Historias de Nueva Orleans (III): Marie Laveau (Vooodoo Queen)

Bernardo de Gálvez
Congo Square
Congo Square
Escultura de Congo Square
Ceremonia Vudú
Ceremonia vudú
Marie Laveau
St. Louis Cathedral
Marie Laveau
Marie Laveau
Oscar «Papa» Celestin
Oscar «Papa» Celestin
Dr. John
Marie Laveau
Historias de Nueva Orleans (III): Marie Laveau (Voodoo Queen)

La primera referencia sobre el vudú que apareció en un documento oficial de Nueva Orleans fue en el año 1782. En aquel tiempo, el inmenso territorio de Louisiana estaba bajo el ámbito de la Corona Española. El gobernador de la colonia, Bernardo de Galvez (1777-1783) escribió estas impresiones: “Estos negros están fuertemente impregnados de “vuduismo”, lo que trae consigo que la vida de los ciudadanos se vuelva insana y peligrosa”.
Esos “negros” a los que hace referencia el político en su escrito fueron cientos de esclavos que fueron trasladados de la isla caribeña de la Martinique a Nueva Orleans para trabajar en las plantaciones. En esa demarcación la religión vudú estaba firmemente implantada, pero nada comparable con la que se vivía en el tercio occidental de la isla de La Española, que hoy conocemos como la Republica de Haiti.

La República de Haiti, hacia finales del siglo XVIII, estaba compuesta grosso modo por 28.000 colonos blancos, 30.000 mulatos (creoles de color) y negros libres. El resto de la población estaba formada por 500.000 esclavos negros. Todo este mapa económico-social cambió de forma radical el verano de 1791 al producirse una insurrección generalizada de esclavos en diversas partes del territorio. Estos hechos dieron lugar a trece años de guerras civiles continuas. Durante ese largo período de tiempo miles de colonos blancos se ubicaron en Nueva Orleans llevándose a sus esclavos consigo. Así mismo, tomaron el mismo camino una buena parte de los mulatos y de los negros libres. Nueve Orleans se convirtió en el centro neurálgico del vudú.

Aproximadamente desde el año 1817 hasta el 1880. una plaza pública de la ciudad de Nueva Orleans sirvió como punto de encuentro de los esclavos negros los domingos y días festivos. Allí se podían reunir libremente y dar rienda suelta a sus músicas y a sus bailes. Esta plaza se llamó primeramente Place des Nègres, más adelante Place Congo para quedarse con el nombre de Congo Square, con la llegada de los norteamericanos a Nueva Orleans. La celebración de estas festividades negras era del todo punto impensable que hubieran podido darse en las colonias inglesas. En el Caribe “católico” existieron disposiciones que de alguna manera fueron regulando paulatinamente los comportamientos “sociales” de los esclavos y que conformaron el llamado “Código Negro”. Así en el año 1784, podemos ver algún ejemplo de lo que este código proclamaba:

“No está prohibido a los negros y a las negras esclavos entregarse a sus diversiones propias los días de fiesta, pero lo harán juntos y en el interior de su misma clase. Todo el que contravenga esto recibirá como castigo doce latigazos de parte de su amo, y si éste no lo ejecuta, la justicia se encargará, como advertencia para todos”.

 Existe muy poca documentación de los primeros años de la historia de Louisiana acerca de su población negra. Uno de los libros más interesantes al respecto y titulado “Histoire de la Louisiane” lo escribió, Antoine Simon Le Page Du Pratz. Esta obra describe las experiencias del autor desde que llegó a Louisiana en 1718 (con 23 años) hasta su vuelta a Francia en 1734. Valga este ejemplo:

“Nada hay más pavoroso que ver juntos los domingos en asamblea a los negros. Bajo la apariencia de bailar la Calinda se reúnen tres o cuatrocientos y hacen una especie de festejo, el cual es conveniente evitar. En estos encuentros tumultuosos se venden entre ellos lo que hayan podido robar y comenten muchas vilezas. En situaciones como esas es donde puede comenzar una rebelión”.

