sofisticada. El amor y la soledad se encuentran en ella. Aquellos que eran jóvenes cuando escucharon por primera vez la “Rhapsody in Blue” todavía están fuertemente conmovidos por ella, y esos que ahora son jóvenes piensan que la “Rhapsody” les habla también a ellos y no existe ninguna otra música en el mundo que lo consiga.

 George Gershwin en una entrevista al periódico The Sun comentaba: “la “Rhapsody” puede no significar nada para nadie, pero es toda Nueva York. Es un picnic en Brooklyn o una chica de piel obscura cantando y gritando su blues en cualquier cabaret de Harlem. Yo trato de retratar la escena, una multitud en Nueva York. Y es vulgar. Está llena de vulgarismos. Y eso es lo que la hace importante. Yo nunca traté de embellecerla como hacen la mayoría de los compositores…

Quizás sea el momento de escuchar la primera grabación de “Rhapsody in Blue”. El 10 de junio de 1924, George Gershwin y la banda de Paul Whiteman entraban en los estudios del sello Victor para grabar la rapsodia. Con Gershwin al piano, la formación de Whiteman contaba con 4 violines, 4 saxofones, 2 cornos franceses, 2 cornetas, 2 trombones, tuba y batería.
Los arreglos eran de Frede Gorfé.

Esta grabación no quedó perfecta debido a la técnica de entonces, por lo que el 21 de abril de 1927, Gershwin y Whiteman volvieron a grabar la rapsodia para Victor. En este caso, aparte de George al piano, contaron con 5 violines, cello, 2 violas, bajo, 4 saxofones, 2 cornos franceses, 3 cornetas, 3 trombones, tuba, banjo, celesta y batería. El arreglo fue de Ferde Grofé, pero el director fue Nathaniel Shilkret.

Paul Whiteman continuó interpretando la “Rhapsody in Blue” y realizando continuas giras por Europa, pero alrededor de 1927 le llegaron a Gershwin noticias preocupantes sobre la calidad de las citadas interpretaciones. Así, el publicista de música clásica, y amigo personal de Gershwin, Robert Schirmer le hizo llegar el mensaje de que Whiteman estaba “asesinando” su trabajo, tocando la rapsodia con unos “tempos locos” que no tenían nada que ver con la partitura original. Durante una gira de Paul Whiteman por Inglaterra, Adele Astaire, (hermana de Fred y amiga de Gershwin) le escuchó en un concierto en Londres y le escribió al compositor sus impresiones: “La banda de Paul Whiteman es una horrible decepción. No había visto aquí nada parecido. ¡Vaya interpretación de tu Rhapsody in Blue! Es un crimen dejar que lo haga. Yo nunca había oído nada tan “apestoso”… Yo no le dejaría a él que arruinase tu trabajo, si yo fuera tú, baby”.

 Esta crítica de Adele Astaire estaba reflejando que el experimento del “jazz sinfónico” de Paul Whiteman tenía los días contados, a pesar de su honestidad y buena voluntad.
Paul Whiteman fue un excelente músico, un hombre de negocios sagaz y una persona honesta. Todos los músicos que le conocieron, fuera cual fuese su color de piel, le rindieron un merecido homenaje a su humanidad y a su honradez. Además, tuvo la habilidad de conseguir que los mejores músicos blancos de jazz del momento: Red Nichols, Bix Beiderbecke, Tommy y Jimmy Dorsey, Red Norvo, Jack Teagarden, Joe Venuti, Eddie Lang,…, formasen parte de su orquesta.
A finales de los 20, formaciones como la de Fletcher Henderson ya marcaban tendencia y la Época del Swing” estaba a la vuelta de la esquina.  El “swing” fue como una gran apisonadora que logró, por una única vez en la historia, que toda Norteamérica bailara y se divirtiera al ritmo del jazz. Whiteman terminó su carrera musical a finales de los 30.
A Paul Whiteman hay que reconocerle que dejó un poso importante con su “jazz sinfónico”, ya que sería retomado, en los años 50 y 60, por músicos como Gunther Schuller y John Lewis que fueron los impulsores de lo que hoy conocemos como el “Third Stream”, que es una aproximación del jazz a la música clásica europea.

