Blanche y Lovie: Ellas Dirigen Mientras Ellos Tocan

Blanche Calloway y Lovie Austin
Ilustración de Conrad C. Jones
Bates Girl Band – Villisca – Pennsylvanis. Activa en los ochenta del siglo XIX
Ina Ray Hutton and Her All Female Band_1938
The International Sweethearts of Rhythm
Blanche Calloway
Blanche Calloway and Her Joy Boys; Alton Moore; Andy Jackson; Ben Webster; Booker Pittman; Clarence Smith; Clyde Hart; Cozy Cole; Edgar Battle; Joe Durham; Joe Keyes; Leroy Hardy
Blanche Calloway
Blanche Calloway
Lovie Austin
Jelly Roll Morton
Lovie Austin
Lovie Austin
Mary Lou Williams – New York – 1946. Foto de William P. Gottlieb
Alberta Hunter y Lovie Austin al piano durante la sesión de grabación de su último disco en Prince Hall Masonic Temple. Chicago. 1 de septiembre 1961. (Photo by Steve Schapiro/Corbis via Getty Images)
Blanche y Lovie: Ellas Dirigen Mientras Ellos Tocan

Uno de los maravillosos aspectos que posee la música de jazz es el enorme catálogo de “Caras B”, de rarezas que están esperando a que alguien las traiga de vuelta de su exilio. Existieron muchos artistas que solamente fueron famosos mientras pisaron este mundo. Hoy en día se realizan trabajos y compilaciones donde es posible encontrar a parte de ellos y a la música que crearon. Hubo grandes músicos que tuvieron su momento, pero el legado que nos ha llegado de ellos es tan insignificante que desvirtúa su fama contemporánea. EE.UU. es un país joven y ello le lleva a cuidar mucho su historia. Que nada se escape. Todas las universidades e institutos tienen su departamento dedicado al jazz, como así mismo, las grandes y pequeñas bibliotecas públicas y privadas. La información es exhaustiva y por ello recoge también las leyendas – algunas de ellas intencionadas – por lo que el historiador debe de que tener cuidado de no caer en una zona pantanosa.  Y mal que les pese a algunos pocos norteamericanos, el jazz es su legado artístico más importante de toda su historia y lo han exportado al mundo entero.

La primera mención de una banda de metales femenina se remite a un artículo de The Bolivar Bulletin de Tennessee, elogiando el éxito de la Nebraska Women’s Brass Band in 1876: “Nuestras ‘Ladies’ se han llevado el premio a la mejor banda de la Feria Estatal. Está compuesta por jóvenes mujeres de las mejores familias de Lincoln”.
Las féminas que participaron en las numerosas “brass bands” en el siglo XIX les fue fácil mantener un correcto status social. De esas bandas se esperaba que mejoraran a la comunidad y a la moral. El diario The Sun neoyorquino opinaba: “Las “brass band” femeninas cumplen una misión. Su música marcial y sus intricadas paradas despiertan el entusiasmo de su comunidad”.