Varios de los bailes, que ejecutaron los negros haitianos nada más pisar Nueva Orleans, estuvieron directamente relacionados con las prácticas del vudú. Si en Congo Square los tambores los tocaban exclusivamente los hombres, en las ceremonias de vudú las mujeres adquirían un gran protagonismo llevando, en muchos casos, los tiempos del ritual con el golpeo de sus instrumentos de percusión.
Aunque el vudú floreció también en otras partes de Louisiana, las pocas descripciones que se conservan proceden de los rituales practicados en Nueva Orleans. Aunque la mayoría de estos ceremoniales eran secretos, los que se realizaban el día de San Juan (23 de junio) a veces permitían la asistencia de visitantes.
La historiadora Eileen Southern nos relata lo siguiente en su libro titulado “Historia de la Música Negra Norteamericana” de 2001:

“La música instrumental de la ceremonia del vudú la ponían un hombre mayor sentado a horcajadas sobre un cilindro hecho de planchas delgadas de ciprés sujetas por láminas de latón y rematado en su parte alta por una piel de oveja, que golpeaba con dos palillos; un hombre con dos huesos de pata de cordero y una mujer con los huesos de zanca de un zapilote o un pavo, ambos golpeando los lados del cilindro; un hombre joven haciendo girar vigorosamente una larga calabaza de Louisiana de un pie y medio de longitud, y otros dos músicos con un banjo y un tam-tam”.

Marie Laveau nació en Nueva Orleans como una mujer libre de color (creole) probablemente en 1801. Su conexión con Haití y con el vudú se la proporcionó su primer marido, Jacques Paris, nacido en Haití y, como ella, un creole de color. Se casaron en la St. Louis Cathedral en 1819 y tuvieron dos hijas. Entre 1822 y 1824, Jacques desapareció misteriosamente.
Marie Laveau era una devota católica que atendía a misa todos los días en la catedral y esta se convertía en uno de los lugares donde podía conectar el vudú de Nueva Orleans con el de Haití. Prácticamente todas las mujeres libres de color formaban parte de la congregación cuya cabeza visible era Marie.

La congregación de la catedral de St. Luis fue probablemente el lugar más integrado en el mundo en aquella época. Para las mujeres creoles se convertía en un seguro cielo y todas ellas formaban parte de su progresista parroquia, incluida Marie, y otras prominentes sacerdotisas. La religión vudú, bien en su vertiente haitiana o de Nueva Orleans, encontró un extraño refugio dentro de los auspicios de la iglesia católica en la que parte de su superficie estaba llena de sus símbolos y de sus rituales los cuales se redefinían con los significados y la espiritualidad africanos”.

Marie Laveau conservó el cetro del vudú desde los primeros años veinte del siglo XIX hasta mediados de los setenta. Y estas fueron sus credenciales:

“El concepto haitiano del sacerdocio, su capacidad de liderazgo, la realización de una liturgia similar a las de las “casas espirituales” de las sociedades en Haiti e inmediatamente detrás de ella sus seguidores. Ella servía a su amplía comunidad como consultora en todos los aspectos de la vida, por su arraigado poder adivinatorio y como sanadora pública por sus conocimientos de la medicina, psicología y de la espiritualidad”.

Marie Laveau consiguió a lo largo de su vida impartir su “magia” a esclavos de las plantaciones, a negros libres, a mezclas raciales de gente de color, a mujeres blancas y a indígenas. Quizás. Marie sobrepasó al resto, ya que tuvo la habilidad de circular con aplomo por las fronteras de las razas, clases, colores, géneros, religiones y estableció una profunda presencia espiritual en Nueva Orleans que quién sabe si todavía sigue recogiendo sus frutos en el vudú del siglo XXI.
Marie empezó a celebrar semanalmente ceremonias de vudú en su propia casa sita en la calle Santa Ana que la podíamos denominar como “su consultorio” donde recibía a todos aquellos que acudían en busca de ayuda. Una vez al año y en el día de San Juan organizaba grandes encuentros a orillas del lago Pontchartrain, que solía ser públicos.