George Gershwin dejó este mundo en 1937 y prácticamente el único compositor norteamericano (de corte clásico) que salió en defensa de su música fue Aaron Copland. A los pocos días de su fallecimiento comentó: “George Gershwin ha sido reconocido por todo el mundo excepto por aquellos cuya admiración y comprensión él más deseaba: los compositores norteamericanos”

Cuando un compositor deja su piano, sus partituras y sus lápices para toda la eternidad, su música permanece viva y va formando parte de la historia de la música, al menos si se lo merece, como es el caso de “Rhapsody in Blue”.
Ferde Grofé se pasó media vida arreglando la “Rhapsody in Blue”. Para Paul Whiteman, para piano solo y orquesta de cámara, para el teatro, para programas de radio…
En el año 1942, Grofé arregló “Rhapsody in Blue” para ser interpretada por una orquesta sinfónica. El 27 de diciembre de 1942 y en el Carnegie Hall, The Philharmonic-Symphony Society of New York interpretó la “Rhapsody in Blue” teniendo como pianista invitado al español, José Iturbi. Este arreglo es el que normalmente lo hacen suyo las orquestas sinfónicas desde entonces.
Evidentemente, George Gershwin nunca lo pudo escuchar.
Lo que consiguió Ferde Grofé con esta orquestación fue vestir una música norteamericana con las mejores galas de las orquestas sinfónicas europeas. Cualquier atisbo de jazz, de negritud fue totalmente eliminado. “Las blue notes” quedaban perdidas, escondidas entre tanta explosión instrumental.
Puestos a elegir os dejó la grabación de la “Rhapsody in Blue” que dirigió el gran Leonard Bernstein a Los Ángeles Philharmonic Orchestra, además de tocar el piano, en 1983, que supongo acallaría muchas voces de los puristas compositores norteamericanos. Y demostraría, a la vez, que Gershwin era mucho Gershwin.

También he elegido a Bernstein porque, al poco tiempo de realizar una grabación de la rapsodia junto a la New York Philharmonic Orchestra en 1958, dijo estas palabras: “La rapsodia no es realmente una composición, en el sentido de que todo lo que ocurre en ella sea inalterable, o incluso bonitamente inalterable. Tú puedes cortar partes de ella sin que le afecten “al todo”, excepto en que la haces más corta. Tú puedes realizar cortes dentro de la misma sección o añadir nuevas cadencias, o tocarla con cualquier combinación de instrumentos o solo con el piano; puede durar cinco minutos o seis o doce… Ella seguirá siendo la “Rhapsody in Blue”.

 En la primavera de 1963, salió al mercado un álbum de Duke Ellington con el título de “Will Big Bands Ever Come Back?” En plena explosión de la música pop y del rock and roll, el Duque se atrevió a realizar un trabajo en el que recreaba éxitos de la Época del Swing” interpretados en su día por Glenn Miller o Benny Goodman. El último tema del disco fue “Rhapsody in Blue”.  Con un arreglo previó de Billy Strayhorn, Ellington consiguió que las palabras de Bernstein se convirtieran en proféticas, ya que su “Rhapsody in Blue” está construida o deconstruida según los patrones que Bernstein opinó que no afectaban “al todo”. Ahí residió su magia, en una creativa redistribución de la obra de Gershwin. Los aproximadamente 17’ de duración de una versión sinfónica, Ellington los convirtió en 4’ 23”. Las dos melodías principales que componen la rapsodia entran y salen por donde les place, se cortan, se alargan. Los “solos” improvisados de Paul Gonsalves, Jimmy Hamilton, Harry Carney o Ray Nance sobrevuelan durante todo el viaje, despegando y aterrizando a placer.
Duke Ellington vistió a una canción norteamericana con las más elegantes galas del jazz. Convirtió “Rhapsody in Blue” en una composición de jazz que siguió siendo, sin que le faltase ni le sobrase nada, “Rhapsody in Blue”, composición de George Gershwin.

Los músicos que formaron parte de la orquesta de Ellington fueron: Cat Anderson, Roy Burrowes, Cootie Williams, trompetas; Ray Nance, trompeta y violín; Lawrence Brown, Chuyck Connors, Buster Cooper, trombones; Jimmy Hamilton, clarinete, saxo tenor; Russell Procope, clarinete y saxo alto; Johnny Hodges, saxo alto; Paul Gonsalves, saxo tenor; Harry Carney, saxo barítono, clarinete; Ernie Shepard, contrabajo; Sam Woodyard, batería; Ellington, piano.

En el año 1963, George Gershwin hubiera llegado a una edad de 65 años y habría podido escuchar a su querida “Rhapsody in Blue” en la versión sinfónica de Ferde Grofé de 1942, siendo interpretada por las mejores orquestas sinfónicas del mundo dirigidas por los mejores del mundo. También, habría podido escuchar la versión de Duke Ellington.
Si algo deseó Gershwin en su vida fue que a su música se la considerase norteamericana. Esto quiere decir que estuvo compuesta en un país que había desarrollado un carácter musical único, debido principalmente a la constante fusión, durante casi 200 años, de la música europea y africana. Gershwin quiso contar al mundo que él componía una música que solo podía crearse en su país, una música original de Norteamérica.
Sería maravilloso poderle preguntar, aquí y ahora, cuál de las dos versiones, la sinfónica o la de jazz, de su “Rhapsody in Blue” posee en mayor medida esas señas de identidad que la convierten en Música Original Norteamericana.

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