Con la llegada del jazz, esa misma comunidad no se sintió orgullosa ni con los hombres y muchísimo menos con las mujeres que interpretaron esa música “que nos sugiere una vuelta a las maneras medievales”. Alrededor de 1913 el legado de las primeras bandas femeninas había prácticamente desaparecido.
Llegaron los felices años veinte, pero en el último año apareció la Depresión. Esta situación socavó los principios de muchos americanos. Necesitaban encontrar una nueva atmósfera nacionalista, una positiva reafirmación de los valores americanos a pesar de los malos momentos. Esas actitudes y esos valores se reflejaron en el trabajo de escritores, artistas y sobre todo en la música.
La música swing, la cual había crecido en los salones de baile de Harlem, se convertiría en la preferida de toda una generación de americanos. El jazz se convirtió en la música popular de todo Estados Unidos y consiguió que los pies de sus habitantes fueran felices bailando con swing. Las “big bands” empezaron a proliferar por todo el territorio nacional y las más famosas a realizar continuadas giras. Y las mujeres se apuntaron a la música swing y se formaron cientos, digo bien, cientos de “Women’s Big Bands” (Dejando aparte a las “Military Women’s Bands” y a su papel durante la II Guerra Mundial).
Los autores que relatan la Historia del Jazz en cualquier medio audiovisual nombran a dos o tres bandas femeninas y casi siempre las mismas: “Ina Ray Hutton and Her Melodears” “The International Sweethears of Rhythm” “Rio Rita and Her Mistresses of Rhythm”. Les dedican un par de páginas y a otra cosa mariposa. El resto de las bandas fueron fantasmas, no existen grabaciones, ni entrevistas, prácticamente nada, lo que evidentemente dificulta realizar un estudio en profundidad del papel que jugaron las big bands femeninas en la Época del Swing.
Yo voy a dar otra vuelta de tuerca y os voy a hablar de dos mujeres que fueron directoras de sendas big bands en la que sus componentes fueron hombres.

Blanche Calloway (1902-1978), cantante, compositora y directora de banda, hoy está reconocida como la primera mujer que triunfó dirigiendo una big band. Dándose el caso de que todos sus integrantes eran hombres. Bajo el nombre de “Blanche Calloway and Her Joy Boys” conquistó la ciudad de Kansas City y la región del medio oeste de su país a principio de los años treinta.
Blanche nada más terminar el colegio entró en el mundo del show business enrolándose en un grupo itinerante de cabaret. En 1921 fue contratada por Sissle y Blake para la gira del musical “Shuffle Along” después del éxito obtenido en Broadway donde llegó a 484 representaciones.
La siguiente parada importante de Blanche fue la ciudad de Chicago donde fue contratada como cantante en el prestigioso club “Sunset Café”.
Richard M. Jones fue un pianista de Nueva Orleans que, como la mayoría, emigró a Chicago donde tocó con varias bandas. Fue elegido por la discográfica Okeh para que dirigiera su departamento de “Race Records” aunque continuó con su carrera como músico. El día 9 de noviembre de 1925 preparó una grabación contratando como músicos de sesión a Louis Armstrong y a Blanche Calloway (después de verle actuar en el “Sunset Café). Ese día interpretaron cuatro temas compuestos todos ellos por Jones y entre ellos estaba el titulado “Lovesome Lovesick”.
En el año 1929, el saxofonista Andy Kirk reclutó a Blanche para su banda llamada “Andy Kirk and The Clouds of Joy. Según parece la personalidad y valía de la cantante estaba eclipsando a la del saxofonista por lo cual la despidió de la formación. Pero curiosamente varios miembros de la misma se fueron con ella y, con la incorporación de un par de músicos más, nació la banda “Blanche Calloway and Her Joy Boys.

Esta orquesta de doce miembros nos dejó cerca de una treintena de canciones grabadas en estudio. Blanche fue la primera que contrató a uno de los mejores saxofonistas tenores de la historia del jazz: Ben Webster.
De todas sus grabaciones voy a rescatar a la titulada “Just a Crazy Song (Hi-Hi-Hi)” (1931) compuesta por Spencer Williams y Chick Smith. Y hay una razón.

El profesor de danza y estudioso del jazz Dave Doyle comentó, en un artículo que tituló “The Jazz Queens Usurped by Their Male Contmporaries”, lo siguiente: “El llamativo y tosco estilo de Blanche fue cuidadosamente copiado por su hermano más joven Cab Calloway y con ello logró que se le abrieran las puertas de Hollywood y que su nombre apareciera en los libros. Mientras que la mayoría de los aficionados conocían el estribillo en “scat” “Hi-de-hi-de-hi-hi” a raíz de escucharlo en su canción “Minnie the Moocher”, pocos habían prestado atención a la canción de Blanche titulada “Just a Crazy Song (Hi-Hi-Hi) en la que esas líneas de llamadas y respuestas ”Hi-hi-hi” y Ho-de-ho-de-do” estaban presentes y que Cab las conocía de habérselas escuchado a su hermana mayor. Al final fue que a Cab Calloway a quien se le conoció como el “Hi-De-Ho Man” y su hermana quedó fuera del espectáculo”. (Más información en mi artículo “Cab Calloway: El histriónico “Hi-De-Ho Man”).
De hecho, ambos hermanos grabaron respectivamente “Just a Crazy Song (Hi-Hi-Hi)” y “Minnie the Moocher” en el mes de marzo de 1931.
Aquí os dejo el video de Blanche Calloway interpretado “Just a Crazy Song (Hi-Hi-Hi)”.