“Cada día de San Juan, Marie usaba las aguas crecidas del lago y con una gran candela encendida encima de su cabeza y dos en las manos y se adentraba en sus frías aguas”.

Marie Laveau, gracias a una combinación de clarividencia, belleza, carisma, teatralidad, intimidación, sentido de los negocios y ciertos conocimientos curativos, se convirtió en la reina del vudú. Hay un aspecto de su vida que no he mencionado y que le sirvió mucho y bien para sus propósitos. Su profesión fue la de peluquera y estuvo durante toda su vida peinando a las damas de la alta y no tan alta sociedad. Entrando en sus salones. Escuchando todo aquello que le podría servir en un futuro. De hecho, conoció muchos secretos que no debería haber conocido y se aprovechó de ellos para bien o para mal, según fuera el caso.

Otro de los remedios del vudú donde Marie se convirtió en una experta, fue en la confección de amuletos que tenían el «poder» de curar cualquier mal, preservarte de tus enemigos o conseguir hacer realidad tus sueños. Se trataba de pequeñas bolsas de cuero o tela que se llenaban, según el caso, de raíces, hierbas, minerales, pequeños huesos de animales… y que debías llevarla siempre contigo hasta que produjera su magia.

Marie Laveau murió en su propia casa el 15 de junio de 1881, pocos meses después de su ochenta cumpleaños. Su funeral fue oficiado por un sacerdote de la católica Catedral de San Luis y está enterrada en el St. Louis Cementery Number 1. Todos los periódicos de Nueva Orleans e incluso el New York Times la recordaron en sus respectivos obituarios.

En el año 1946, el músico de Nueva Orleans, Robert Gurley, le dedicó una canción a la reina del vudú y la tituló “Marie Laveau”. El 26 de octubre de 1947, Celestin’s Original Tuxedo Orchestra, una de las más famosas y legendarias bandas de Nueva Orleans, grabó la canción para Deluxe Records. Al cabo de unos años, Oscar “Papa” Celestin al frente de su orquesta volvió a grabar el mismo tema, exactamente el 24 de abril de 1954, y se dio la circunstancia de que esa sesión fue la última que realizó en su vida, ya que falleció en diciembre de ese mismo año.

El 1 de julio de 1995, el periodista Diego A. Manrique le realizó una entrevista al músico de Nueva Orleans, Dr. John para la revista Babelia. Entre otras cosas comentó:

“¿Que si creo en el vudú? Mira lo llamamos “gris-gris” y es casi lo mismo que la santería cubana, el vudun haitiano, la macumba brasileña. No es una secta secreta o algo así: hablo de gente que te atiende cuando tienes déficit de salud, de dinero, de amor. He conocido a las “madres reverendas” y sus remedios han funcionado muchas veces”.

 En el año 2004, el Dr. John le rindió pleitesía a la “madre reverenda” más famosa: Marie Laveau. Y grabó el tema escrito por Robert Gurley que apareció en su álbum: “Dis Dat or d’Udda”.

La letra que Gurley escribió de la canción dice así:

No ha mucho tiempo, vivía una dama / en Nueva Orleans, Louisiana / por su magia famosa / Marie Laveau llamada / Vendiendo voodoos y leyendo sueños / hizo una fortuna / A  lo largo y ancho de todo el país / la conocían como la Reina Voodoo / Gentes de todas partes, a ella acudid / que ella sí que sabe manejar el voodoo / Todos se acercan a ver a la Reina Voodoo / el rico y el culto, el pobre y el ignorante / Chasca los dedos, mueve la cabeza / y, vivos o muertos les habla de sus amantes / Una anciana viuda por nombre Brown / le pregunta por qué su amante no volvió / la voodoo la mira y gruñe y rezonga: / “Lo he visto besando a una joven muchacha / colgados de un roble en Shakespeare’s Park / en la oscuridad” / Oh, Marie Laveau, Oh, Marie Laveau / Oh, Marie Laveau, la Reina Voodoo / allá en los confines de Nueva Orleans / La anciana se duele y hasta pierde el habla / mientras por su cara lágrimas resbalan / la Voodoo le anima: / “Ea, ea, no llores, mujer / que a tu mismo lado yo le haré volver” / “Esparce en el suelo este polvo de sierpe /  volverá a tu vera el próximo viernes / al  romper el día / cuando el gallo cante” / Marie Laveau en sus manos a todos los tiene / Nueva Orleans, Louisiana, es su Canaán / Gentes de prestigio de cerca y de lejos / llegan hasta ella a oír sus salterios / No quieren ser vistos frente a su cancela / se acercan a oscuras a escuchar su sino / cubren sus cabezas con oscuros velos / oyen a Marie con miedo y recelo / Oh, Marie Laveau, Oh, Marie Laveau / Oh, Marie Laveau, la Reina Voodoo / allá en  los confines de Nueva Orleans / Hace resonar un vetusto cuerno / de hojas de maíz y plumas relleno / porta una aleta de bagre y una negra vela / a un hombre le hizo volverse creyente / y muy avergonzado, dejar su pecado / Una mañana, al despuntar el día / corren por el aire malas noticias / Marie Laveau pasó a mejor  vida / En el Cementerio de San Luis llamado / allí yace su tumba / fue enterrada una noche al salir la luna.

 Tratándose de Nueva Orleans, una ciudad donde los fantasmas campan por sus respetos sería completamente imposible que sobre una figura como la de Marie Laveau no se hubieran construidos mitos, leyendas y relatos truculentos.

Hoy en día, Marie y su hija (Marie) continúan reinado desde el sombrío mundo del St. Louis Cementery Nº 1. Ambas permanecen en sus escalonadas tumbas cubiertas por una estructura de piedra blanca. ¿Seguro?
La actual localización de Marie Laveau sigue siendo, actualmente, objeto de controversia. Muchos creen que la cripta que contiene los cuerpos de ella y de su hija se encuentra en St. Louis Cementery Nº 1. Otros no están de acuerdo. De hecho, existe otra tumba que lleva esculpido su nombre en el St. Louis Cementery Nº 2 y su losa siempre despide olor de rosas rojas. Para complicar más aún el emplazamiento del cuerpo de Marie, existe una fábula que relata que su espíritu no se sentía cómodo en el St. Louis Cementery Nº1 y este desasosiego le fue transmitido a la “madre reverenda” madame Legendre que, junto a otras compañeras, trasladó el cuerpo de Marie al Holt Cementery donde fue nuevamente enterrada en una sepultura totalmente anónima.

En el obituario que le dedicó el New York Times podemos leer: “Nueva Orleans, 21 de junio (1881). Marie Laveau, “The Queen of the Voodous” falleció el pasado miércoles a la avanzada edad de 80 años. Para los supersticiosos creoles Marie fue una gran experta en las artes negras y una persona que les infundía temor y a la que evitaban. Extrañas historias se han contado sobre sus ritos llevados a cabo por su secta donde ella era la auténtica soberana. Muchos de los viejos residentes aseguran…

La iglesia protestante y el mundo anglosajón en general ha tratado de acabar con la religión vudú desde que esta llegó a América por medio de un sinfín de falsedades, de relatos truculentos llenos de zombies, de personas sin cabeza, de sacrificios de animales llenos de sangre, de diabólicas muñecas atravesadas con afiladas agujas. Nada más lejos de la realidad de la religión vudú, que evidentemente sigue teniendo sus adeptos en nuestra vieja y querida Nueva Orleans.

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