Blanche Calloway disolvió a sus “Joy Boys” en el año 1938. Durante la II Guerra Mundial dirigió una banda compuesta por mujeres. En los primeros cincuenta se retiró a Miami y se ocupó de la carrera de su protegida, la cantante de blues Ruth Brown. También se convirtió en una activista en favor de los derechos civiles de su colectivo consiguiendo ser la primera mujer afroamericana con derecho al voto del estado de Florida. Así mismo, fue también la primera – en los años sesenta – de ejercer de disc jockey en una radio de Florida, puesto que mantuvo durante dos décadas. Llegó el año 1978 y la que pudo haber llegado ser la “Hi-De-Ho Woman” – tenía todos los papeles en regla – se despidió de este mundo a una edad de 76 años.

Lovie Austin – nacida Cora Calhoun – fue una pianista, compositora, directora de banda y arreglista. Nació el 19 de septiembre de 1887 en Chattanooga, Tennesse. Su familia le puso el apodo de Lovie en recuerdo de su abuela. Su padre “el profesor Calhoun” fue un buen músico y profesor en Nueva York.
Lovie tuvo como vecina, puerta con puerta, a Bessie Smith y ambas iban a escuchar a la cantante de blues Gertrude “Ma” Rainey cuando esta actuaba en la ciudad.
La discográfica Paramount le ofreció un contrato a “Ma” Rainey para grabar varios discos. La vocalista tenía entonces 37 años. La banda que le acompañó en las ocho primeras canciones fue “Lovie Austin and Her Serenaders”: Lovie (p),  Charles Harris (as), Tommy Ladnier (ct), Jimmy O’Bryant (cl). Además, Lovie participó como compositora en tres canciones. La que resultó más popular (y la primera que grabaron) fue “Bad Luck Blues”.

El Monogram Theatre de Chicago abrió sus puertas en 1908 con un aforo para 300 personas. El entretenimiento que se ofrecía en estos edificios se basaba en actuaciones en directo, en la proyección de películas y también poseían salas de baile. En 1911 aumentó su capacidad para albergar a 500 personas.
En 1913, el Monogram le ofreció a Lovie Austin convertirse en la pianista de la casa, en la directora musical y en líder de la orquesta residente. Ella tenía 26 años y permaneció en ese puesto durante un cuarto de siglo.
El dúo que se hacía llamar “Mack and Mack” estaba compuesto por Billy y Mary Mack, y eran dos artistas de vodevil. Al fijar su residencia en Chicago fueron muy conocidos por sus actuaciones en el Monogram. Para representar su show contaban con una pequeña banda de cuatro músicos. Durante un tiempo uno de ellos fue “Jelly “Roll” Morton y Lovie y el pianista se hicieron muy amigos.
Según Lovie la amistad con Jelly Roll incluía ayudarle a transportar la música que componía con el piano a las diferentes partituras, aunque – según ella – nunca estaba del todo conforme:

“Él venía a mi casa en el 3316 de Calumet y permanecía dos o tres horas. Luego se llevaba su música en una partitura. Era la manera que él tenía para publicar su obra. El pensaba que yo era la mejor música del mundo y la mejor amiga que él tenía, y yo sentía lo mismo que él”.

En el año 1917 se fundó “Chicago’s Paramount Records”. En 1922 lanzó su catálogo de “race records”. Le encargaron a un entendido en música negra llamado Mayo Williams que se ocupara de encontrar nuevos valores para incluirlos en su nueva sección. El propio Williams convenció a Lovie para que fuese la pianista del estudio, la directora musical y arreglista. Y todo esto sin dejar su puesto en el Monogram. Paramount junto a Okeh fueron las compañías discográficas que se mantuvieron en el podio de los “race records”, mientras esta denominación estuvo activa.

A lo largo de la carrera de Lovie, la banda “Lovie Austin and Her Serenaders” fue un continuo ir y venir de importantes músicos. Una de las mejores formaciones contó con: Lovie (p), Eustern Woodfork (bj), Bob Shoffner (ct), Kid Ory (tb), Johnny Dodds (cl) y Henry Williams (v).
Kid Ory y Johnny Dodds formaron parte del grupo de Louis Armtrong que grabó en las célebres sesiones con sus Hot Five y Hot Seven.

Os dejo a “Lovie Austin and Her Serenaders” en el tema “Merry Market’s Twine” compuesto por Billy Mack (del dúo “Mack and Mack” que he mencionado anteriormente) y Dave Nelson

La gran pianista, compositora, arreglista y directora de banda Mary Lou Williams relató en 1977 cómo le inspiró, de cara a su carrera musical, verle actuar a Lovie Austin cuando ella apenas tenía 10 años: “No puedes imaginar la sorpresa y la emoción que sentí cuando vi a una mujer sentada en un taburete con cuatro o cinco músicos, todos hombres, a su alrededor. Con sus piernas cruzadas y un cigarrillo que colgaba de su boca, dirigía el show con la mano izquierda y con la derecha tomaba notas en la partitura de la música que tocarían a continuación. Y era una gran experta dirigiendo la música. Yo no creo que hoy en día exista una mujer tan completa como ella. Estaba dotada de un gran talento, bastante superior a muchos de los hombres que en su día fueron sus compañeros de profesión”.

Llegó la II Guerra Mundial y Lovie Austin trabajó de encargada en una planta que fabricaba material de guerra para la Marina. Terminada la contienda fue contratada como pianista en el estudio de grabación Penthouse, donde participó en diversas grabaciones. Llegaron los sesenta y Lovie Austin and Her Serenaders grabaron un disco junto a la amiga del alma de Lovie: la cantante Alberta Hunter. Los músicos fueron: Lovie (p), Pops Foster (b), Jasper Taylor (d), Jimmy Archey (tb), Darnell Howard (cl). La grabación fue en directo en Chicago el 1 de septiembre de 1961. Lovie tenía 74 años y Alberta 66. El tema que os propongo es el titulado “St. Louis Blues” compuesto por W.C. Handy en 1914.

Lovie Austin se fue de este mundo en Chicago rodeada de recuerdos: partituras, fotos, cartas…que reflejaban toda una vida dedicada el jazz. Tenía 85 años.

Aunque el paso de las mujeres por el universo del jazz estuvo rodeado de racismo y sexismo debemos ampliar el enfoque y resaltar el coraje, la resistencia y la capacidad de unas personas que lograron mostrar sus talentos y ver cumplidos sus sueños en la época en que les tocó vivir. Solo unas pocas lograron pasar la criba que producen los años en la memoria colectiva y me estoy refiriendo a directoras de bandas, arreglistas, compositoras e instrumentistas en general, ya que prácticamente ningún estudioso del jazz las tuvo en cuenta, ni se preocupó de escuchar seriamente su música y dejar una desinhibida opinión sobre ella.
Trabajos como el que realizó la escritora, productora y directora de documentales, Judy Chaikin en 2011 y que tituló “The Girls in the Band” sirven para ir llenando de contenido esa parcela que la historia del jazz les tiene reservada a las mujeres (exceptuando a las vocalistas) y que por el momento permanece medio vacía.

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